unque el molino Bajo es el molino más reciente de Blesa, no por ello nos ha dejado de sorprender la cantidad de anécdotas dignas de saberse y recogerse que ha acumulado en siglo y medio. Y es muy interesante su recopilación dado que sus historias habrán de contarse a los visitantes que a partir del 2009 lo verán, convertido en museo didáctico y centro de interpretación de la ruta de las presas históricas del río Aguasvivas.
Cuando pretendemos recopilar la historia de un molino, sus constructores y molineros, siempre queremos comenzar por principios sólidos, fechas, documentos, de los que no siempre disponemos. En la primera edición de este artículo (publicada en Internet en www.blesa.info en 2003) la mayoría de los detalles los aportó el testimonio oral del último molinero de una larga saga familiar. Afortunadamente, en diciembre de 2007 hallamos un documento de un pleito en que se datan muchas de las fechas y propietarios del siglo XIX, y retrasa la existencia del molino Bajo varias décadas.
Un nacimiento muy pleiteado
Aunque en el catastro figura que el año de construcción del molino Bajo fue 1890, esto no es así.(1) En el Archivo Provincial de Zaragoza existe documentación judicial que informa de que en 1859 Miguel Cólera solicitó del Ayuntamiento de Blesa “... la debida autorización para construir [un molino] en la parte baja del pueblo y sitio inculto llamado Peña de la Granja...” [folio 8 rev.], aprovechando como fuerza motriz las aguas de la acequia de la Vega. Era la misma acequia que impulsa el otro molino, el Viejo (o de la Cueva), que en aquel entonces era propiedad de Pablo Magallón, vecino de Muniesa, quien lo adquirió como bien desamortizado, y que se encuentra aguas arriba.(2)
Del mismo documento obtenemos la confirmación: “...cuya concesión fue concedida por el Ayuntamiento y aprobada por el Sr. Gobernador civil de la Provincia previo dictamen del Consejo Provincial y Leccion de Govierno despues de legitimarse la adquisición del terreno en que el nuevo molino había de construirse.” [folio 9 anv.]
La construcción debió de ser rápida o estaba ya iniciada por entonces, pues sólo dos años después ya encontramos que la necesidad de caudal del nuevo molino iba a ocasionar un pleito, al afectar: al molino de la Cueva, a uno de los tres batanes de Blesa que estaba cercano al viejo molino, a los regantes de la margen contraria y un poco a otros vecinos del lugar.
"Resultando que siendo al parecer insuficientes las aguas de la acequia de la Vega para impulsar a dar movimiento al molino de nueva construcción se permitió su dueño el Miguel Cólera, aunque el Ayuntamiento asegura tenerlo así visto de costumbre, el establecer una tajadera o represa a la distancia de tres o cuatro metros del sitio en que las aguas se dividen privando por este medio a la acequia de Aliendres del caudal que antes recibiera para el riego de las fincas de la margen derecha del río y movimiento del batán, produciendo cierto embalsamiento que embarazaba el libre juego de la piedra o piedras del molino de Magallón, por todo lo cual se acudió por este y por el dueño del batán solicitando entre otras cosas del Sr. Gobernador civil de la Provincia se hiciera desaparecer la dicha tajadera, habiendose así acordado el 22 de noviembre de 1861 y confirmado después de otras o parecidas reclamaciones gubernativas el 18 de febrero de 1863." [folios 10 anv. al 11 anv.]
Obligado el molinero a quitar la tajadera lo hubo de sustituir por “piedras y cespedes movibles” en el mismo lugar, que dieron lugar también a nuevas reclamaciones gubernativas. Ello motivó que acudiese a Blesa una inspección, el Ayudante de obras publicas D. José Antonio Roa y unos peritos molineros, quien realizó las pruebas oportunas para conocer los perjuicios del dique. Llegaron a la conclusión de la “no existencia de perjuicios materiales en el edificio ni tampoco en el movimiento y fabricación de harinas”.
Tras este informe, aunque sabemos que siguió habiendo quejas por las soluciones alternativas aplicadas para reconducir o represar el agua de la acequia, desde 1868 hasta el mes de agosto del 1878 no hubo pleitos legales. Pero a partir de entonces sí. Los pleitos los heredó el joven yerno de Miguel Cólera, Miguel Galve Bello (que tenía 27 años en 1880 -según el censo electoral de diez años después,- y en el cual no figuraba ningún Cólera), casado con Teresa Cólera.(3)
Asociados los tres dueños de casas y varios regantes de huertos de Aliendres, presentaron ante los tribunales de justicia nuevo pleito por “no haber sido obgeto de concesión al construir el nuevo molino mas aguas que las de la acequia de la Vega al ponerse las piedras y cespedes donde antes colocara la tajadera, haciendo por este medio retroceder las de la acequia de Aliendres, se seguían perjuicios al molino viejo, a los regantes de dicha partida, al dueño del batán y a los tres propietarios de casas situadas sobre la acequia de la Vega”. Pretendían se quitase la barrera de la acequia, se indemnizara a los dueños de casas y batán por las molestias y pagase las costas.
