n esta ocasión presentamos una lista de parroquianos de Blesa de allá por 1865. No tiene porqué estar completa y mayormente carece de segundos apellidos, pero en algunos casos figuran los nombres de los familiares y en algunos el oficio o cargo ocupado y puede tener su utilidad en el contexto local.
Debemos explicar que esta larga lista de parroquianos de un pueblo de unos 1.300 habitantes de mediado el siglo XIX es valioso para Blesa, por lo escasas de las fuentes nominales de sus habitantes que han sobrevivido al paso de las guerras. Esta falta de nombres es especialmente grave en el caso de las mujeres, que no eran citadas habitualmente en ningún documento administrativo municipal, ni en los futuros censos electorales de finales de dicho siglo. En Blesa se destruyeron los libros parroquiales y del registro civil, y apenas quedan unos pocos años duplicados (que comienzan allá por 1868).
Lo que es curioso saber es el contexto en que pidió a los parroquianos su firma para posicionarse en un conflicto internacional y oponerse a la creación de Italia. Y también cómo terminó esta larga lista publicada en un diario de la capital de España, en "El Pensamiento Español".
Los nacionalismos europeos del siglo XIX.
El siglo XIX fue de profundos cambios en Europa: guerras napoleónicas, ataque a los grandes imperios para robarles parte de sus posesiones, guerras carlistas en España, unificación de Alemania por Prusia... Y en toda esa vorágine histórica, tuvo lugar el proceso de unificación de Italia, que llevó a la unión de los diversos Reinos o Estados a costa de territorios secularmente ligados a diversos imperios o dinastías.
Había un caso especial entre ellos, los Estados Pontificios, la parte central de Italia, que eran posesión del papado desde hacía mil años, y representaban por ello la materialización del poder temporal de la Iglesia Católica.
La construcción de Italia como actualmente la conocemos, partió de las ambiciones nacionalistas integradoras de la dinastía de Saboya, reyes de una región continental, el Piamonte (la que limita con Francia) más la isla de Cerdeña. Hubo varios intentos políticos y militares de expandir ese reino al resto de ciudades estado y reinos de la futura Italia durante el segundo cuarto del siglo XIX. No será hasta , en que gracias a la victoria obtenida por los Saboya con el interesado auxilio de Napoleón III (el rey de Francia) sobre el Imperio Austriaco, que este último cedió a los Saboya su reino de Lombardía conocido como "el Milanesado" (cuya capital es Milán). Aun conservaron los austriacos la mitad oriental de su antiguo dominio (cuya capital era Venecia). Los Saboya provocaron con maniobras militares a los austriacos porque sabían que tenían el apoyo de Francia y que, como siempre, se estaba jugando en Centro Europa una gran partida de geopolítica para adquirir territorios o promocionar la "independencia" de territorios, lo que servía para disminuir la influencias de otras naciones rivales.
Al año siguiente, , mediante plebiscitos y atrevidas empresas guerreras, como la militar de Giuseppe Garibaldi, los ducados de Parma, Módena y Toscana [cuya capital es Florencia], que eran ciudades-estado pasaron a poder de los Saboya, -como bien nos resumen en el Atlas de Historia Universal de la editorial Teide-. También el reino de las Dos Sicilias [que englobaba desde antiguo toda la península itálica al sur de Roma, básicamente Sicilia y la gran región de Nápoles] fueron tomados por Garibaldi al último rey Borbón, Francisco II de las Dos Sicilias, e incorporados al naciente reino de Italia, que se creó oficialmente en 1861. Pero, como se anticipaba, en ese impulso de 1860 también se incorporaron al reino de los Saboya dos regiones al norte de Roma, en la costa adriática, que no eran previamente estados independientes, la Romaña y las Marcas que eran parte de los Estados Pontificios, del papado. Sin estas regiones se redujo enormemente el tamaño del reino del Papa.
¿Y qué pinta Blesa en todo esto?
El tema de la unificación de reinos de la península italiana no se difundió en España como un tema de política internacional, en el cual potencias rivales, clanes familiares y familias de la realezas tramaban coaliciones para expandir su influencia económica o política o meramente disminuir la de otros.
Como la unificación implicaba necesariamente el fin de los Estados Pontificios tuvo la abierta beligerancia de la Iglesia Católica, se convirtió en un asunto político-religioso. No solo en la propia península italiana, sino en la mayoritariamente católica e influenciable sociedad española. A partir de la revolución y guerras en la península italiana de 1848 el papado ya vio el peligro de este proyecto unificador; pero cuando en 1860 le arrebataron parte de los Estados Pontificios, la búsqueda de apoyos se volvió más desesperada.
