Introducción
La actual iglesia parroquial de Blesa, dedicada a la advocación de la Santa Cruz desde antiguo, es una construcción amplia y luminosa cuyo volumen domina el perfil de la localidad. Destaca especialmente la esbelta y hermosa torre barroca cuya silueta se puede divisar desde lejos.
Planta de la iglesia, con
sacristía y el local anexo ya desaparecido a la izquierda de la entrada.
Note la puerta que se abre al exterior en la capilla de Santa Ana.
Se ha corregido la planta con respecto a como aparece originalmente en el
“Patrimonio Histórico de Aragón. Teruel” de Félix
Benito Martín.
En el libro “Inventario Artístico de Teruel y su Provincia”, que el ya desaparecido profesor Santiago Sebastián publicó en 1974, se la describe de la siguiente manera: “Obra barroca de la segunda mitad del siglo XVIII, de mampostería, con tres naves, cubiertas con bóvedas de medio cañón con lunetos, mientras que la capilla mayor presenta cúpula con linterna. Destruida la capilla mayor, el crucero quedó convertido en cabecera, ello explica su forma. Parece que en un principio se pensó colocar la cabecera donde hoy están los pies, como parece evidente. Es una fábrica imponente sin apenas adornos de estucos que únicamente aparecen en la bóveda central y en la capilla de Santa Ana, obra ésta que parece preludiar la reacción neoclásica. Tiene esta capilla planta centralizada, cubierta con cúpula vaída entre pechinas y tambor circular; entre los santos que decoran la cúpula se identifican a Santa Lucía y San Roque.
La torre tiene una altura de 63 metros y destacan en su tercer cuerpo las columnas adosadas de diseño neoclásico, aunque el remate apiramidado es de perfil barroco. Tanto la torre como los muros de la iglesia acusan las tradiciones mudéjares, muy arraigadas en esta zona.”
Vista superior de nuestra
iglesia. Distribución de las techumbres.
Fuente: Ayuntamiento de Blesa.
Por
su parte en el libro “Patrimonio Histórico de Aragón.
Inventario Arquitectónico. Teruel” de Félix Benito Martín,
publicado en el año 1991, se hace la siguiente descripción
del templo:
“Se encuentra situada en la zona baja de la población. Es una
obra barroca construida con mampostería y ladrillo; tiene tres naves
de cuatro tramos más crucero, que se ha convertido en capilla mayor
al ser anulada la primitiva. La nave central está cubierta por bóveda
de medio cañón con lunetos, como gran parte de las laterales,
aunque muchas de ellas lo están con cúpulas sobre pechinas.
El crucero está cubierto por una cúpula elíptica con linterna. En el lado de la epístola está la capilla de Santa Ana, obra que tiene ya influjos neoclásicos; es de planta centralizada cubierta por cúpula sobre pechinas y tambor circular. En el exterior se acusa todo el movimiento de la planta, sobre todo en el crucero-cabecera con sus brazos poligonales, que se decoran con fajas de ladrillo que encuadran la mampostería. Es muy esbelto el tambor del crucero con su linterna de ladrillo, pero también destaca el volumen de la capilla de Santa Ana.
Sin embargo, el punto culminante de la iglesia es la magnífica
torre de sesenta y tres metros de altura, cuya silueta domina el conjunto
de la población. Esta torre es de tres cuerpos, toda ella en ladrillo
y obedeciendo a modelos barrocos muy clásicos en los que no se percibe
influencia mudéjar; su segundo cuerpo, de planta cuadrada, tiene
pilastras aboceladas en las esquinas y da paso al tercer cuerpo, octogonal,
con bello juego de columnas y paños cóncavos con vanos muy
alargados.”
Ambos textos, salvo pequeños detalles, coinciden en la descripción
del templo.
Etapas constructivas
Si se observa el edificio atentamente se pueden diferenciar dos etapas constructivas. En la primera, situada en la zona de entrada, predomina el ladrillo, mientras que en la segunda, hacia el crucero y la cabecera, la mampostería es el material empleado más abundantemente.
Estas dos fases de su construcción podemos seguirlas con una relativa precisión a través de algunos datos documentales obtenidos de diversos archivos y que son los que se van a comentar en estas líneas.
Sobre la iglesia anterior nada sabemos por el momento. Cabe suponer que, debido al aumento de la población, resultase insuficiente y hubiera deseos de construir una nueva que resultara capaz.
La nueva iglesia
Este deseo de construir un templo nuevo aparece en un documento del Archivo Diocesano de Zaragoza. Se trata de una copia del testamento del Vicario de Blesa D. Gabriel Ripol hecho en 1636. En él manifiesta su deseo de ser enterrado en una capilla dedicada al Santo Sepulcro en una iglesia nueva aún sin construir.
