ntre la historia y la leyenda se encuentra un episodio que cuentan los mayores de Blesa. Nos hablan del tío Herrerete, que fabricó en su herrería pesetas de plata, lo que le llevó a ser detenido y conducido ante el rey de España debido a su pericia. Esta anécdota, que pasa de generación en generación, tiene un trasfondo histórico que es el que aquí publicamos, aunque así perdamos el romanticismo que impregna la narración oral.
Los primeros contactos con blesinos que nos contaban la historia del herrero-falsificador contaban siempre la trama central de la anécdota, pero carente de detalles concretos, desconocían tanto el momento histórico en que sucedió o el nombre del herrero. En lo que todos los testimonios coincidían era en que lo ambientaban en el término de Blesa.
La historia del tío Herrete, en Blesa
Paso a escribir aquí los relatos tal como me los han contado.
El tío Herrerete era un vecino, de oficio herrero, como su apodo indica. Era un buen conocedor de la técnica de su oficio, un artesano hecho y derecho, como lo demostrarían más tarde los hechos.
Su lugar de trabajo estuvo en una caseta del paraje conocido como Campillo de Moneva, un lugar bastante alejado de las miradas indiscretas, aunque no de los posibles clientes, pues la gente llevaba a los animales a laborear y de paso podrían reparar sus "calzados" y afilar sus herramientas.
En un momento dado, el tío Herrerete decidió que podía fabricar monedas tan buenas como las legales, para lo que construyó unos cuños y compró plata, el metal del que estaban hechas entonces las monedas de entre 50 céntimos y 5 pesetas. Así que comenzó a trabajar en su ceca particular, y a utilizar "sus" monedas. La perfección del cuño debió ser bastante alta por lo que me han contado, ya que no se distinguían de las acuñadas en Madrid.
Pero al final las monedas se hicieron sospechosas y el tío Herrerete fue detenido. Al parecer sus monedas ¡tenían más plata que las auténticas!, ya que eran más gruesas. También las cuñas que bordeaban la moneda estaban más espaciadas que en las auténticas. Desconocemos si el "peculiar artesano" llegó a ser encausado, y si los cargos de falsificación pudieron quedar atenuados ya que las hacía de auténtica plata.
De hecho, la perfección alcanzada con los medios de que disponía nuestro protagonista, levantó cierta admiración. El rey (ninguno de los que me ha contado el relato me ha dicho cuál, pero se supone que alguno de los dos Alfonsos) le encargó al tío Herrerete la fabricación de una cerraja "de seguridad", que una vez terminada, ningún cerrajero pudo abrir, sin su llave. Quizá todas estas circunstancias le ganasen el perdón por sus anteriores "obras maestras".
La historia, tal como nos lo recuerdan la mayoría de las versiones orales,(1) llenas de imprecisiones claves para no poder situar los hechos, nos lleva a suponer que debieron suceder en algún momento indeterminado, posiblemente en la segunda mitad del siglo XIX o en la época de entre siglos.
El tío Herrerete volvió a Blesa y se instaló en una cueva (conocida mientras existió como la Cueva del tío Herrerete) en los taludes del monte del cementerio que dan a la carretera actual. Hoy apenas se pueden distinguir los restos en el lugar, pues al construir posteriormente la carretera de Blesa a Muniesa el talud se transformó y reforzó con la pared de piedra que vemos hoy en día.(2)
Por supuesto, esta historia tan exótica quedó grabada en la memoria de sus contemporáneos que la transmitieron a sus hijos, con más o menos fidelidad. Incluso durante algunas décadas se utilizaba en Blesa la expresión de "ser digno del tío Herrerete" para calificar algo muy bien realizado.
Quede esta narración como ejemplo del saber hacer de los artesanos tradicionales y de los curiosos detalles que se conservan oralmente a través del tiempo.
Una versión más documentada
Si sólo conociésemos esta versión blesina del relato, todo nos llevaría a suponer que el protagonista era un hábil herrero del lugar de Blesa. De hecho, le daría verosimilitud el que aún recuerdan muchos vecinos el taller que el herrero ocupó en el Campillo de Moneva. Felipe Lou Iranzo nos llevó a conocer la cueva-taller personalmente, localizada bajo un camino muy próximo a los límites con Moneva.
Imagen del interior de la cueva del Campillo de Moneva
donde me indican que trabajó el tío Herrerete.
Al poco de publicar la primera edición de este artículo comenté a Tomás Sanz, quizá el vecino con más memoria histórica sobre Blesa, por mis conclusiones previas sobre el origen de la historia del herrero y los pocos detalles que lo convertían más en una leyenda que en algo histórico. Respondió a mis argumentaciones sobre la falta de pormenores de la historia oral con detalles concretos del hábil herrero; como su nombre, se llamaba Miguel Calvo, y que no tenía descendientes directos en Blesa, pero si que era tío de otro herrero de Blesa, Santos Calvo, padre a su vez de uno de los últimos herreros, Ponciano Calvo. También me proporcionó algunos detalles de sus lugares de trabajo.