Este documento del Archivo Histórico Provincial de Zaragoza es rico en datos. Gracias a él:
- conocemos el nombre del comprador del molino de la Cueva de Blesa, Pablo Magallón y Alcaine, vecino del pueblo de Muniesa;
- nos dan el nombre de uno de los bataneros de la población (había tres en 1855 según el Diccionario de Madoz), Manuel Plou Martín, y un poco más adelante nos indicarán donde se encontraba el batán (este detalle es doblemente valioso pues de los tres que se mencionaban históricamente, sólo quedan ruinas de uno y del tercero no conocíamos la localización exacta); también nos informan de que a la altura de 1880 "está actualmente destruido";
- por añadidura nos dan los nombres de propietarios que tenían huertos en la partida de Aliendres: Lucas Burriel Roche, Mariano Pérez Serrano, Leandro Pérez Magallón, Gavino Arnal Royo, Juan Esteban Pérez, Juan Conde Ruiz, Manuel Iranzo Pérez, Clemente Lou Beltrán, Pedro José Allueva Lou, Florencio Royo Calvo, José Millán Bello, Juan Bailo López, Felipe Bello Artigas, Nicolás Serrano Arnal, Joaquín Mercadal Fleta, Joaquín Martín Bello, Raimundo Nuez Artigas, vecinos todos de Blesa;
- Y sabemos de otros tres vecinos: Pablo Gracia Martín, D. Timoteo Forniés Ardid y Gavino Arnal que eran propietarios de casas situadas sobre la acequia de la Vega.
El final del pleito de 1880
Los argumentos entre demandantes y demandado estaban encontrados. En el razonamiento de la sentencia se reconocía que “NO habiendose concedido al demandado Miguel Galve las aguas de la acequia de Aliendres y persistiendo encauzarlas en la de la Vega por medio de un dique móvil que colocaba desde el año de 1868 en el sitio de la separación de las aguas de las dos acequias, se estaba en el caso de prescribirle y condenar a su causante a la indemnización de los perjuicios ocasionados al dueño del antiguo molino, al del batán y los tres dueños de casas situadas sobre la de la Vega;“. Pero aunque no se le había concedido ese caudal, éste no lo usaba cuando tenían derecho a regar los regantes de Aliendres.
Por otro lado, la supuestamente gran contestación social que tenía dicha concesión de aguas y los supuestos daños o molestias no eran tales para todos los vecinos. La sentencia reconoce que hay muchos otros regantes en Aliendres y otras casas sobre la acequia de la Vega, y que es el rico dueño del molino viejo el que se los ha ganado con una condición muy interesada:
“siendo bastantes más los regantes con las aguas de la acequia de Aliendres y haber otros dos dueños más de casas en la de la Vega se habían aquietado o estaban conformes con la concesión de aguas al Miguel Galve inclusas las de la acequia de Aliendres, mientras los demás demandantes que coadyudaban la demanda habían sido traídos a los autos por consejo e inducción del propietario D. Pablo Magallón a cuya cuenta habían de correr los gastos y costas del litigio “(fol. 16).
Pablo Magallón podía pagar las costas del juicio con tal de embarazar el uso del molino Bajo.
La sentencia es larga y tiene numerosos puntos que no vamos a detallar,
en la versión publicada aquí. Sí comentar que uno
de los argumentos de la defensa era el tiempo transcurrido tras la concesión
hasta el momento del pleito, lo que obraba a su favor. “los dichos
regantes de Aliendres y dueños de las casas edificadas sobre la
acequia de la Vega toleraron sin reclamación ni queja alguna la
concesión [fol.20] de aguas para el molino nuevo desde 1859 al 60 en
que tuvo lugar siendo todos vecinos del pueblo de Blesa cuya concesión
como hecha por autoridad competente debe reputarse como título
legítimo y trascurrido por otra parte próximamente veinte
años del uso de dichas aguas espresados regantes y propietarios
con su tolerancia y consentimiento por tanto tiempo han reconocido y asentido
al aprovechamiento de las aguas de las dos acequias por parte del demandado
[33] Miguel Galve y su causante Miguel Cólera sin que hoy puedan
valida y legalmente oponerse a ello“.
No habría prescripción
para los “al D. Pablo Magallón y Manuel Plou, dueños
del antiguo molino y Batán que han venido reclamando contra la
concesión hasta el año y aún después de 1868“.
Pero, ahí pesó el informe de los peritos que no encontraban
perjuicios en “la colocación del dique móvil de piedras
y céspedes que se colocan al nacimiento de la acequia de Aliendres
para aumentar el caudal de las de la Vega, como perjuicio alguno al molino
del D. Pablo Magallón, al batán de Manuel Plou ni a tres
de las cinco casas construidas sobre dicha acequia de la Vega, ni tampoco
a los regantes de la partida de Aliendres”.
Se procedió en
vista de todo absolver al demandado Miguel Galve Bello. Eso sí
“sin hacer espresa condenación de costas sino que por falta
de temeridad manifiesta, cada una de las partes satisfagalas por sí
y para sí causadas y las comunes por mitad.” Esto se redactó
en Zaragoza, el 20 de mayo de 1880.
Aún presentaron “la parte de Pablo Magallón” una apelación para que “indemnizara a los demandantes ... los perjuicios que les haya podido causar durante el tiempo que había tenido obstruida la acequia y al pago de las costas.” Pero a esta apelación, no compareció más que una parte, el molinero Miguel Galve. Por ello “declaramos desierto el recurso de apelación que interpuso la parte de D. Pablo Magallón y consortes de la sentencia dictada en el presente pleito por el juez de primera [48] instancia de Montalbán, a cuya parte condenamos en las costas con motivo de la apelación causadas”.
Un ejemplo de caciquismo
Así como todo lo anterior está documentado en el tiempo y escrito, la siguiente anécdota es un testimonio oral del último molinero. Como no nos pudo dar datos cronológicos concretos, habría que intentarlo encajar en un momento muy al principio de la historia del molino Bajo, o bien, ya a finales del XIX. Recordemos que el molino de la Cueva de Blesa, tras siglos como importante fuente de ingresos para el municipio,(4) terminó, nos contaba Facundo Serrano, en manos de Tomás Royo, un hacendado con bienes en Muniesa y Blesa al menos. Esta persona figura en las contribuciones industriales de 1934, Tomás Royo Esteban,(5) cuando ya era bastante mayor.
