Blesa y su gente

Francisco Marco Simón
Catedrático de Historia Antigua

Indice I. Recuerdos sobre su infancia y Blesa
entrevista por Miguel Aznar
II. Alimentación antigua y Pensamiento
entrevista de José Luis Solanilla (Heraldo de Aragón)

III. Bibliografía sucinta

Vamos a entrevistar y conocer un poco más a blesinos que, en la actualidad, nos puedan resultar de interés a todos. Hoy traemos aquí a un blesino que emigró joven para ampliar sus horizontes geográficos y temporales de tal forma que conoce tan bien el pensamiento religioso de los antiguos pobladores como el de los actuales. Y sobre todo, los que nos consideramos sus amigos que somos muchos en Blesa sabemos que tiene un gran amor al pueblo y a todos los blesinos.

En esta página mostramos dos entrevistas que han realizado a Francisco Marco. En la primera hablan acerca de su relación con Blesa en su infancia y juventud. En la segunda, publicada hace unos años en el diario Heraldo de Aragón, con cuya autorización la reproducimos, habla acerca de costumbres antiguas relacionada con la alimentación y de aspectos más íntimos de su persona.

I. Un blesino catedrático de universidad

por Miguel Aznar Arnal

P. Además de catedrático posees otras cargos ¿no es cierto?
R. También soy Director del Grupo de Investigación de excelencia “Hiberus” del Gobierno de Aragón.


P. Tienes numerosas publicaciones ¿Cuántas, Paco?
R. En torno a 180, de ellas una decena de libros.


P. Sabes los “términos” del pueblo mejor que los que vivimos aquí. ¿A qué es debido esto?
R. Desde pequeño me encantaba acompañar a mi abuelo Alejandro. Con él fui muchas veces al Morenillo, Romanor, Las Hoces (donde tenía nogueras; a mí me gustan mucho las nueces verdes con sal), Valdoria... He estado por los cinco continentes, pero, como he dicho alguna vez (por ejemplo, en el pregón festivo de hace ya bastantes años), uno de los días más excitantes de mi vida fue cuando fuimos con el burro que tenía mi abuelo de excursión por la Sierra de Cucalón (Rudilla, Fonfría, Baños de Segura, Huesa…). La visión desde lejos de esos montes me fascinaba. Estuvimos de marcha 26 horas seguidas (yo con 11 años, mi abuelo con casi 80), llegando a las 5 de la madrugada calados hasta los huesos, ante la desesperación de la familia, que nos increpó cuando creíamos que nos iban a recibir como héroes.
Uno de mis recuerdos infantiles más antiguos (junto al primer día de clase en las Escuelas de la Plaza Vieja) es el aprendizaje –creo que con mi prima Agustina- de las provincias de España en un campo que todavía tenemos en el Corral Blanco, por donde pasamos este año camino de La Virgen de la Aliaga (por cierto, ¡qué bien sigue cantando la gente de Blesa!; esas voces me recordaron las que cantaban magníficamente la misa en latín el día de Sta. Ana). Y luego también fui con mi abuelo muchas veces a segar espliego; me encantaba. ¿Te acuerdas de la gran caldera junto al río en la que extraían la esencia de lavanda?
Pero mi primera gran aventura fue un día que me llevaron mis padres a segar a un campo de Cañamarín, en las proximidades del Molino de El Vado. Tendría seguramente 4 años. Sin que se dieran cuenta, me aventuré a dar una pequeña vuelta, y me perdí intentando volver a dicho campo. Al final, no sé cómo, conseguí volver a Blesa siguiendo los balsetes que habíamos pasado a la ida, llorando y exhausto. Yo creo que aquí están las claves de mi pasión por la geografía, los viajes o el cine del Oeste: los espacios abiertos de los escenarios primordiales de Blesa.

P. Paco, en su niñez y adolescencia, venía al pueblo a pasar largas temporadas durante el verano a casa de sus tíos, Mariano y Victoria (los padres de Miguelita) y les ayudaba en las tareas de la siega y la trilla. Cuenta a los jóvenes cómo nos lo pasábamos y la piscina donde nos íbamos a nadar.
R. Recuerdo muchísimo aquellos veranos, era fascinante visto con la perspectiva actual. Recuerdo las jornadas en la era de Valdevidales, que estaba debajo de la vuestra y al lado de la de mi primo Emilio Castro, girando sobre el trillo y oyendo las canciones de todo el mundo mientras trabajaba. Tengo la sensación de que entonces la gente cantaba mucho más que ahora, a pesar del duro trabajo y las ocasionales privaciones. Me encantaba también encontornar.
Quizás sea conveniente recordar algo para los más jóvenes. Parábamos a las 12 de la mañana, nos bajábamos a comer e, inmediatamente, íbamos a pleno sol a bañarnos a la “piscina”, que no era otra que los pozos de la antigua fábrica de El Val (o la Val). Lo malo es que había que volver rápidamente, para reanudar la trilla en la era sobre las 3 de la tarde, con más calor todavía que antes. Claro que el frescor de la zambullida nos hacía repetir cada día la excursión.