El Gobierno Español de entonces, durante el reinado de Isabel II, estaba indeciso de si reconocer la formación de Italia en 1861 o no. Por otro lado, el proceso de unificación no estaba completo, no se habían unificado por entonces lo que aún quedaba de los Estados Pontificios, la región del Lacio con capital en Roma, ni el Reino Véneto (Venecia) que era todavía parte del Imperio de Austria. Los liberales españoles eran partidarios de apoyar su formación y reconocerlo, y por tanto los conservadores, influidos por los estamentos religiosos en apoyo al Papa Pío IX, estaban absolutamente en contra de reconocer este nuevo reino de Italia. Tenían la impresión de que aún podían influir en que se respetase el derecho del Papa a tener un Estado, como había existido.
La confrontación entre ambas tendencias era fuerte en España al margen de este conflicto italiano: los clérigos, mayoritariamente conservadores de sus privilegios, habían apoyado a la dinastía del bando Carlista en la feroz guerra civil de -, los liberales, tras heredar una hacienda sin el fruto de ingresos de la América colonial y un tercio de siglo de guerras, habían desamortizado los bienes de la Iglesia Católica (desamortización de Mendizabal de ) así como los bienes comunales de los municipios (Madoz, ).
La causa de la defensa de los Estados Pontificios del Papado, que aún no se habían sumado a la naciente Italia se vivió no solo como un apoyo al Papa por un atropello histórico, también como un escaparate demostrador de fuerza de los católicos en los distintos obispados. Obligó a posicionarse, por lo que nos cuentan que:
"Alejándose de tendencias religiosas más abiertas y dialogantes con el liberalismo, serán las tendencias ultramontanas y ultracatólicas las que se impongan, así como la veneración por la persona de Pío IX. Si bien, hubo raras pero honrosas excepciones, será el ideario católico conservador el que se imponga"
[Cañas (2010) "Iglesia y prensa española frente a la unificación de Italia. Sagasta y el debate sobre el poder temporal del papa" pág. 83 ]
Y en este contexto, la prensa católica militante española se hizo muy presente:
"Los periódicos neocatólicos El Pensamiento Español, La Regeneración y La Esperanza, hicieron su propia campaña contra el reconocimiento del reino de Italia, y usaron sus páginas para difundir intervenciones contrarias a tal reconocimiento, y exposiciones que el episcopado español dirigió a la Reina para que resistiera a otras presiones ante la cuestión italiana. Los dos primeros eran claros portavoces del neocatolicismo mientras que el último tenía una fuerte inspiración carlista y ultracatólica. [Vide Enríquez, E., «La cuestión romana en el diario madrileño El Pensamiento Español de 1870», Madrid, 1987." Cañas (2010) pág. 92]
Por un lado publicaban certeros análisis como este de "El Pensamiento Español", del cuando decían: "... “sería ingrato y ruin el que se llevase a efecto el reconocimiento del reino de Italia y una servil adulación a los planes de Napoleón III”". Por otro lado tuvieron lugar usos torticeros de la prensa católica como en "La Regeneración, en su afán por desestabilizar el gobierno que pretendía reconocer el reino de Italia, llegó a propagar rumores como si fueran noticias, dando ejemplos de cómo actuaban algunos de los políticos y religiosos más importantes de la época". [Cañas (2010) pág. 92]
Hasta en las localidades españolas humildes como Blesa se promovió la recogida de firmas para presionar al Gobierno Nacional y que no reconociese al naciente reino, que crecía a costa de las tierras y feudos papales de los Estados Pontificios.
En cuanto a los aspectos sociológicos de esta lista, es significativo el número de personas, especialmente mujeres, que no saben ni siquiera firmar su nombre en un papel y son asistidas por Manuel Garcés, el subdiácono.
La lista de parroquianos que firmaron para pedir a su Majestad, Isabel II, que no reconociese al reino de Italia.
Firmas de las exposiciones a S. M. contra el reconocimiento del llamado reino de Italia.
- Blesa, .—
Señora. — A los R. P. de V . M. [A Los Reales Pies de Vuestra Majestad] - Nazario Andreu, veterinario
- Domingo Bartolo
- Ignacio Lou, subdiácono
- Ramón Degracia
- Angel Moreno
- Mateo Martín
- Manuel Lo [¿Lou?]
- Baltasar Calvo
- Nicolás Nadal [¿Naval?]
- Joaquín Martín
- Mariano Sanz
- Manuel Lomba
- Maximiliano Pérez
- José Magallón
- A ruego de Isidora Calvo, Francisco Nuez
- Miguel Cascajo
- A ruego de Joaquina Alcaine, Ignacio León [¿Lou?]
