Ruta de Armillas a Muniesa (1955)

Miércoles, 2 de noviembre de 1955

Heraldo de Aragón

La noticia que ofrecemos en esta ocasión se publicó en noviembre de 1955 en el periódico Heraldo de Aragón, aunque narra los recuerdos de un vecino de Blesa, oculto tras el seudónimo de Orlando, que pueden datar de la segunda o tercera década del siglo XX.

Este artículo se publica aquí incompleto, ya que el original es una sucesión de apuntes de similar estilo de todos los pueblos, entre Armillas, en la sierra, hasta Muniesa, en el llano. De todos ofrece más o menos detalles, pero los que tratan sobre Blesa son, además de abundantes, especialmente jugosos. La noticia completa la puede leer en el primer número de la revista cultural EL HOCINO.

Baltasar, el sacristán de comienzos del siglo XXBlesa está metido en una hoya: parte de sus edificaciones se asientan sobre «lastras». El río Aguas Vivas le presta cierto encanto de presentación porque los pequeñitos huertos (por cierto, bien cuidados) son fecundados por sus escasas corrientes de agua. La torre es muy esbelta, digna corona de una monumental iglesia, antes tan rica y ahora tan pobre de ornamentación y retablos.

Blesa es la patria chica de aquel hombre bueno, competente director general de Archivos y Bibliotecas que se llamó don Miguel Artigas, discípulo predilecto del polígrafo don Marcelino Menéndez y Pelayo. Era un enamorado de su pueblo. Me trató siempre como buen amigo.

Mis inicios de carrera tuvieron lugar en Blesa, a los veintitrés años y medio de edad.

El párroco mosén Melitón Beltrán, el abogado don General Forniés, el padre de Gabriel el «Cerero» y el médico don Enrique Pina, paseaban a diario juntos; a ellos me agregaba yo, y todos solíamos ir, en tiempo frío, hacia el camino antiguo (hoy carretera) de Muniesa; y, en días de calor, al molino de la Cueva, que era llamado «San Sebastián de los pobres».

No había paseo, en que no se peleasen, con fuertes disputas, el párroco y el abogado. Lo temible era que ambos usaban bastón. Quedamos aún para contarlo, el médico señor Pina (residente actualmente en Muniesa) y el que redacta esta crónica.

En casa del tío Mariano el sastre, teníamos la tertulia los jóvenes; su hijo Ricardo Serrano Arnal, gran organista y maestro de la capilla de música de la parroquia; Evaristo Lou, que llevaba la Secretaría del Ayuntamiento; David Aznar, hoy sacerdote; un carpintero –cuyo nombre no recuerdo-: y los hijos más jóvenes del tío Mariano. Todos, como hermanos.
Teníamos nuestras «lifaras» a base de perdices que algunos de ellos cazaban (el «Royico», sobre todos), y pichones de los palomares de casa. El vino también era de propia cosecha.
El repertorio de la capilla musical era muy completo: había fiestas y domingos, en que eran admirablemente interpretados, a varias voces, el «Bonitatem» de la Tercia, el «Asperges» y distintas misas de Perosi.

Algunos de los elementos de la capilla integraban la ronda de Jota, que con frecuencia recorría las calles, en plena nocturnidad, dentro de la mayor paz y armonía.

Algunas veces, siguiendo el río y pasando por «palancas» solíamos ir a pescar y a merendar en el «Batán», camino de Moneva.

¿Quién no ha oído que en Blesa está la «Casa del Pintor»? Así se llamaba, por estar todas sus estancias perfectamente pintadas, merced al buen gusto de un nativo, profesional de la decoración y la pintura.

El tío Blasco, con ser ya viejo, andaba siempre entre la juventud. Su buen humor le hacían preciso en reuniones y juergas.

Era una «institución», por su carácter servicial y por su gran religiosidad, el tío Baltasar, benemérito sacristán, que, cuando iba a hablar con el párroco, le decía: «Señor, señor».

Orlando

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fotografía de Baltasar Pérez, antiguo sacristán y organista, con sus hijas Esperanza, Leoncia y Fidela Pérez González cedida por Amparo Artigas.

Orlando decía residir en Blesa por aquel entonces, y ahora sabemos que tras este seudónimo se encuentra el sacerdote Francisco Izquierdo Trol, natural de Belchite. Según dice Miguel Plou en su libro "Historia de Letux" (1989), Don Francisco nació en 1894 y Blesa fue el primer pueblo en el que ejerció su ministerio tras su ordenación. De aquí pasó a Vivel del Río, luego a Letux, hasta 1929 en que fue a Zaragoza. En el libro de M. Plou puede ver una fotografía de él y más detalles biográficos.


El autor de esta crónica, sobre 1937 (foto del libro "Patria y fe").

Esta "Ruta de Armillas a Muniesa" no fue una colaboración aislada. En el Heraldo de Aragón están publicados artículos suyos de esta índole desde el año 1936 hasta 1968. Una labor de más de treinta años escribiendo crónicas de rutas, anécdotas religiosas y profanas de lugares aragoneses.

Por cierto, que podemos ver en una fotografía al tío Baltasar Pérez, el sacristán que menciona al final artículo. Esperamos dar a conocer fotos de muchos de estos protagonistas.

Este artículo también es valioso por la mención a la vida cotidiana de dos de los personajes locales: General Forniés, activista del aragonesismo, articulista, recopilador de vocabulario y rico hacendado, y el sacerdote de gran personalidad y elocuencia, Melitón Beltrán Oliver (al que se dedicó un amplio artículo en la revista cultural El Hocino, "Mosén Melitón Beltrán Oliver. Un sacerdote para una época" nº 43 (julio 2019), por Javier Lozano).

Por último, también destaca entre los numerosos recuerdos que guardaba de Blesa "la casa del pintor", caserón grande que se contruyó en 1848 Santiago González y Pascual, autor de numerosas obras religiosas, en pintura, escultura, monumentos de Semana Santa y similares.

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