¿Cuál es la relación entre Pablo Magallón y Tomás Royo? Como hemos podido comprobar eran familia; en concreto Tomás Royo se casó con una nieta de Pablo Magallón. En 1882 encontramos un protocolo notarial que es un “Acta de requerimiento solicitando consejo para contraer matrimonio, por Doña Francisca Magallón y Calvo, de 26 años de edad, propietaria. Dice que tiene proyectado contraer matrimonio con D. Tomás Royo y Esteban, soltero, de 27 años domiciliado en el pueblo de Plou. Con el objeto de acreditar la petición ... que en defecto de padres debe prestar su señor abuelo paterno D. Pablo Magallón, vecino del pueblo de Muniesa”.(6)
Tomás Royo pudo ser propietario del molino desde finales del siglo XIX hasta que se vendió a la Sociedad de blesinos sobre 1931. Facundo no conoció a Andrés Cólera, pero creía muy probable que fuese este mismo personaje quien construyó el molino Bajo, (“o casi”). No nos pudo asegurar si no se trataría de un hermano de su abuela. Hoy en día sabemos que no fue Andrés Cólera quien levantó el molino.
El hecho de que los otros molinos harineros blesinos, el del Vado y del Galindo, fuesen aprovechados principalmente por los vecinos de Muniesa y otros pueblos, y su relativa lejanía del casco urbano de Blesa, convertiría de facto al cercano molino de la Cueva en el principal lugar de molienda de la elevada población blesina (1.240 habitantes en 1887 y 1.271 en 1897). Además, el molino de la Cueva podía aprovechar todo el caudal recogido por la acequia molinar, sin necesidad de compartirlo con regantes ni otros ingenios hidráulicos, al ser el primero que se servía del gran azud del Hocino y su enorme salto, por lo que siempre fue muy rentable.
Según nos contó Facundo, Tomás Royo no debió de contemplar con buenos ojos el que Andrés Cólera levantase un nuevo molino harinero en la otra punta de la población. El molino Bajo tendría desventajas, como contar con un pequeño salto de agua que no le proporcionaría gran potencia, y el que el agua, motor de estos ingenios, hubiera de ser repartida anteriormente con los hortelanos de ambas márgenes del Aguasvivas a su paso por la localidad. Pero en cualquier caso le restaría clientes al de la Cueva, y además, estaría un poco más cerca del pueblo que el suyo, ya que se localiza en un extremo del casco urbano.
No podemos asegurar el estado de las obras en el momento en que tuvo lugar el suceso que nos narraba Facundo, que pretendió cortar de raíz la viabilidad del nuevo molino. Lo podemos atribuir a la coyuntura caciquil que reinaba a la sazón y al interés particular y monopolístico. Nos contó que cuando estaban trabajando en el cavado del nuevo tramo de acequia que debía desembocar en la balsa del molino Bajo, para lo cual ya habían comenzado a labrar la roca que allí podemos ver hoy en día, el propietario del molino de la Cueva, compró intencionadamente el terreno, único lugar por el que podía transcurrir la acequia molinar, debido a la configuración montañosa del entorno.
Tal actuación, legal pero que denota cierta ruindad, no arredró a los decididos molineros Cólera. ¿Se iba a salir con la suya el propietario contrario? La solución con que burlaron al susodicho fue continuar la acequia molinar por el único lugar posible, por dentro de la montaña. Así que “pidieron permiso al tío Blas, el Gabachero, para cavar el túnel bajo su propiedad”, tal como hoy podemos ver en las inmediaciones de la balsa, recorriendo aproximadamente diez metros bajo la peña rocosa, con una anchura aproximada de medio metro y una altura de más de dos.(7)
Como huella de este suceso, si observamos la peña que se hunde en el suelo de la placita del molino, se aprecia que está tallada una curva, que era trazado original de la acequia.
Como sugerimos, es posible que lo narrado sucediese como se cuenta aunque los nombres y la época fuese previa, ya que ocurrió mucho antes del nacimiento de Facundo, nuestro informante.
Una noticia antigua de Blesa en la prensa
Una de las noticias de prensa antigua sobre Blesa data de septiembre de 1898, y en ella se menciona una mejora técnica que se realizaba en un molino blesino(8):
"Por el inteligente y laborioso montador D. Nicanor Hernández, se ha instalado con gran éxito en el molino de Andrés Cólera de este pueblo una turbina sistema "Fontaine" construida en los grandes talleres de los señores Pellicer y Juan de esta ciudad [Zaragoza]". (Alberto Sanz)
La noticia no menciona el nombre del molino afectado, pero gracias a los testimonios de Facundo Serrano, el último de los molineros de la saga familiar que vivió y trabajo en el molino Bajo, sabemos el molino de Andrés Cólera era el mismo molino Bajo.
Tempranas y continuas modernizaciones
Ahora volvamos sobre un detalle valioso de la noticia de 1898 que no debemos pasar por alto. A las pocas décadas de comenzar a operar instalaron una turbina, para sustituir al sistema tradicional de propulsión de los molinos: el rodete, unido al árbol y a las muelas. Posiblemente se hizo evidente a los dueños que el pequeño salto de agua, de menos de cinco metros y el necesario reparto del agua, era insuficiente en muchas ocasiones.