- Jorge Arnal
- Ildefonso Bello
- Alberto Cólera
- Manuel Lou
- Felipe Tomey
- Juan Pérez
- Francisco Domingo
- José Plou
- Joaquín Plon [Plou]
- Joaquín Pérez
- Vicente Lo [Lou]
- Agustín Nuez
- Juan Aznar
- Lorenzo Alcaine
- Ramón Maceas [¿Maicas?]
- Joaquín Neta [¿?]
- Pedro Sanz
- Antonio Mercadal
- A ruegos de Manuela Sanafe, Ignacio Lou
- Rafael Serrano
- Mariano Lo [Lou]
- Calixto Magallón
- Pedro Serrano
- A ruego de Angel Martín, Ignacio Lou
- Pedro Sanz
- Manuel Sanz
- Ambrosio Nadal [¿Naval?]
- Valero Lo [¿Lou?]
- Francisco Crespo
- Felipe Bello
- Jorge Pérez
- Bartolomé Alcaine
- Pedro Plon
- Mariano Sanz
- Manuel Sanz
- Pedro Nuñez [Nuez]
- Miguel Lo
- Luis Arnal
- Pedro Plon
- Mariano Carod
- Bernabé Arroyo
- A ruegos de Manuela Zomos, J.L.
- A ruego de Mariano Magallón, que no sabe, Juan Millán.
- Blesa, 25 de julio de 1865
Señora.- A L. R. P. de V.M. - F. Agustín Herrera, cura
- Manuel José Herrera
- Manuel Garcés, subdiácono.
- Enrique Pérez, maestro
- Román López, guarda municipal
- Francisco Ruiz
- Manuel Garcés
- Juan Millán, administrador de estancadas
- A ruegos de José Lomba, Manuel Garcés.
- A ruego de Fabiana Sancho, Josefa Garcés y Serafín Garcés, que dicen no saber firmar, Manuel Garcés.
- A ruego de Joaquina Sardá y Baltasar Arnal, que dicen no saber, José Plo.
- Por sí y por Eulalia Arnal, Pedro Artigas.
- Luciano Martín
- Juan Andrés y Artigas
- Antonia Seoane
- Eladio Pujaber
- Por él mismo, Manuel García.
- Por Manuel Pérez, Manuel Garcés
- Por Manuel Pérez (hijo), Tula Marco y María Alamba [¿Allueva, Lomba?], que dicen no saber, José María Herrero
- Domingo Herrero, firma por sí y su esposa.
- Pablo Mainar
- Juan Magallón
- Juana Arnal, ha sido firmada por su esposo Mariano Arnal
- Baltasara Alcaine
- Clementa, Juan, Francisco, Clemente Arnal, firman por mano de Manuel Garcés
- Francisco Royo, Vicenta Iranzo
- Florentino Royo.
- Por mano de Manuel Garcés firman, Andrea Magallón.
- Felipe Lore y Antonio Lore.
- Valerio Lore
- Firman por mano de Manuel Garcés, Rafael Lomba
- Pascual Lomba
- Isidora Belenguer
- Firma por mano de Rafael Lomba, Manuel Garcés.
- Manuela Arnal
- Antonio García
- Francisco Alomba [¿Lomba Allueva?]
- Mariana Salas
- Manuela Abeja
- Francisca Allueba [Allueva]
- Melchora Calvo
- Isabel Artigas
- Mariano Millán
- Firma por mano de Manuel Garcés, a continuación, Juana Sebastián Calvo.
- Por mano del mismo Julián Bollén [¿Bello?] y María Bello,
- Por mano de Manuel Garcés, Simón Marín.
- Juan María Magarion [sic, Magallón]
- Juan Bello y Martina Serrano, por mano de Manuel Garcés.
- Martín Bello firma por sí y por sus padres Domingo, Nicolasa Martín, y su esposa Manuela Serrano.
- José Simón.
- Valera Pérez
- Constantino Plé, y Valera Simón.
- Bartolomé Alcaine y Engracia Serrano.
- Eulalia Pérez.
- Alberto Arnal.
- Antonia Pérez
- Leonarda Arnal, Pedro Arnal y Joaquín Arnal, firman por mano de Manuel Garcés.
- Felipe Domingo
- Juan María Salas
- María Lomba
- Agustín Guimbao y María Val, firma por mano de Manuel Garcés.
- Angel Ascoz
- Juan Bailo
- Ana Pérez, firma por mano de Manuel Garos [¿Carod?]
- María Bailo
- Generosa Arnal y José Elías, firman por mano de Manuel Garcés.