Este templo había de ser construido “en los Patios de la Plaza Nueva de dicho lugar que he comprado de Jerónimo Lahiguera”. La cabecera debía estar hacia “las casas de la viuda de Miguel de la Arnala y de Pedro Pérez, notario.” Indica, además, que se debían ir comprando nuevos edificios para la misma finalidad.
También señala que, en este nuevo templo, se han de construir dos capillas colaterales: la ya citada del Santo Sepulcro y la de la Virgen de los Dolores.
Ignoramos si comenzaron las obras en esa época. Lo que sí parece seguro, a la vista del edificio, es que se reutilizaron elementos constructivos anteriores.
Un segundo bloque de datos los obtenemos del Archivo Municipal de Blesa. Se trata de unas anotaciones realizadas en el libro de la Cofradía de la Sangre de Cristo. En la contabilidad de los años 1696 y 1701 hay anotados pagos de los sucesivos encargados anuales de la Cofradía “para ayuda a la fábrica”. Ésta es la fórmula habitual que se empleaba en la época para referirse a las obras en las iglesias. Incluso se nombra a un cantero, a quien se le entregaron 5 libras jaquesas en Zaragoza. Es posible que sea en esta época cuando se culminara la primera época constructiva, aunque desconocemos cualquier otro dato.
Tampoco sabemos quién dirigía las obras. Unos años antes, en 1692, aparece localizado en Blesa un tal Juan Cuieo como testigo de una comanda(1). ¿Se trata de un miembro de la familia de Pedro Cuieo, maestro de obras en el campanil de La Seo y que por esos años había trabajado en la iglesia de Alcorisa? Sabemos que tuvo dos hijos, uno de los cuales se llamaba Juan. ¿Son la misma persona? ¿Es a él a quien se le paga una cantidad en Zaragoza? Por el momento todo son hipótesis.
La ampliación del siglo XVIII
Más suerte tenemos con la segunda época, ya que en el Archivo de Protocolos Notariales de Daroca se conserva la capitulación o contrato de la cabecera de la iglesia con Nicolás Bielsa, maestro albañil natural de Belchite.(2)
El día 15 de agosto de 1761 el Ayuntamiento de Blesa y dicho maestro de obras firman, ante notario, un detallado documento sobre la ampliación del templo.
El sistema que se eligió para adjudicar las obras fue el de subasta. Se llamó a diversos maestros de obras a la misma y se eligió a Nicolás Bielsa porque “era el que más beneficio hacía en el coste de dicha fábrica”. Se firmó la capitulación en la que se detallaba que se había de seguir el diseño o traza elaborado por Lorenzo Lahoz, maestro albañil de Calatayud sin que se le permita innovar nada. Para ello dichas trazas deben ser firmadas por el alcalde José Manuel Lalomba, Nicolás Bielsa y el Notario José Alvarado Salvador.
Se comenta la forma de las pilastras y de algunos adornos de las mismas.
Sobre la cúpula, o media naranja, se indica que ha de ser alunetada
-con lunetos- y decorada por el exterior con pilastras y ventanas con sus
correspondientes adornos.
Se indica que se han de hacer dos púlpitos así como asentar
el órgano y la sillería del coro. Nada se dice de la torre.
También se acuerda que la esquina del crucero, que cae hacia la calle de abajo, ha de ser redondeada “según conviene pare beneficiar la calle”.
Vista exterior de la obra:
crucero y linterna de la iglesia de la Santa
Cruz de Blesa.
A cuenta del Ayuntamiento debían correr los materiales, puestos al pie de la obra, tanto los de “albañilería como los que se requieran de carpintería y talla”, el abrir y cerrar los fundamentos.
También debía facilitar los peones necesarios “para batir la pared del presbiterio”, en cuya ejecución deberá estar Nicolás Bielsa. Este dato parece indicar que el presbiterio anterior estaba situado en la misma dirección que el actual. Este dato parece corroborado por otro apartado de la capitulación en el que se hace notar que Nicolás Bielsa “ha de atajar la iglesia con una tapia de tierra en el presbiterio para que de esta forma quede cerrada durante el tiempo de la obra.”
Por cuenta del maestro de obras corrían los oficiales necesarios, los peones para el resto de la obra, así como la herramienta necesaria. En este apartado se nombran amasadores, sogas, capazos, vacías, maromas, cestas, carruchas y los clavos necesarios.
El plazo para la ejecución de la obra era de tres años. Como veremos, no se cumplió.
El precio estipulado era de 950 libras jaquesas. La mitad de esta cantidad se le debería pagar “en especie de trigo, dos reales menos el cahíz del precio a que lo ponga la Comunidad.” La otra mitad se debería abonar “una parte en dinero y la otra restante en especie de azafrán, al mismo precio que lo cobre el arrendador de la carnecería.”