En verano, cuando más escaseaba y más necesaria era el agua, ésta se repartía por días de la siguiente forma, según me contó Facundo “el molinero”: el jueves para los huertos bajos de la margen derecha, el viernes y sábado para los huertos altos de la margen izquierda, y los domingos, lunes, martes y miércoles para el molino Bajo y la Vega.
El molino Bajo no tiene un cubo, como los más antiguos. La turbina(9) era un gran avance que en el molino de la Cueva no se instalaría hasta los primeros años 30, ya que tenía una potencia mucho mayor gracias a su salto de agua.
Otra deducción que podemos lanzar como hipótesis, es que en 1898 el molino Bajo ya era rentable, pese a la competencia, pues afrontaron una importante inversión de futuro que les permitiría moler más cantidad de cereal.
No obstante, con la instalación de la turbina, los molinos perdían parte de la altura del salto original. Los rodetes se instalaban en la parte más baja del edificio, prácticamente a la altura del río y los cimientos, y con un eje directo a las muelas, mientras que las turbinas se colocaban en las dependencias más bajas, pero no en el cárcavo, ya que había que mantenerlas, ajustarlas y disponer de más espacio para los engranajes, árboles y correas que transmitieran la fuerza de su eje horizontal al vertical de las muelas. La turbina del molino Bajo está metro y medio por encima del río.
La turbina que montaron en 1898 no es la que hoy vemos en el molino Bajo. Según nos relata Facundo, su tío Donato, uno de los copropietarios y molineros del molino Bajo, se cansó de la limpieza que le requería la turbina y acabó rompiéndola, (calcula que aproximadamente por 1912-14), por lo que volvieron a utilizar el tradicional sistema de rodete. Al parecer, se introducían entre los álabes tierra y hojas que llevaba mucho trabajo quitar.
A comienzos de los años 30 los propietarios decidieron volver a invertir en la modernización del molino. Nos informa Facundo que invirtieron 30 o 40.000 pesetas de la época en la nueva maquinaria, la turbina, nuevas muelas y un motor de gasóleo.
El motor de gasóleo era para poder moler cuando faltara
agua. Vinieron unos años muy secos y en aquel entonces molieron
muchísimo. Le sacaron mucha rentabilidad. Nos cuenta la anécdota
de que era tal la escasez de agua que no había suficiente ni para
la refrigeración de motor de gasóleo Algunos clientes que
esperaban, para disminuir la espera, ayudaban a los molineros a recoger
agua del cercano "pocico Torres" en el río, para la refrigeración
del mismo. Cuando al cabo de los años, en la posguerra, se rompió
el motor, el mismo montador les compró el bloque motor, ya que
era tecnología alemana, escaseaban los motores y los repuestos
y lo pensaban tomar como modelo. Comprobaron que se podía hacer
funcionar y les pagaron prácticamente lo que les costó nuevo
unos años antes.
Facundo nos cuenta que Mosén Melitón, el cura que ejerció en Blesa entre 1916 y 1933, le dijo alguna vez a su padre:
"Tío Antimo, cagüen diez, he contado las talegas que tienen en la Cueva, y tienes tú más talegas para moler que ellos ¡Ay que ver!".(10)
Para marzo o abril su padre Antimo vendía un vagón de trigo (10.000 Kg).
También instalaron la gran turbina de aspiración que hoy podemos visitar en el sótano. Como el salto de agua del molino era pequeño, colocaron una gran turbina de 1,60 m de diámetro, que según luce la placa, es del fabricante Juan Bandrés, de Tolosa (Guipúzcoa). Para introducirla en la estancia del molino donde se montó, rompieron el techo de la misma y la bajaron al sótano entera. Tras ello volvieron a cerrar la bóveda, tal como se aprecia en la habitación.
La inauguraron el 10 de agosto de 1934, fecha que Facundo recuerda muy bien por que dicho día se cayó de cierta altura, dejándole una señal en la cabeza. La característica de esta turbina, más moderna tecnológicamente que la primera, es que realiza fuerza a la entrada del agua, por su peso, y también al expulsarla hacia abajo, por el vacío de presión que produce.
Según nos comenta Facundo, esta gran turbina trabajaba muy bien con un flujo de 200 litros por segundo, si bajaba a 150 l/s había que parar y esperar a que se llenara la balsa. Hay apenas cuatro metros de altura entre la balsa y la entrada de la turbina (entre la balsa y el viejo rodete del cárcavo habrá unos cinco).
En 1933/34 también incorporaron nueva maquinaria en el molino,
del fabricante y mecánico José Asensio (Zaragoza).
Las máquinas estaban pensadas para automatizar aún más
los procesos de molienda. Se introdujo, por ejemplo, la "dechinadora"
que se utilizaba a modo de porga para separar piedras y clasificar el
grano. Y también se desplazaron las muelas de lugar.
Trabajando en el molino
El molino trabajaba muy bien en otoño e invierno, cuando no había regantes y disponía de casi toda el agua. Sus clientes eran generalmente de Blesa, pero también de otros pueblos como Cortes o Plenas. Siempre fue un molino muy descansado para el molinero, y molió mucho, a pesar de que no tenía el agua disponible en exclusiva, como ocurría en el molino próximo al Hocino.
Facundo nos recuerda algunos detalles técnicos del trabajo en el molino, como que las piedras de moler eran francesas, de la Ferté de 1,40 m de diámetro y pesaban aproximadamente una tonelada. Estas debían de girar entre 130 y 140 veces por minuto. Si giraban más rápido estropeaban el grano y la harina era de peor calidad. Las partes móviles y rodamientos se solían engrasar con sebo.