P. Paco, recuerdo aquellos calurosos días de verano cuando nos íbamos a las arboledas del río y tu nos hablabas de los Beatles y de los Rolling Stones, que en el pueblo no eran muy conocidos. Hablábamos de los rusos y de los americanos (años de guerra fría) y de otras cosas mientras cogíamos cangrejos. ¿Qué sofisticadas técnicas utilizábamos para atraparlos y para transportarlos?
R. Sí, me acuerdo muy bien de aquellas conversaciones. Creo que uno de los mayores privilegios que he tenido ha sido haber podido vivir los últimos tiempos de nuestra sociedad tradicional, con el ritmo de sus trabajos estacionales y sus fiestas, sobre todo en verano; aunque también recuerdo el ir a plantar cebollino a Ragudín o, más vagamente, las sesiones colectivas en las que se “esbrinaba” el azafrán; hacia mucho frío entonces.
Uno de los mayores placeres era, además de los baños en el pocico “Torres” o el de la “Lastra” o el de “La Culebra”, la pesca del cangrejo, en el “Merineta” (Marineta) o por la Malvasía. Creo que usábamos artilugios diversos, como un ladrillo o la caza con tenedor (no recuerdo si alguna técnica especial más, como el retel), y luego ensartábamos a los cangrejos en juncos, antes de cocinarlos. Eran deliciosos. Ahora todo eso ha desaparecido, y los cangrejos americanos con los que han repoblado algunos ríos no pueden compararse.
Pero, como dices, aquellos eran años en los que estaba también surgiendo una nueva cultura musical. Yo estaba maravillado con los Beatles o los Rolling Stones, y cada disco nuevo era un descubrimiento que ampliaba el espacio de mi imaginación. Eran también los años de la “guerra fría”, y recuerdo que comentábamos hechos como el derribo por los rusos del avión espía U-2 (supongo que el famoso grupo de rock irlandés tomó su nombre de él).

P. Tu amor por la familia ha sido una constante, ¿piensas que los valores de familia tradicionales que teníamos en los pueblos se han perdido?
R. En parte, sí. Creo que ha sido una evolución inseparable de la de la sociedad en general. El desarrollo económico, el enorme éxodo rural, el desarraigo de individuos y de grupos han tenido repercusiones muy grandes en las relaciones sociales, y no siempre para bien. Se ha perdido mucho sentido de la solidaridad y de la comunicación entre vecinos, se ha reducido el papel de la familia de tres generaciones. Yo diría que ha disminuido el trato entre los miembros de la familia, en parte por el éxodo y la necesidad de buscar en otros sitios los medios de vida.

P. Todos los años, una vez o dos, sigues volviendo a Blesa, ¿Qué te impulsa, por qué la tienes siempre en el corazón?
R. Los romanos decían que tenían dos patrias: una era el lugar en que se nacía, por pequeño que fuera, y la otra era la patria universal, por así decir, del estado romano. Por ejemplo, el poeta Marcial siempre recordaba con cariño su Bilbilis natal (la actual Calatayud). Mi paisaje primario y esencial, podríamos decir que “mítico” en el pleno sentido del término, siempre ha sido Blesa. Es mi ombligo del mundo, sin duda. Por eso intento volver siempre que puedo. Mi personalidad está definida en lo sustancial por mi infancia blesina, y aquí reposan, pero también viven, o vuelven para el verano, personas muy queridas para mí.

P. Según tus propias palabras te gusta ir ligero de equipaje, como nos dijo Antonio Machado. ¿Crees que así puedes contemplar mejor el devenir de las cosas?
R. Sí. Hay un proverbio indio que dice: “La vida es un puente. Crúzalo, pero no construyas una casa encima”. Siempre me ha gustado ver lo que hay al otro lado de la colina, y esa percepción siempre es más fácil si vas ligero de equipaje.

