Blesa y sus monumentos
El molino de la Cueva (IV)
y la electrificación de Blesa
Construcciones con historia

El molino Alto o de la Cueva, localizado río arriba del pueblo en el paraje del Hocino, puede considerarse, por lo avanzado y complejo de su maquinaria, como lo más parecido a una industria que haya existido en Blesa.  Por su buena conservación, es una estimable muestra de la tecnología de la era preindustrial.  Además, está situado en un bonito rincón encañonado y agreste que lo cobija y ensalza.

Vista de molino de la cueva y su balsa
El molino de la Cueva.  El edificio se corresponde a la vivienda del molinero, mientras el molino en sí se encuentra bajo la montaña.  El hueco que se ve a la izquierda de la casa es el cárcavo, y sobre él, en la montaña, se ve un muro de la balsa.


La explotación del molino

Puesto que desconocemos la fecha de construcción del molino, sólo podemos especular sobre la edad o el tipo de construcción.  El aprovechamiento, en cualquier caso, es medieval, quizá tanto como la presa del Hocino, aunque no haya estado siempre tan bien equipado como actualmente lo vemos.

Respecto a sus noticias históricas están parcialmente recopiladas en un doble artículo [PDF 1,3 MB] separado de este, que invitamos a leer para apreciar el la antigüedad y el valor de este molino, que es una joya, por su belleza y entorno.

Maquinaria de molienda
Maquinaria cobijada bajo la montaña
A la izquierda una de las muelas sobre una plataforma bajo la que se distingue un engranaje.
A la derecha la máquina para clasificar la harina y los conductos de salida.

La balsa del molino (conocida por los blesinos como la Cantarica), situada a gran altura sobre la base del molino, recibe las aguas de una acequia que rodea impasible al vértigo la totalidad del estrecho Hocino.  El cubo tiene la friolera altura de casi 18 metros (quizá alguno menos), por lo que con poca cantidad de agua se podría generar la suficiente fuerza para mover las muelas o la turbina. Sus amplias entrañas albergaban dos muelas, una movida por el tradicional rodezno y otra por una "moderna" turbina.  El molino posee un solo cárcavo de fácil acceso.

Gracias al buen régimen hidrológico y su profundo cubo, tenía una gran producción y era el destino de muchos labradores de los alrededores; desde Moneva y Moyuela venían aquí a moler sus granos.  De hecho, el caudal utilizado se dividía a la salida del cárcavo en dos acequias para regar los huertos existentes en ambas márgenes del Aguasvivas, y llegaba por una de ellas hasta el molino Bajo, en el otro extremo del pueblo.  Esta abundancia le permitía trabajar casi toda la jornada(1).

Modernamente, a partir de 1930, el molino de la Cueva fue una sociedad municipal, de la que tenían acciones una docena de vecinos.  El molinero era contratado por ellos, a modo de asalariado con derecho a vivienda.

En la sala de molienda podemos ver, retiradas, dos muelas de diferente tipo, una artificial y otra tradicional.  Las artificiales se dedicaban a la molienda de cebada y las antiguas de piedra para moler trigo.

Los artefactos de molienda que podríamos considerar suplementarios, como las cribas del grano y los separadores del producto molido, son de gran tamaño y estaban automatizados en gran medida, como corresponde a la potencia del molino.  La máquina que separaba la harina en función de su calidad está elevada a unos dos metros del suelo y consistía en un armazón rodeado de telas más o menos finas que giraban continuamente.  Eran alimentadas por la parte superior, mediante unos conductos de madera en los que giraba un tornillo sin fin.  En la parte inferior de estos cajones hay varias bocas por las que se recogía la harina, la tercerilla o rebolluelo y el salvado respectivamente.  Dentro de la categoría de harina se distinguían varias calidades, la tercerilla se empleaba para cocinar farinetas y el salvado para hacer pienso.  Para hacernos una idea de la potencia relativa de este molino, mientras que la máquina de criba del grano que todavía se conserva en el molino del Vado era del tamaño de una silla, las de éste ocupan varios metros cúbicos.

Turbina del molino de la Cueva
Turbina con la que se potenció la operación de molienda
y ayudó a la generación de electricidad.