Pero hagamos un alto para retomar la historia en un pueblo cercano, que me dio a conocer Gregorio Lagunas. En el excelente libro de Miguel Plou, "Historia de Letux", un gran volumen que abarca todo el periodo histórico de este cercano pueblo de la cuenca del río Aguasvivas (a unos 26 Km de Blesa curso abajo), también narran los mayores esta historia.(3) Las diferencias son sutiles, cambian las localizaciones, omite el detalle legendario de la visita al rey, pero el autor aporta toda una serie de datos sobre los acontecimientos clave.
En su versión de la historia el personaje es también Miguel Calvo, conocido allí como tío Herrerico. Dice que toda su peripecia se conoció a partir de su detención en su casa de Azuara en la primera quincena de septiembre de 1914, por parte de la Guardia Civil tras comprobar las confidencias que tenían. El tío Herrerico había vivido en Letux dedicándose a la falsificación de moneda, camuflándolo ante los vecinos con otros trabajos. Cuando creyó que su labor se hacía sospechosa se trasladó a una caseta en el monte en los pajares del pantano de Moneva, y de allí, por el mismo miedo se fue a Azuara donde estaba casado y tenía casa.
Miguel Plou escribe que no había nacido en ninguno de los dos pueblos, pero como no dice dónde, hemos de suponer que no lo sabían. Pudiera ser blesino.
Siguiendo con la narración detallada en la Historia de Letux, el Herrerico camufló su taller en Azuara donde ya trabajaban varias personas de su familia en una casa de las afueras, pero a causa del ruido comenzaron las conjeturas de los vecinos por lo que trasladó su taller a un huerto de su propiedad. El caso es que alguien debió terminar contando sus sospechas a la Guardia Civil que se personó en la casa y encontró monedas, láminas de plata y los troqueles. La historia narrada por Miguel Plou confirma que la ley de las monedas era correcta y que la única diferencia con las reales era que una parte resultaba un poco más delgada que la otra.
También añade que fueron detenidos con él, su hija Mercedes y el marido de esta, Antonio Nebra y que todos ingresaron en prisión.
A pesar de que las versiones son diferentes, estas no se contradicen sino que se complementan. Con los datos proporcionados en Blesa y los que dan las fuentes letuxanas podemos esperar avanzar en una nueva etapa en la investigación de este suceso. Alguna instancia debería existir que permitiera encontrar información completa y fidedigna que coloque cada detalle en el lugar temporal que le corresponde.
Tuve oportunidad de hablar con Miguel Plou sobre esta historia en particular, y me transmitió unas anécdotas, no incluidas en su libro, que contaban por su pueblo sobre el Herrero. En Letux cuentan que fabricó una cerraja con un sistema "anti-robo", ya que disparaba o explotaba al ser manipulada. También le habían llegado ecos populares de una audiencia con el Rey, pero como cabe esperar, no hay pruebas o documentación del hecho, o al menos no las ha encontrado.
Desde luego, maestría no le debía faltar a este falsificador inquieto. En el anuario de 1884, en Blesa figura Miguel Calvo, aunque no como simple herrero, sino como "armero y cerrajero". No puedo confirmar si es un familiar homónimo o el protagonista de esta historia, pero por las características, es probable que fuese él mismo y encajan sus oficios con la cerraja antirrobo susodicha.
¿Son compatibles ambas versiones?
Como se puede apreciar, la información recogida por Miguel Plou está más documentada, no termina con la magnificencia de la que circula en Blesa, realizando una cerraja para Alfonso XIII, aunque Miguel Plou sí la remata en su libro con la mención del reconocimiento de la población de ambos pueblos, donde había quienes decían que al tío Herrerico se le debía premiar por conseguir fabricar con medios tan rudimentarios pesetas de la calidad de la Casa de la Moneda.
Lo que Miguel Calvo, nuestro falsificador, se quedaría sin saber es, que al cabo de unas décadas, cuando las monedas alfonsinas ya sólo son piezas de coleccionista, las monedas falsas de la época son más valoradas que las de la Casa de la Moneda.
Moneda como la que falsificó el tío Herrerete.
1 peseta de Alfoso XIII.