En este molino molía de 130 a 140 Kg por hora. Si se quería hacer más, empeoraba la calidad. Recordemos que cada talega contenía 70 Kg, y que los molineros cobraban tres almudes de harina por talega.
El desgaste de las piedras era constante, y si se molía día y noche, cada cuatro o cinco días debían de proceder a picar los relieves de las mismas para que conservasen su poder abrasivo. Hay otro tipo de piedras, las artificiales de cemento que no requerían tanto mantenimiento y si se usaban bastante era suficiente con picarlas cada medio año.
El relieve de las piedras no es uniforme, y Facundo nos cuenta que del interior al exterior las rayas se dividen en: pechos, antepechos y molientes. Se trata 14 ó 16 radios y dos o tres bandas (llamadas machones o rayones). En la fachada del molino Bajo de Blesa se reproduce con fidelidad el grabado de las muelas de molino. En concreto este esquema reproduce el de una de 1,40 m de diámetro.
Las herramientas para devolver el "vigor" a las piedras eran: las bucharras que son una especie de molde o plantilla para hacer los molientes y otra para los rayones. Los picos para picar las piedras y repasar sus relieves deben ser bastante precisos. Facundo nos dice sobre los martillos: el pico llano y el de punta para picar los rallones y piquetas para los molientes. Estos picos debían tener un punto concreto de dureza; si el metal era relativamente blando se quedaba romo enseguida, y si era muy duro, rebotaba y lanzaba chispas. El padre de Facundo solía llevar a templar sus herramientas a un herrero muy bueno en la técnica de templar las herramientas que trabajaba en Burbáguena (a mitad de camino entre Calamocha y Daroca).(11)
También recuerdan que había un "Picalimas" en el Paseo de los Plátanos de Zaragoza donde compraban o afilaban alguna herramienta.
No todo era fundir y picar, también había que unir piezas, como la muela volandera (la que gira sobre la muela solera) con la "labija" con el árbol. Para soldarla, nos contaba, "echábamos azufre y pegaban" al fundirse.
...Y jugando en el molino
Varios blesinos nos han dado testimonio de que en el molino no sólo se trabajaba, sino que también jugaban. Manuel Artigas (el Majete) y Facundo nos recuerdan que en el mismo patio del molino practicaban algunos de los juegos populares de fuerza y habilidad.
Destacan el de ver quién llegaba más lejos en tres brincos sin carrerilla. Se saltaba desde la puerta, y en tres saltos seguidos había quienes llegan al primer escalón o al segundo de los que suben hacia la máquina de porgar el grano, camino de la cocina.
Otro "deporte" popular era el levantamiento de talegas, en el que los molineros solían llevar la ventaja de su gran práctica. Las talegas llenas de grano pesaban 70 Kg, más uno del propio saco. Había quienes eran capaces de levantar incluso dos talegas.
Una saga de molineros
Dados los antecedentes de pleitos por el ajustado caudal de aguas de la acequia de la Vega, entendemos mejor una de las razones que pudieron llevar al molinero a modernizar el sistema motriz del molino. La turbina, sistema mucho más eficiente que los rodetes.
Facundo no conoció a Andrés Cólera, pero cree muy probable que fuese este mismo personaje quien construyó el molino Bajo, ("o casi"). No nos pudo asegurar si no se trataría de un hermano de su abuela.
Buscando pistas que se refieran a Andrés Cólera, hemos consultado diversos censos electorales de Blesa (de 1890 y 1897),(12) comprobando que no se encuentra en ellos, ni tan siquiera alguien con dicho apellido. Como en las respectivas elecciones sólo tenían derecho a voto los varones mayores de 25 años, nos encontramos ante la duda de que, o bien era más joven, o probablemente no estaba empadronado en Blesa. Facundo cree que Andrés Cólera procedía de la localidad zaragozana de Villanueva de Huerva.(13) A pesar de la escasez de fuentes de esta época en Blesa, entre los restos del Archivo Municipal de Blesa encontramos una referencia de 1869 en que un tal Andrés Cólera Pérez figura como uno de los pequeños terratenientes blesinos, de Alacón. Esta sería pues la localidad de residencia del mismo en ese momento (si fuese el mismo).
El molino Bajo es el más moderno de los tres que aún hoy existen (en mejor o peor estado de conservación) en el término de Blesa. El porqué un emprendedor, quizás forastero, afrontaba la construcción de un molino en un pueblo donde ya existían tres (La Cueva, el Vado y probablemente el del Galindo) es una de las cuestiones que nos gustaría conocer.
Lo que sí hemos podido localizar en diversas fuentes de esas fechas son los inscritos como molineros. En 1897 había seis molineros en Blesa, un número bastante elevado(14):
Edad | Domicilio | |
Magallón Arnal, Joaquín | 35 | C/ Mayor |
Magallón Arnal, Lorenzo | 30 | C/ Mayor |
Royo Paracuellos, Manuel | 27 | C/ Verde |
Colás Mateo, Pascual | 36 | C/ Castillo |
Serrano Pérez, Prudencio | 27 | C/ Baja |
Gracia Jarque, Tomás | 50 | C/ Medio |
Prudencio Serrano era abuelo de Facundo y quien trabajó en el molino Bajo.