P. ¿Cómo ves como historiador la sociedad actual y la aragonesa en particular? ¿Te parece que los valores actuales son los que prevalecen sobre otros?
R. Vivimos tiempos de crisis profunda, en el sentido de una transformación de los valores que no hubiéramos podido intuir hace tan sólo unos años. Me parece que ahora las cosas son mucho más impredecibles que antes. Hoy vivimos tiempos de relativismo cultural, probablemente excesivo. La emigración, necesaria por la carencia de mano de obra -España tenía la tasa de natalidad más baja del mundo-, nos concede oportunidades que hemos de saber aprovechar, pero también plantea unos retos y problemas enormes. En todo caso, a mí me gustaría que no se perdieran -o, por lo menos, no demasiado- esos valores entrañables que siguen aglutinándonos como blesinos.

P. Háblanos del premio reciente que te han concedido. ¿Podrías contarnos algo de tus actividades actuales relacionadas con la Historia?
R. Se trata del “Premio Europa”, que concede anualmente la Prehistoric Society de Londres a un investigador internacional. Supongo que la distinción se debió a mis trabajos sobre los celtas, y con tal motivo di una conferencia en mayo en la capital británica, que saldrá publicada en los próximos meses. Desde hace bastantes años, además de mis clases en la Facultad de Filosofía y Letras, investigo cuestiones relacionadas con las religiones y los contactos culturales en el mundo antiguo, especialmente en época romana -temas que, dicho sea de paso, presentan muchas conexiones con la situación actual-. Participo en diversos proyectos nacionales e internacionales, alguno de ellos –como el estudio del importante santuario celtibérico de Peñalba de Villastar, en las cercanías de Teruel- con Paco Beltrán -blesino de adopción a través de Concha Lomba-.

P. ¿En el futuro podría haber algún trabajo tuyo relacionado con Blesa?
R. ¿Por qué no? Me encantaría. Hace unos años colaboré con Antonio Beltrán en una “Historia de Alcaine”, y en alguna ocasión hablamos con Conchita de la posibilidad de hacer algo en relación con nuestro pueblo. Por cierto, existe un nombre “Blesa” antiguo idéntico al nuestro que ha perdurado en una localidad alemana llamada Blies. Ese nombre es claramente céltico, y eso nos puede dar datos sobre el origen onomástico de nuestro pueblo. Es algo que he de comprobar.

P. ¿Te parece que la Asociación Cultural “El Hocino” esta desarrollando una buena labor?
R. Creo que está haciendo una gran labor, y que es un ejemplo de cómo el entusiasmo de unas pocas personas y el amor hacia su “pequeña patria” puede tener resultados estupendos. Lo prueba el altísimo número de socios y lectores de la revista (prácticamente todos los blesinos), y el éxito es un buen espejo en el que otras revistas y asociaciones pueden mirarse. El libro de fotografías de las gentes, de los trabajos y las fiestas de Blesa es no sólo emocionante, sino muy importante, y creo que deberíamos intentar editar un segundo volumen en el que, esta vez sí, prometo colaborar enviando algunas fotos familiares. La Asociación está haciendo grandes cosas, desde la restauración de pilones emblemáticos de nuestro paisaje tradicional, a la repoblación de árboles, y también el Ayuntamiento con la apertura del Museo de la Carpintería. Y la jornada del pasado verano con la inauguración de la ruta del Hocino fue verdaderamente memorable, una auténtica fiesta. Pero, por encima de todo, creo que la Asociación está haciendo un trabajo esencial para la integración de las gentes originarias de Blesa y para el mantenimiento de una orgullosa identidad común.

P. ¿Algo que nos quieras contar?
R. Puedo asegurarte que pocas veces he sido más feliz que cuando vagábamos por el río llenos de ansiedad esperando la llegada del coche viajero que traía a los músicos la víspera de Santiago, con Felipe el trompetista a la cabeza. ¿Recuerdas la huella de la trompeta en sus labios? Luego los acompañábamos durante el pasacalle… Era la inmersión feliz en otro tiempo distinto, el tiempo de la fiesta, cuya plenitud creo que hemos perdido con tanta oferta y consumo.

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Francisco Marco Simón (Paco)
nació en Blesa en el año 1949,
aunque como muchos de nosotros
emigró con sus padres a Zaragoza
cuando tenía 5 años.
Es Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad de Zaragoza.