- Por mano del mismo, Ramón Arnal y Francisca Mercadal
- Joaquín Sanz.
- Paula Sansón [¿Gascón?]
- Manuel Garcés, firma por mano de Manuel Salvador.
- Manuel Ramos
- Manuela Iranzo y Joaquina Pérez
- Ramón Ruiz y Gutiérrez
- Francisco Ruiz Arroyo
- Dolores Gutiérrez
- María Gascón
- Francisco Simón
- Antonio Mercadal
- Raimundo Allueba
- Francisco Pastor
- Manuel Pérez
- Juana Nuez
- José Pascuala
- Eusebio Blas
- Tomasa Ayouso Artigas
- Nicolasa Nabal [Naval]
- Pedro Juan Mercadal Miguel
- Joaquina Mercadal y Juana Nuez, firman por mano de Manuel Garcés; por no saberlo hacer los mencionados.
- Joaquina Paracuellos.
- Francisco Andreu
- Manuela Zapater
- Manuela Cólera, firma por mano de Manuel Garcés.
- Andrés Enrique Marco y Andrés Mercadal, firman por mano de Manuel Garcés
- Martín Serrano, firma por sí y por su esposa, Catalina Navarro.
- Baltasara Bailo y Pascual Lon, firman por mano de Manuel Garcés.
- Antonia Serrano y Francisco y Serafín Arnal, firman por mano de Manuel Garcés.
- Valero Naval y Venancio Pérez, firman por mano de Manuel Garcés, que dicen no saber.
- Lucas Burriel,
- Juana Garcés y Luisa Serano, que dicen no saber firmar, lo hacen por mano de Manuel Garcés.
- Toribio Serrano.
- Manuel Conde, firma por sí y por su esposa.
- Angela Ruiz
- Mateo Nuez y Micaela Castro, firma por mano de Manuel Garcés.
- Ignacio Royo, María Cruz Calvo y María Donoso.
- Bárbara Royo y Clemente Lon, firman por mano de Manuel Garcés.
- Andrea Serrano.
- Paula Arnal.
- Agustín, María, Paula, Fermina y José Naval, firman por mano de Manuel Garcés.
- Juana Arnal.
- Benito Artigas, Jacinta Artigas, firman por mano de Manuel Garcés
- Valero Naval.
- Ramón Domingo y Clementa Naval, firman por mano de Manuel Garcés.
- Isabel Domingo
- Pedro Plou y Bibiana Iranzo, que dicen no saber, firman por mano de Manuel Garcés.
- Pedro Plon.
- Ignacia Cabañero y Paula Plon (Plou)
- Casimira Martín.
- Juan Alenba [¿Allueva?]
- Carmen Aleniba [¿Allueva?]
- José Crespo
- Francisco Crespo y María Crespo
- Juana María Serrano
- Benito Cabañero
- María Antonia Garcés
- Celestino María Herrero y Calvo
- Blesa, 25 de julio de 1865
A L.R.P. de V.M. - Joaquín Calvo, propietario y ex-diputado provincial.
- Manuel Conesa, secretario de ayuntamiento y juzgado de Paz.
- Francisco Nuez, alcalde
- Pablo Lomba, teniente
- Francisco Nuez, concejal
- Ignacio Lou, regidor
- Salvador Gonzalvo, regidor
- Gabino Arnal, regidor
- Juan Bardagí, regidor
- Manuel Pastor
- Tomás Repullés, licenciado
- A ruego de María Herrera y su familia, Ignacio Lon
- Francisco Martín.
- Pedro Lomba
- Julián Serrano y su familia
- Martín Artigas,
- Juan Mercadal y su familia
- Simón Martín
- Mariano Bailo
- Tomás Serrano
- Enrique Belenguer
- León Serrano
- Pedro Lon [¿Lou?]
- A ruego de José Martín, su familia y Feliciana Cólera, Pedro Lou.
- José Martín
- Raimundo Mercadal y su familia
- Juan Serrano
- Pedro Serrano
- Carlos Valero
- Francisco Fernando
- Mariano Serrano
- A ruego de Benito Diez, José Lon
- Mariano Lapiedra
- Manuel Bellex, Juan Calvo
- A ruego de María Monterde, viuda de Francisco Monterde, J. C.
- A ruego de Mariano Luño y su familia, M.E.
- Ramón Artigas.
- Pedro Lonz [¿Lou?]
- A ruego de Josefa Serrano, viuda, J.S.
- A ruego de Fabiana Artigas y su familia, J.S.
- Serafín Artigas
- Mateo Pérez
- Miguel Domingo
- A ruego de Antonio Magallón, Fausto Magallón.