La secular práctica por la que los oficios pasaban de padres a hijos, no es nunca más cierta que en el caso de esta familia de molineros:
Prudencio Serrano Pérez (Blesa, 1870 aprox. 1933 o 1934). El abuelo de Facundo provenía de una familia de molineros, ya que la madre de Prudencio, Teresa, era molinera y procedía de Maicas, mientras su padre, Mariano, también de Maicas fue herrero hasta que se casó y cambió de oficio. Inauguró el molino del Val de Muniesa, un molino que funcionaba mediante energía eléctrica, frente al viejo matadero del lugar, y que finalmente se abandonó, pues no conseguía bastante electricidad para trabajar con la que le proporcionaba la central de Rivera.(15) Trabajó en el molino Bajo de Blesa. Se casó con Avelina Salas(16) y tuvieron siete hijos: Mª Teresa, Donato, Antimo, Manuel, Regina, Lorenzo y Amparo. De estos Manuel y Donato emigraron a Argentina, Mª Teresa y Amparo se hicieron monjas y Regina marchó a Francia.
Fotografía de la familia de molineros sobre 1914.
De izquierda a derecha: Antimo Serrano Salas, Amparo Serrano Salas, Avelina
Salas Cólera,
Manuel Serrano Salas, Lorenzo Serrano Salas, Prudencio Serrano Pérez,
Regina Serrano Salas.
Fotografía de Mª Teresa Serrano
Donato
Serrano Salas, hermano de Antimo, seis años mayor que él.
Trabajó en el molino Bajo pero luego se fue a la Argentina con
otros blesinos.
Lorenzo
Serrano Salas (1909-1989). Sobre el 44-45 trabajó en el molino
del Vado. Se casó con Vicenta Blasco Carbó y fueron
padres de Mª Teresa y Prudencio.
Antimo
Serrano Salas (Blesa, 1897-1972). Sobre 1920 al 24 Antimo compró
a sus hermanos la parte correspondiente del molino para que quedase
de su exclusiva propiedad. Antimo recibió educación eclesiástica
en el seminario de Belchite y cantaba en el coro de la iglesia. Se casó
con María Benita Nebra Aznar (Muniesa 1901-1976) y fueron
padres de Facundo, Ángel y Consuelo.
- Antes que en Blesa fue molinero en Villanueva de Huerva (Zaragoza),
cuyo molino era también central eléctrica.
Ángel
Serrano Nebra (1923-1980). Trabajó en el molino desde los
12 a los 27 años aproximadamente, dedicándose luego a
otras actividades comerciales como el comercio de la cera y la miel.
Se casó con Fabiana Mercadal Garcés y fueron padres
de Ángel y Consuelo.
Facundo
Serrano Nebra (Blesa, 1927-Zaragoza 2005), hijo de Antimo y de María
Benita. También trabajó una o dos campañas en el
Molino Nuevo de Huesa del Común, sobre 1944 al 1946 aprox. Se
casó con Manuela Arnal Mercadal (Blesa, 1924) y fueron padres
de Mª Amparo y Antimo Mariano.
- Se marchó de Blesa en 1962 y recaló en el molino Fuentes
Calientes (Teruel), donde este se alimenta de un manantial
caliente. Cuando instalaron el agua corriente en Fuentes Calientes se
la quitaron al molino, y el pueblo lo compró al molinero. Tras
ello emigró a Zaragoza.
El extraño paréntesis de la guerra civil y otras curiosidades de antaño
Facundo se crió en el molino Bajo y recuerda anécdotas que le transmitieron de pequeño y otras que vivió de mayor.
Por ejemplo, algunas partes del molino Bajo son incluso más antiguas que el propio molino. Incluso la barandilla del balcón de la fachada tiene su historia, nos decía, mientras nos hacía notar la presencia de diversos impactos semiesféricos que se aprecian en sus balaustres. Según nos relató, son huellas de impactos de balas redondas recibidos en las luchas de la Guerra de la Independencia en Zaragoza, donde se compró dicho balcón, de segunda mano.
Bajo relieves y pinturas de la última guerra civil. A las pocas semanas de comenzar la guerra civil española de 1936, la zona de Blesa fue ocupada por columnas anarquistas que habían partido de Cataluña para liberar Aragón, cuyas capitales y zona occidental estaba en manos de los militares rebeldes.
Fieles a su ideología libertaria, en todas las zonas bajo su dominio, que comprendía gran parte de Aragón, pretendieron eliminar el capitalismo y el individualismo, construyendo una nueva sociedad idealista, igualitaria, donde no existía propiedad privada, los bienes de producción estaban colectivizados y cada cual trabajaba para el esfuerzo comunitario y de guerra, recibiendo a cambio lo suficiente para vivir, directamente en especie (alimento, ropa, asistencia de otro tipo...).
Desde el verano de 1936 al verano de 1937 los Comités anarquistas dominaron esta zona, al margen del poder central republicano que intentaba organizar en la retaguardia un Estado y un nuevo Ejército Popular. Los molineros siguieron trabajando en el molino Bajo, pero en consecuencia al nuevo sistema económico, trabajaban y molían para cualquier vecino sin cobrar maquila. Los agricultores, pastores, artesanos trabajaron de igual modo.
Una anécdota. De esta época data el bajorrelieve tallado en una pared del patio del molino, un perfil de estilo clásico, como los de los emperadores romanos. Un miliciano llamado Ángel Bueno lo esculpió, y al parecer, la alusión al emperador romano que representaba fue motivo para que un mando le reprendiera seriamente. Los matices políticos de esta nueva sociedad llegaban, por supuesto, incluso a las representaciones artísticas, donde los dictadores clásicos eran un símbolo a derribar.
Desde agosto y septiembre 1937, el gobierno republicano fue recuperando el control de las zonas que estaban bajo el control de las colectividades anarquistas, normalmente utilizando la fuerza; en Blesa se deshizo la colectividad, y los molineros volvieron a moler, cobrando la maquila.
Antimo pudo entonces volver a acumular un gran volumen de trigo. Pero en plena guerra civil, los encargados de abastos vinieron un día a Blesa y le requisaron todo lo acumulado para las necesidades de guerra.