 


Francisco Marco en la bodega
"La labranza" de Blesa

Alimentación en la Antigüedad. Pensamiento.

Francisco Marco Simón

Heraldo de Aragón. 25 de junio de 2002
Por José Luis Solanilla

“En la antigüedad se comía muy bien, pero sólo comían cuatro”

Mañana ingresa usted en la Academia Aragonesa de Gastronomía con un discurso titulado “Alimentos, religión y astrología en el mundo antiguo”. ¿Qué relación hay entre alimentos y religión?
En la antigüedad la religión lo impregna todo. Se considera que los seres sobrenaturales garantizan la alimentación al hombre y el rito más importante, que es el del sacrificio, se orienta en este sentido: por un lado implica el sacrificio de una vida animal en homenaje a los dioses y, por otro, conlleva una reparación de esa víctima entre los dioses y los hombres. A los dioses se les dedica la grasa y los huesos se queman en el altar, mientras que la carne es consumida por los hombres.

¿Sólo se sacrificaban animales que se podían comer?
Más bien es este ritual tan importante el que marca pautas de la alimentación humana, de forma que sólo se puede consumir la carne que se sacrifica a los dioses. Por ejemplo, en la antigüedad no se come perro, como en China, porque no es un animal sacrificial. Se consume el vacuno, el ovino y todos los animales cuya carne se dedica a los dioses. Lo mismo ocurre con las ofrendas vegetales: el pan, los cereales, el vino, la leche, la miel, etcétera. Desde esta perspectiva, casi toda la relación entre el hombre y la divinidad se mediatiza a través del alimento.

¿Existen mitos en la antigüedad en relación con la alimentación?
Hay todo tipo de mitos cosmoteogónicos que nos cuentan cómo van surgiendo los diversos componentes del mundo en relación con las divinidades. Hay muchos dioses, sobre todo los de la fertilidad, que se relacionan con el campo y los alimentos. Hay mitos tan significativos como el de Osiris, que nos cuenta cómo éste es asesinado por su hermano Set y su cadáver descuartizado y sembrado por todo Egipto. Isis, la hermana-esposa de Osiris, va buscando todos los trozos para recomponer el cuerpo, salvo el falo, que se lo ha tragado un caiman, y le devuelve la vida. Todo esto se relaciona con la sequía y el renacimiento de la vida con la crecida del Nilo.

¿Se comía mejor en la antigüedad que en la actualidad?
No, yo creo que se come ahora mejor que en la antigüedad porque entonces se comía maravillosamente bien, pero comían sólo cuatro. Mucha gente no comía carne más que cuando había un sacrificio, cuando un rico griego o romano costeaba un sacrificio y mucha gente iba al santuario a recoger su parte correspondiente.

¿Qué alimento aragonés le gusta más?
A mi me encantan las olivas de Belchite y las de todo Aragón en general. Creo que son las mejores del mundo. Ni las griegas ni las italianas tienen nada que hacer al lado de las nuestras. Muchos envasadores italianos nos compran aquí el aceite y luego lo venden como si fuera suyo.

En su opinión, ¿fue un dios quien creó al hombre o fue un hombre quien sugirió la existencia de Dios?
Contrariamente a lo que se dice en la Biblia, que Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, es al revés. Como decía ya Jenófanes de Colofón en el siglo VI, los africanos representan a los dioses chatos y con pelo hirsuto, mientras que los tracios representan a los dioses altos, rubios y de ojos claros. Como historiador, creo que la religión es un hecho de cultura, no es un hecho de naturaleza, como piensan los teólogos. Es un hecho cultural resultado de la sociedad que genera cada sistema religioso. Primero es el hombre y después es el dios que ese hombre imagina. La religión siempre se mueve en el nivel del imaginario y de las representaciones.

¿No resulta paradójico que en las sociedades modernas que asientan casi toda su estructura en el pensamiento científico las religiones mantengan tanto poder e influencia?
Es comprensible que en el dramático cambio de siglo la religión haya experimentado progresos en diversos sistemas, en oriente y Occidente, porque el siglo XX ha sido el siglo de la crisis en la idea de la modernidad, de la crisis en la idea de la evolución del hombre en un sentido positivo, que tanto imperó en el siglo XIX. Se esperaba un mundo cada vez menos pobre, más digno y solidario, pero todo eso se ha ido al traste y para muchos espacios geográficos y espectros sociales se ha ido a peor y ése es un terreno muy abonado para el progreso de determinados sistemas religiosos.