La instalación de una turbina elaborada en las metalúrgicas de Utebo, mejoró el aprovechamiento del gran salto de agua, ya que es más eficiente que el tradicional rodete, además de requerir un mantenimiento mucho menor.  La turbina tenía suficiente fuerza para mover una de las muelas y una dinamo, aunque no para mover la segunda muela del molino, por lo que ésta siguió trabajando unida al rodete, y se desplazó el conjunto hacia el fondo de la cueva, para liberar el espacio.


Los molineros y la vivienda

Anexo e integrado perfectamente en este cuerpo arquitectónico, se hallan la vivienda del molinero, y hasta 2001 también podían verse las ruinas de las chozas para los animales del mismo, y muy cerca, aprovechándose igualmente de las concavidades de la montaña, las cuadras y almacenes. Contó incluso con un pequeño huerto entre la montaña y la acequia que alimentaba al molino Bajo.  El almacén para la maquila, (el porcentaje de grano que se quedaba el molinero) se encontraba contiguo al molino en la orilla izquierda de la acequia y contaba con compartimentos para el trigo, la cebada y el centeno.  La maquila era de tres almudes por talega(2).

La casa disponía en la planta baja de cocina y una habitación, y dos salas más en la primera planta.  Desde la habitación que da a la parte de atrás se accedía, por unas escaleras de obra externas al edificio, a la balsa.  Tiene pocas ventanas y son pequeñas, como lo son en la mayoría de las casas no reconstruidas del pueblo.  La única ventana grande del edificio no estaba en la vivienda, sino en la sala donde se encuentra la turbina, pero por su orientación, lo umbrío del paraje y al encontrarse un tanto embutida entre la vivienda y la montaña, no parece que el molino contase con mucha luz natural.

Como ya se he dicho, el molinero de este molino no era su propietario, sino un asalariado.  Es probable que en el presente caso fuese así desde siempre, ya que este molino fue particularmente grande, caro y rentable;  y bien por arriendo, o bien en propiedad, siempre debió ser de personas que no necesitaban trabajar o tenían otros temas que atender.

El último molinero fue Gregorio Aznar Loshuertos, que vivió aquí con su familia.


La decadencia de los molinos
y la incipiente electrificación

A mediados de los años veinte, cuando otros molinos perdieron su razón de ser, el molino de la Cueva siguió trabajando gracias a su privilegiada situación y al abundante caudal que tenía por entonces el río Aguasvivas.  Durante varias décadas, el molino se dedicó, por la noche, a la producción de electricidad (gracias a la eficiente turbina y a la dinamo ya mencionadas).  Todavía pueden verse fragmentos de la instalación eléctrica, aunque falte la dinamo y el cableado, ya que, o bien se vendió como maquinaria o se aprovechó la gran cantidad de cobre que de ellos podía obtenerse.

El molino de la Cueva durante la construcción de la casa del molinero.
Histórica fotografía poco anterior a la instalación del grupo que comenzó a generar electricidad
Final de la década de los veinte, aproximadamente

Según me comentó Miguel Simón Bartolo, en primera instancia la electricidad del pueblo provino de la central "Rivera, Bernad", que todavía existe en Albalate del Arzobispo (en la cuenca del río Martín), a unos 30 Km de nuestro pueblo(3).  Esto ocurrió en 1916 por la noticia que hallamos en la prensa de la época.  Llegó la luz a través de Lécera, Ventas de Muniesa, Muniesa, e inmediatamente se alargó el tendido hasta Blesa.

Con posterioridad, entre 1926 ó 1927 según el vecino Ricardo Salas, pasó a generarse directamente en nuestro molino durante varios años, gracias a la dinamo que se instaló al efecto.  El molino proveía a Blesa de electricidad sólo durante la noche, en los primeros tiempos de la electrificación.  También en este aspecto era Blesa un pueblo pujante y adelantado en la comarca(4).  Para concretar fechas habrá que buscar documentación que quizá ya no hallemos en Blesa.  La foto anterior pertenecería al momento en que se realizarían las obras de adaptación del molino para instalar la maquinaria generadora.  Para suplir la eventual falta de agua que moviese la dinamo se instaló un motor de gasoil.  Pero la frecuente coincidencia de carestía de agua y gasoil grabó en la memoria de muchos vecinos aquellas noches sin luz a lo largo de mucho tiempo.