Desde ese momento, siguió trabajando y cobrando la maquila, pero
tampoco esta vez podría beneficiarse de su trabajo. El trigo acumulado
hasta 1938 se lo llevaron de nuevo, pero en este caso, los del otro bando,
cuando el ejército de los nacionales tomó esta zona de la
provincia.
Antimo y toda su familia salieron de Blesa cuando el frente de Aragón (en esta zona desde la sierra de Anadón y de Oriche) se desmoronó en la ofensiva de marzo de 1938 y los nacionales llegaron a Blesa precedidos del bombardeo.(17) Antimo tardó en volver, y Facundo un tiempo, durante el cual el molino lo estuvieron utilizando como propio los propietarios del molino de la Cueva.
Gracias a documentación que hemos estudiado en 2019 sabemos que el 2 de noviembre de 1938 se publicó el pliego de condiciones del arriendo en pública subasta del molino Bajo de Blesa(18). Se haría por pliego cerrado por un mínimo de 700 pesetas. El rematante se obligaba a satisfacer por su cuenta cuantos gastos puedan originarse para poner en marcha la industria de molinería y los desperfectos que ocurran o pueda haber en la maquinaria. También tendría obligación de escombrar la acequia hasta el otro molino (el de la Cueva o alto).
Se debía poner en marcha en el plazo más breve, y la maquina deberá ser “como de costumbre, cuatro almudes por cahíz”.
El 6 de noviembre de 1938 se procedió a arrendar el molino Bajo de Blesa, por la cantidad de 700 pesetas anuales. Solo hubo un pliego, presentado por “Pablo Pradas en representación de La Cueva S.A.”, que no era representante del dueño huido (Antimo Serrano Salas), ni familia de los mismos, sino uno de los copropietarios del “otro molino” al que le hacía competencia desde su construcción.
Pablo Pradas no era molinero, procedieron a buscar molineros para que se hiciesen cargo, y ejercieron de molineros en esos años 1938-1939 Julio Salueña (1906-1981) y el tío Crispín Alconchel.
Dª María Nebra Aznar, familiar de los dueños legítimos, domiciliada por entonces en Zaragoza, inició en 10 de julio de 1939 el trámite para recuperar el molino Bajo de Blesa, ante el Ministerio de Agricultura, para la devolución de bienes agrícolas. La comisión municipal reunida en Blesa el 20 de octubre de 1939 acordó que “procedía la devolución de los bienes que se solicitan”.
Recientemente, durante la restauración y transformación del molino en centro de interpretación (2007-2008) han aparecido pintados sobre las paredes originales del patio diferentes grafitos, dibujos más o menos infantiles en algunos casos, y diversas siluetas de aspecto militar fascista italiano, así como una gran R de formas muy barrocas que resultará curioso ver.
Unos años entre la guerra y la posguerra
En 2010 realizamos una entrevista a Víctor Alconchel, uno de los molineros que trabajó en el molino Bajo durante el comienzo de la posguerra civil.(19)
Aún no había terminado la guerra cuando llegó Crispín Alconchel con su familia a Blesa. Les llamó para trabajar y hacerse cargo del molino Bajo el Ayuntamiento de Blesa, que se incautó del mismo tras entrar las tropas Nacionales en el mismo marzo de 1938, y haber huido el propietario. Se lo arrendaron a los Alconchel, porque un primo hermano de Crispín tenía amistad con los de la alcaldía y “eran los que mandaban en Blesa” -nos transmitía Víctor Alconchel-. Hablando un día los primos le dijeron “...a Blesa te puedes pasar que hay un molino”. “Era el molino del Antimo Serrano y allí estuvimos dos o tres años”.
A Víctor, joven de 12 años entonces, no le costó aprender el oficio. (...) Víctor molía por la noche, y su hermando Santos, con Crispín, su padre, por el día.
El molino Bajo estaba en buen estado: “Cuando llegas a un molino lo primero que haces es ponerlo en marcha y ver si va bien, y si no va bien a tocarlo”. “El molino estaba normal para llegar y trabajar, y el que entró después a moler”; ni adquirieron ni tocaron nada de la maquinaria. El agua del molino Alto bajaba al Bajo, con la que molían. Al molino Alto no le faltaba agua, y al Bajo entonces tampoco.
Se encontraron un molino con turbina, pero no fue problema para ellos, pues habían molido en molinos con rodete y también con turbina. Durante los años que trabajaron en Blesa no hubieron de desmontar la turbina para nada y tampoco tuvieron el motor de gasoil que luego compró la familia de molineros Serrano, para utilizarlo durante las sequías.
Aunque les había llamado el Ayuntamiento de Blesa, no trabajaban por un sueldo, sino que trabajaban por su cuenta, lo hacían por la maquila. Cobraban por cada talega, tres almudes (lo acostumbrado), cobrando siempre en especie. "La maquila no te la podías quedar, la tenías que llevar a Muniesa, al almacén del “Servicio Nacional del Trigo” -para el Gobierno-, que entonces estaba en la “fábrica de harinas” que había en la salida hacia Cortes de Aragón. Allí la recogía el jefe de almacén, y nos la pagaba". Durante el corto periodo en que trabajaron los Alconchel no se hacía estraperlo, todo fue autorizado, realizado conforme a la legalidad, y toda la maquila iba al Servicio Nacional del Trigo. Ellos tenían las talegas en el patio, las descargaban los clientes, las molíamos y se las dejábamos en el patio. Víctor nos contaba que no sabía de los escondites y dobles tabiques que décadas más tarde nos enseñó en el edificio Facundo Serrano, el último molinero del molino Bajo de Blesa.