¿Qué le parece la solución adoptada para los restos aparecidos en el paseo de Independencia de Zaragoza?
A mí lo que me preocupaba era que no pudieran estudiarse los restos. Esto se ha podido hacer y además se han conservado porque han resultado ser interesantes. La solución me parece buena. Me parece menos importante si se pueden ver o no, entiendo la solución técnica adoptada porque mantenerlos descubiertos causaba muchos problemas y no son unos restos monumentales que el viandante pueda apreciar. Lo que no me parece tan bien es que se deje el paseo abierto al tráfico. Yo sólo hubiera dejado un carril en cada sentido para servicios públicos.

¿Qué es lo que más le satisface de su trabajo como historiador?
Me plateo muchas veces la cantidad de sentimientos y acciones humanas anónimas que nunca podremos conocer porque no han aparecido en los textos que nos dejan los sectores superiores de la sociedad. Recuerdo una excavación arqueológica en Alcañiz en la que nos salió una lucerna muy grande con una iconografía preciosa de Júpiter. En el reverso estaban las huellas dactilares del anónimo ceramista que la hizo hace 2.000 años. Y tocar esas huellas me impresionó y me emocionó mucho.

Reproducido por gentileza y con autorización de Heraldo de Aragón
www.heraldo.es

El autorretrato

Me llamo Francisco Marco Simón. Nací en Blesa (Teruel) en 1949, aunque cuando tenía 5 años mis padres vinieron a Zaragoza. Soy catedrático de Historia Antigua. También me interesa mucho la geografía. Me gusta hacer excursionismo por el monte. En el campo, como en la vida, me seduce ir ligero de equipaje en el viaje y llegar para mirar qué hay detrás de la colina. Comparto ese proverbio indio que dice que la vida es un puente que hay que cruzar sin construir una casa encima.

F. Marco entrevistado en Heraldo de Aragón

III. Bibliografía sucinta de F. Marco

  • F. Beltrán Lloris y F. Marco (1996/1987) "Atlas de Historia Antigua". Diputación General de Aragón, Departamento de Cultura y Educación
  • Francisco Marco, Angel Canellas. (1987) "San Jorge de Capadocia" Ediciones Oroel.
  • G. Fatás, F. Marco y F. Beltrán (1988) "El ascenso de los bárbaros" . Historia 16, D.L. 1988.
    COLECCIÓN Historias del Viejo Mundo ; 15
  • Marco Simon, Francisco. (1988) "Illud tempus, mito y cosmogonía en el mundo antiguo". Zaragoza : Universidad, Secretariado de Prensas Universitarias. COLECCIÓN Morellianas ; 3.
  • Marco Simón, Francisco. (1990) "Los Celtas" Historia 16
  • Marco Simón, Francisco (1990) "La expansión de Roma por el Mediterráneo : de fines de la II
    Guerra Púnica a los Gracos" Akal. Colección Akal Historia del mundo antiguo. Roma ; 41 ; 6.
  • Marco Simón, Francisco (1996) "Flamen Dialis : el sacerdote de Júpiter en la religión romana". Ediciones Clásicas. COLECCIÓN Religiones Antiquitatis.
  • Francisco Marco Simón, Alberto Montaner Frutos, Guillermo Redondo Veintemillas (1999) "El señor San Jorge : patrón de Aragón". Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón.
  • F. Marco Simón, F.Pina Polo, J.Remesal Rodríguez (eds) ; J. Alvar...[et al.] (2002) "Religión y propaganda política en el mundo romano". Publicacions Universitat de Barcelona, 2002.
  • Marco Simón, Francisco. (2002) "Alimentos, religión y astrología en el mundo antiguo"
    discurso de ingreso [de] Francisco Marco Simón de la Academia Aragonesa de Gastronomía, 26 de junio de 2002 ; discurso de contestación del académico Antonio Beltrán Martínez.
    Institución "Fernando el Católico" Cuadernos de Aragón, 28.
  • F. Marco Simón (coord.) (2003) "El poblado Ibero-Romano de El Palao (Alcañiz) : la cisterna" Taller de Arqueología de Alcañiz. COLECCIÓN Al-Qannis ; 10

Premio Europa

Franciso Marco, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza recibió recientemente el Premio Europa que concede la Prehistoric Society británica. Por ello, el 23/5/2006 en la sede de la Society of Antiquarians en Londres, pronunció una confererencia sobre el tema de "Images of Transit: The Ways of Death in Celtic Hipania".