Finalmente, en la segunda mitad de los años 40 (en 1945 todavía aparece La Cueva, S. A. como fábrica de electricidad y molino), se desligó el molino del servicio eléctrico.  La familia de Miguel Simón, que ya era uno de los mayores accionistas antes de la última guerra, compró el molino, mientras que la compañía "Electro Concordia" (propietaria de la referida central y de varias otras en Huesca) se hizo cargo del servicio eléctrico.  Con ello la electricidad volvió a llegar desde el exterior, de la central de Albalate, pero el molino no se mantuvo totalmente al margen de este proceso, ya que era desde donde se distribuía la electricidad al pueblo.  Con el tiempo también perdió esta función, cuando se construyó, más próximo al pueblo, el transformador que aún hoy existe junto al frontón.

Recibo de Electro Concordia, de diciembre de 1958
Recibo eléctrico de "Electro Concordia", de diciembre de 1958,
firmado por Mariano Lacambra

Esta situación se prolongó hasta tiempos bastante recientes.  Arriba mostramos un recibo que la compañía Electro Concordia emitió a un vecino en diciembre de 1958.  Este pudo ser el recibo típico de un hogar humilde durante décadas.  Hay tres temas cruciales que pueden deducirse del análisis del mismo y de la conversación con vecinos de Blesa:

  • En estos años, relativamente cercanos todavía, se pagaba en función de la potencia de las bombillas de que disponía la casa.  En este caso el vecino Florencio Belenguer pagó 24,72 pesetas por dar fluido a sus dos bombillas de 15 W (de sol a sol).

  • "De sol a sol" era una de las modalidades de suministro.  Era la más extendida y consistía en tener luz sólo durante la noche.  En aquellos años (desde la década de los treinta) sin electrodomésticos, salvo alguna radio, ¿para qué se quería electricidad de día?  También había una modalidad con tarifa ligeramente más elevada con servicio permanente.

  • Y si no existían todavía electrodomésticos ni estufas eléctricas... ¿para qué era necesario un contador?  Los primeros contadores se pusieron bastante tarde.  En el caso de este recibo se tenía una cuota fija.

También existiría posibilidad de recibir corriente industrial para carpinterías, bares y similares.  Cuando se comenzaron a poner contadores, del año 1956 en adelante, el servicio eléctrico pasaría a ser de veinticuatro horas diarias (¡o menos, cuando había tormenta!), y a quien no se ponía un contador la compañía le colocaba una "rata", que en realidad era un limitador de potencia.


Las harineras

La industrialización y la electricidad prometían producir más a menores precios, pero la transición acabó con los medios de producción tradicionales, la descentralización de los medios de producción y el autoabastecimiento.  La aparición de las harineras, modernas fábricas que funcionaban mediante electricidad, sin necesidad de aguas, muelas de periódico mantenimiento, ni otras dependencias, hizo ruinosa la explotación de los molinos.  En Muniesa se instaló una harinera y en Moyuela dos(5).  El gobierno indemnizó a los molinos harineros por la pérdida de producción consecuente, y estos se dedicaron, en lo sucesivo, a la producción de piensos para animales únicamente, basados en la cebada o el centeno.  Pero este fue el canto del cisne para muchos molinos tradicionales, puesto que los piensos compuestos ya comenzaban a tomar el relevo de los piensos sencillos.

Cárcavo del molino de la Cueva
A la derecha Miguel Simón, en el cárcavo del molino.

Cuando el río Aguasvivas fue desviado a lo largo de todo el término municipal de Blesa mediante un canal, en 1969, bajo justificaciones económicas ajenas(6), se indemnizó a los dueños de los molinos de Blesa por la pérdida del caudal, aunque por entonces ya no estaban en uso.  Por el molino de la Cueva (o, más técnicamente, por su salto) se pagaron unas 200.000 pesetas y por el Bajo alrededor de 150.000.

El molino de la Cueva se mantuvo en funcionamiento hasta mediada la década de los cincuenta, tras lo cual pasó a engrosar la lista de lugares que aúnan el encanto con el misterio de lo antiguo.  Durante siglos fueron imprescindibles para los pueblos, pero al fin perdieron su utilidad, y al no pesar sobre ellos la carga del trabajo durante tantos años, seguramente nunca los volveremos a ver funcionar.  A pesar de ello, aún podemos disfrutar de su frescor, la cercanía de los ríos y la tranquilidad de los lugares aislados cargados de historia, siempre tan evocadora para los que tienen un alma capaz de apreciarla.


Agradezco a Miguel Simón Bartolo su esencial colaboración para elaborar este artículo.