A este molino venían también vecinos de Muniesa, algunos amigos de su padre. Recuerda que en el molino de la Cueva (de Blesa) trabajaba Gregorio, que era mayor que él, y con quien entabló buena amistad. Ese molino, como vivienda, le parecía malo del todo; “...como fuerza y bien montado está, pero estar debajo de una montaña..., a mi no me iba eso, por eso le decían el molino de la Cueva”. Y recuerda también que en el molino del Vado (de Blesa) trabajaba un hermano del tío Antimo (propietario del molino Bajo), Lorenzo Serrano Salas.
Cuando regresó a Blesa la familia Serrano, a Antimo “le arrearon y lo encarcelaron”, pero los hijos se hicieron cargo de su molino y la familia Alconchel se marchó. Los Alconchel les dijeron a los hijos de Antimo “hala, entrar, que nosotros nos vamos”. Víctor nos indica que se marcharon porque quisieron, porque los del Ayuntamiento no querían que los Serrano volviesen, y le dijeron a Crispín Alconchel: “Tu si quieres márchate, pero ellos aquí no entrarán.”, y Crispín les contestó “Eso no es cuenta mía”.
“Entonces... cosas que pasaban, cosas mal hechas, por todas partes.” reflexiona Víctor.
El canto del cisne de los molinos harineros
Ángel Serrano Nebra, hermano de Facundo, heredó el molino y aprovechó la estancia más alta del mismo, sobre la propia maquinaria, para crear allí un pequeño taller de carpintería donde fabricaba las colmenas que luego utilizaba; aprovechaba como fuerza motriz la misma que la maquinaria del molino, que transmitía a la planta superior y sus herramientas mediante correas, poleas y levas. Como prefería comerciar y trabajar con las colmenas, dejó el uso del molino en manos de Julio Salueña y su yerno Fermín Magallón. Entre 1968 y 1969 fue el último año que trabajó el molino Bajo.
En aquellos años fue cuando desviaron el curso del río
Aguasvivas y construyeron el canal de Moneva, que se puso en marcha en
1969. La Confederación Hidrográfica del Ebro compró
a los dos molinos blesinos el derecho de sus respectivos saltos de agua,
con lo cual los privaban del derecho a embalsar y en la práctica
a moler, quedando los molinos como meros edificios.
Los últimos propietarios fueron Valero Ángel Serrano Mercadal y Fabiana Mercadal Garcés, que si bien eran hijo y viuda de Ángel, uno de los últimos molineros, ya no lo usaron como tal.
Tras varias décadas de abandono, en diciembre de 2001 lo cedieron desinteresadamente a la Asociación Cultural El Hocino de Blesa, constituida a finales de 1999.(20)
Según la escritura del molino Bajo, este tiene 256 metros cuadrados de solar y 541 metros cuadrados de superficie construida.
La casa, conservada tal como debía estar hace cincuenta años, tiene muchas estancias aparte de las dedicadas a molino y carpintería, graneros, palomares, cochiqueras, corral, bodega con trujal... todo un reflejo de la autosuficiencia que cada casa pretendía conseguir. Incluso existe alguna estancia con doble fondo que data de los tiempos del estraperlo, del que nos cuentan anécdotas.
El molino conserva su balsa (aunque ya no tiene apenas más de medio metro de profundidad, frente a los cuatro o más que debió de tener). Puede accederse al cárcavo aunque no se conserva el rodete. En el interior se conservan dos muelas con sus respectivas piedras, cabrias para levantar las piedras, guardapolvos, sus tolvas desde donde caía el grano al centro de la muela, además de una gran cernedora para clasificar la harina. También encontramos las norias con sus cangilones para transportar el grano de un lugar a otro, y muchas poleas y otras herramientas accesorias como la piedra de afilar, la deschinadora...
Un nuevo renacer
Dicho molino se integraba perfectamente en los proyectos de la
asociación cultural El Hocino de Blesa para potenciar el patrimonio histórico
ligado al aprovechamiento hidráulico del río Aguasvivas,
del que Blesa es uno de las mayores representantes de la cuenca, junto
a Almonacid de la Cuba.
Este molino ha sido restaurado como casa-museo
(ya que se conservaba como hace décadas), y sus amplias instalaciones sirven a las siguientes finalidades didácticas:
- centro de interpretación de todo el sistema de aprovechamientos del Aguasvivas, sus azudes, presas, molinos, batanes, riego...
- Conserva una casa tradicional tal como es, exponiendo objetos e información de las labores y forma de vida tradicional de los pueblos, especialmente de los ligados a la fabricación de pan.
- Centro de interpretación sobre la molinería, con paneles sobre los tipos de molinos, sus fuerzas motrices, sus partes y muelas y maquinaria auxiliar...
Centro de divulgación de la Ruta de las presas históricas del río Aguasvivas
En el material multimedia del molino verás los singulares azudes y molinos harineros que se pueden visitar, por senderos marcados, accediendo andando o en bicicleta, (y a varios en coche) hallando información en cada punto de interés.
Toda la información de la ruta (distancias, tiempos, localidades, molinos, presas, excursiones...) la puede ver visitando nuestra web que las engloba en: rutas.blesa.info. Realizada por la asociación cultural El Hocino de Blesa.
Todo el patrimonio de valor está señalizado como PR Te-250, y hallarás en cada destino carteles y mesas interpretativas en la ruta de las presas históricas (en Blesa).
Ficha del molino Bajo donde puede ver fotografías de mismo ya restaurado. Te gustará visitarlo.