- Nicolás Arnal
- Felipe Arnal
- Bernardo Arnal
- Ignacio Lon.
- A ruego de Antonio Lon, Pedro Allueva
- Francisca Lon
- Clemente Romana [¿Román?]
- Pedro Arnal
- Joaquín Martín.
- María Arnal
- Juan Serrano
- José Arnal
- Leandra Nuez y su familia
- Eusebio García
- Blas Galbe [Galve]
- Francisco Nuez
- Pascuala Loscos Herrero
- Salvador Sanz y Loscos
- José María Sanz y Loscos
- Santiago Conde Ruiz
- A ruegos de Mariana Julve, Manuel Conesa
- Manuel Artigas Tintorero
- Joaquín Sanz
¿Qué sermonearon a los blesinos durante la fiestas mayores de 1865?
Podemos suponer que muchos blesinos no sabrían ni donde se situaban la mitad de los estados italianos que ahora estaban agrupándose, y que Roma sería una palabra que identificaba una ciudad mítica que muchos no podrían colocar en un mapa. Y también se puede suponer que antes de pedir las firmas a los fieles les explicarían más o menos lo que en la época se difundía desde los obispados o se dirigía por carta pastoral a sacerdotes y fieles: [Sánchez-albornoz, S. (1996) pág. 51]
"...exposiciones dirigidas a la Reina Isabel II, bien suplicándole que, en nombre del episcopado, clero y pueblo español, enviara a Pío IX palabras de consuelo e hiciera gestiones con todos los gobiernos católicos a fin de asegurar y garantizar la posesión íntegra de los Estados Pontificios y los derechos del Papa como soberano,..."
"...otros escritos son cartas pastorales dirigidas al clero y a todos los fieles españoles en los que se les comunica, a la vez que reprueban, los sucesos italianos y sus tristes efectos; se defiende la soberanía que la Divina Providencia había otorgado al Pontífice, para que pudiera ejercer libremente el cargo que Jesucristo le había confiado; se pone de manifiesto la firmeza y tesón del Papa para resistir las acometidas de los revolucionarios, su alegría y satisfacción por la lealtad y fidelidad del clero y de todos los católicos y se les pide que se sumaran a la protesta de todos los fieles católicos porque:"
«...no hay razón, justicia, ni motivo para despojar al Sumo Pontífice de la soberanía sobre las ciudades y provincias que fueron el pequeño territorio de San Pedro: protestemos que no reconocemos en ningún rey, príncipe ni emperador de por sí, ni en todos ellos reunidos en Congreso, derecho, poder o facultad para desmembrar o tocar en lo más mínimo a los referidos Estados de la Iglesia, o sea del catolicismo con sus doscientos millones de fieles cristianos de todas las naciones: protestemos y digamos muy alto que el despojar a la Iglesia de su patrimonio es, según doctrina católica, un atentado sacrílego y herejía manifiesta».
Epílogo
La utilidad de esta recogida de firmas como medida de presión a nivel nacional fue poca, y más allá de nuestras fronteras nula, un brindis al Sol.
Así concluye el estudio de Cañas: "Como conclusión, solo nos resta decir que ni la recogida de firmas, ni los artículos neocatólicos, ni las condenas lanzadas desde el púlpito, lograron apartar al nuevo gobierno de O'Donnell en su firme resolución de instalar en España la modernidad política de Europa posterior al Congreso de Viena [en 1815]. En cambio, sí que consiguieron movilizar y agitar a la opinión pública española, bien a favor, bien en contra del reconocimiento del reino de Italia." [Cañas (2010) pág. 94]
Fuente:
"El pensamiento español" del 6 de agosto de 1865
Bibliografía:
-
Cabeza Sánchez-albornoz, S. (1996). "La actitud de los obispos españoles ante la unificación italiana." Cuadernos De Historia Contemporánea, 18, 45. Universidad Complutense de Madrid.
https://revistas.ucm.es/index.php/CHCO/article/view/CHCO9696110045A -
Sergio Cañas Díez (2010) "Iglesia y prensa española frente a la unificación de Italia. Sagasta y el debate sobre el poder temporal del papa" BROCAR Cuadernos de investigación histórica. Universidad de La Rioja.
https://publicaciones.unirioja.es/ojs/index.php/brocar/article/view/1647 - Atlas de Historia Universal de la editorial Teide (1983), de J. Vicens Vives.
- Wikipedia, voz imperio de Austria. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d3/Deutscher_Bund-es.svg
Agradecimientos
A Olga Royo, por compartir aquellas noticias que considera de interés sobre Blesa.