Notas

1.- Hay que ser conscientes de que esta favorable circunstancia no era lo más normal en la explotación de los molinos.  Dependiendo del lugar, la región y la época del año, podía tenerse que esperar toda la noche a que se llenara la balsa y conseguir la suficiente presión para trabajar veinte minutos diarios.

En Blesa, al ser este molino el primero en aprovechar la acequia del azud del Hocino, disponía de todo el caudal de la misma, sin ninguna restricción, ni aun estacional.  En verano, cuando más escaseaba y más necesaria era, el agua que el molino había aprovechado se repartía por días de la siguiente forma (según me comentó Facundo "el molinero"): el jueves para los huertos bajos de la margen derecha, el viernes y sábado para los huertos altos de la margen izquierda, y los domingos, lunes, martes y miércoles para el molino Bajo y la Vega.

2.- La voz "maquila" procede del árabe (makila), donde era una medida de capacidad para medir el grano.  De nuevo encontramos el pago de un servicio basado en el trueque y no en la moneda, algo muy significativo, y todavía más, que llegase hasta nuestros días.

 Un almud equivale a 1,4 Kg (1,87 litros), y 12 hacían una fanega o hanega.  La talega era un saco de tela con capacidad para unos 70 kilos de grano, de forma un tanto estirada (si los comparamos con las proporciones de los sacos actuales de cemento), que por su altura hacía más cómodo el levantarla.

  Aunque el sistema métrico decimal se introdujo en España en 1849, siendo obligatorio para los particulares a partir de 1868, el uso de las medidas antiguas tanto lineales, de superficie o capacidad, pervivió en el medio rural hasta bien entrada el siglo XX.  De hecho, en nuestro pueblo, en el año 2000, todavía es más fácil oír hablar de las juntas que tiene un campo que de sus hectáreas.

3.- Esta central eléctrica de Bernad y Cía, estuvo en activo desde 1904 a 1964.  Posteriormente la absorbió Eléctricas Reunidas de Zaragoza, la modernizó y la puso en servicio en 1989.  Está enclavada en un bonito paraje del río Martín que merece la pena visitar.  Se nutre del agua que conduce una acequia a lo largo de 3.820 m (un tercio en túnel), que bordea los cañones del río por la margen opuesta a donde se sitúa la central.  En sus inmediaciones, cruza sobre el río una tubería con pasarela, de 51,2 m que salva 33 m de desnivel.  Cuando la central no está en producción (ya que al parecer se mantiene a modo de reserva), el caudal de la acequia desagua en el río y forma una preciosa cascada sobre las peñas calizas de la margen derecha.

Uno de los promotores de la electrificación fue el abogado de Albalate Don Pepe Rivera.  Nunca ejerció la abogacía, pero aprovechó sus amplios conocimientos técnicos industriales en esta rama.  Fue el alma de la Sociedad "Rivera, Bernad y Compañía" que construyó la central mencionada.  El "ingeniero" era bastante popular; en Muniesa cantaban esta copla:

Muniesa ya no es Muniesa - porque se ha vuelto ciudad,
porque don Pepe Rivera - ha traído electricidad

4.-Tenemos noticias de que en Huesa se inauguró el alumbrado el 19 de marzo de 1924, generado por una "central eléctrica" que montó en el molino de su propiedad el rico del lugar, José María de Latorre.

5.- La electrificación de los pueblos no sólo proporcionó luz eléctrica.  También permitió construir molinos harineros modernos en pueblos que hasta entonces no contaban con él, como Muniesa, que así se liberó de la necesidad de llevar a moler su cereal a los molinos de otros términos.  En ese pueblo se construyó uno junto a la antigua sacristía de la iglesia.  En el libro "Historia de Muniesa" cuentan que en 1913 aproximadamente un chaval de Muniesa murió de frió al regresar del molino de Blesa con una caballería portadora de una talega de harina, sorprendido por una tempestad de nieve.  Nuestro vecino, José Goez, todavía recuerda la cruz conmemorativa del suceso cerca del alto de la Envista, que desaparecería posiblemente al hacer la carretera en el mismo trazado.

6.- A esta desviación del Aguasvivas se unió una acusada disminución de caudal desde finales de los años 70, lo que ha hecho desaparecer el ecosistema fluvial.



Blesa, un lugar en el mundo

Última actualización: 23 de enero de 2008