Por los vagos testimonios que recabé en un primer momento en Blesa, y lo documentada de la versión que contó Miguel Plou en su "Historia de Letux", llegué a la conclusión de que, esta historia que los mayores me han transmitido, era una ambientación local de un recuerdo adoptado de otro lugar, que ya había tomado raíces como seguramente las toman los cuentos, añadiendo detalles y matices que los embellecen y omitiendo datos reales más ásperos a la memoria.(4)
Pero tras escuchar nuevos detalles de su estancia, taller y descendencia en Blesa y que había quien recordaba su nombre, hube de replantear aquellas primeras deducciones. No hay contradicciones graves entre ambos relatos: sólo uno de ellos afirma que nació en Blesa, sólo uno de ellos afirma que fue detenido en Azuara, el que el tío Herrerete mudase su lugar de trabajo estaría justificado, se trasladaba a poblaciones cercanas siguiendo un trayecto y unos condicionantes familiares. Incluso no hay nada que niegue el encuentro con el Rey, salvo la actual ausencia de noticias, pero ese desconocimiento no es achacable a la historia oral. Quizá unas horas más de investigación en las hemerotecas, (aquellas que no tengan un horario para jubilados o parados), sean suficientes para corroborar incluso este último punto, lo que nos cuentan los blesinos mayores, que en estas postrimerías del siglo XX no lo vivieron personalmente, sino que les fue transmitido por sus familiares.
Monedas como las que falsificó el tío Herrerete.
Arriba, las 2 pesetas de Alfonso XII, abajo las 2 pesetas de Alfonso
XIII, a la derecha el reverso común.
Los datos del caso en los periódicos
Siguiendo la información que recabó el historiador de Letux he podido leer periódicos que narran escuetamente el episodio de la detención. Por lo publicado en Heraldo de Aragón entre el 16 y el 18 de septiembre de 1914, y en el Noticiero el 17 y 18 sabemos que hubo varios implicados, varios detenidos, que junto a la máquina falsificadora había cinco troqueles para monedas de dos pesetas con el cuño de Alfonso XII-1882 y Alfonso XIII-1905, y cuatro troqueles para monedas de una peseta con el cuño de Alfonso XIII-1900. Leyendo el suceso en los periódicos imaginamos al protagonista rodeado de otros compinches, de lo que se deduce que es una banda organizada, la maquina falsificadora "ocupa un carro" y parece destinada a la producción en masa y mencionan diferentes centros de distribución.
La cueva, cuya boca está casi tapada, necesita pala y linterna.
A 7,8 Km de Blesa.
Coordenadas UTM ETRS89 Huso 30
X: 680692.28
Y: 4552113.36
El primer camino a la izquierda después del
puente 19 del canal de Moneva (que no
hay que cruzar).
El Noticiero añade más datos. El nombre completo del herrero: Miguel Calvo Lerín, y muestra los nombres de más implicados. Dice que la plata la compraban en Marsella y una vez acuñada vendían la moneda en Sevilla. Del juzgado obtenían la información que la última remesa de monedas era de mayo y julio del mismo año. En el primer mes acuñaron 2.000 pesetas y 3.000 en el segundo.(5)
Por todo ello, el personaje se distancia mucho del héroe popular que disfruta en solitario emulando a la Casa de Moneda y Timbre. Pierde su carácter legendario y ya no se hace tan creíble el detalle del rey entrevistándose con el autor de una estafa al erario aumentado la circulación fiduciaria. ¿Quién sabe si en el futuro conseguiremos alguna prueba a favor o en contra de aquel final?
El poco romanticismo que le quedaba al protagonista de la historia del herrero, fabricante de monedas por el prurito profesional, se desvanece cuando averiguamos que, aunque las monedas falsas se fabricaban con tanta plata como las monedas oficiales, la ganancia de la paradójica falsificación se debía a una importante caída del precio de la plata que provocó que, por ejemplo, el duro de plata (que pesaba 25 gramos) se pudiese fabricar con dos pesetas de plata. Quienes tenían plata almacenada intentaban ponerla así en el mercado ganando con la diferencia entre el precio de coste y fiduciario 3 pesetas. Las monedas de una peseta tenían 5 gramos de plata, y el doble las de dos pesetas. El margen de ganancia con estos valores se reduciría a 0,6 y 1,2 pesetas respectivamente.
Mencionábamos antes el anuario de 1884. Nuestro protagonista ya no aparece en el anuario de 1899, ni en los posteriores, donde ya figuran en Blesa como herreros familiares suyos, según me dijo el blesino Tomás Sanz; En cambio sí aparece en el censo electoral de Blesa de 1906, cuando dice tener 55 años..
Obra original de Miguel Calvo
En Blesa aún recuerdan su faceta como cerrajero, y en 2017 una vecina nos mostró una cerraja anti-robo realizada por el tío Herrerete. Sufrió dos intentos de robo cuando estaba en el bar de su madre, la tía Sara (en la plaza Nueva), a mediados del siglo XX y nos contaba que no la pudieron abrir, si bien estropearon la cerraja.
Mucho por saber
No es poco lo que se puede seguir investigando. Si hubo un juicio quedará una sentencia, y si tuvo lugar el encuentro con el rey se publicaría en la prensa probablemente, suponiendo que ocurriese. Ahí queda por ahora este desafío.