Además de esto, como era habitual en la época, se le daba “casa franca, libre de conducidos y de cualquier otro cargo penal que, como a vecino, se le podía precisar.” Es decir, se le concedía una casa mientras durasen las obras y se le eximía de cualquier impuesto o tasa como las que se pagaban por los “conducidos” (fundamentalmente médico, maestro, veterinario y boticario).
El documento concluye con los habituales formulismos legales. Especial hincapié se hace en las habituales garantías para el caso de incumplimiento por cualquiera de las partes.
Las firmas del Alcalde, del Maestro de obras y de dos sacerdotes de la localidad como testigos ponen fin al documento.
Como ya se ha indicado, las obras se prolongaron más de lo previsto. Por el testamento de María Galve, hallado en el Archivo de Protocolos Notariales de Montalbán, sabemos que en abril de 1768 aún continuaban las obras. Dicha señora dejaba a la fábrica de la iglesia “con el consentimiento de su marido”, un peso duro y un cahíz de trigo de la cosecha de ese año.
Una descripción un poco más detallada del estado de la iglesia la encontramos en la Visita pastoral realizada en 1771, cuyos datos se encuentran en el Archivo Diocesano de Zaragoza. En ella se dice que “el tabernáculo y sagrario está en un altar colateral del mayor, de Ntra. Sª. del Rosario... y en dicho altar permanecerá hasta que se concluya una capilla que se fabrica para este fin.”
En este mismo documento se añaden otros datos sobre las obras: “en atención a que esta iglesia era muy pequeña... fue preciso crecerla con nuevo crucero y renovarla toda. En el día no está, por falta de medios, pavimentada como corresponde. Y así su pavimento está sólo para ir pasando hasta que dé fin a la fábrica. El campanario está en una torre muy elevada y firme con 5 campanas buenas y una de ellas sirve de reloj.”
Esta es la primera mención que tenemos de la actual torre. En el contrato de ampliación de la iglesia nada se dice de ella, pero tampoco es un documento que sea muy detallado, por lo que ignoramos si en el diseño de la obra a realizar figuraba el hacer el campanario. En este caso seguramente se habría incluido en el título de dicho documento que las obras afectaban a la cabecera y a la torre. Lo mismo había ocurrido en las menciones que las visitas pastorales hacen a las obras. Siempre se habla de la ampliación de la cabecera y nada acerca de la posible elevación de la torre. ¿Significa que en 1761 ya estaba construida? Posiblemente sí.
¿Se hizo entre el año 1761 y el de 1771? En este caso, en las visitas pastorales, se hubiera dicho de ella que era “nueva” como habitualmente se hacía en estos casos. De momento nada podemos decir.
Tres años después, en 1774, nos encontramos otro documento del Archivo de Protocolos Notariales de Montalbán. Se trata del acuerdo sobre la cesión de la nueva casa parroquial a la Rectoría. Dicha casa se había construido de nueva planta a cambio de la antigua. El día 28-XI-1768 se había firmado el acuerdo para iniciar los trámites de demolición de dicha vivienda y así facilitar una entrada suave al templo. De esta manera se intentaba evitar las humedades a las capillas laterales y altares. Continuaban, pues, las obras en ese año de 1768.
Todavía en 1775 duraban las obras. Así lo pone de manifiesto de nuevo una visita pastoral realizada el 5 de mayo:
“Reconocimos la nueva exquisita fábrica de esta iglesia, su limpieza, aseo de ornamentos, idea la más conforme en todo lo ejecutado y en lo que se espera obrar y nada tenemos que corregir... Esperamos que todos continúen hasta acabar las obras de esta iglesia, dorar sus retablos y, después del mayor, el de Nª Sª del Rosario.”
Seguramente ya no debía de faltar mucho para concluir las obras. De momento desconocemos la fecha en que se produjo este acontecimiento.
La siguiente noticia que tenemos es ya del año 1785. Nuevamente otra visita pastoral. Por ella sabemos que, además del altar mayor dedicado a la Santa Cruz, había otros 10 más: los dedicados a la Virgen del Pilar, Santos Fabián y Sebastián, Sta. Ana, S. Antonio Abad, Virgen de Magallón, Virgen del Rosario, Santo Cristo, S. Juan Bautista, Sta. María Magdalena y S. Pedro Arbués. También se dice que el coro y el órgano están cerrados con llaves. Nada se dice de las obras que ya habrían terminado.
En esa época Blesa contaba, según este documento, con 390
vecinos y 1105 habitantes de comunión, es decir, mayores de 7-8 años.
Este número de habitantes explica las dimensiones del hermoso templo.
¡Lástima que la incultura posterior redujera a cenizas los
retablos, el órgano, el coro y tantos otros elementos artísticos!
Por suerte hoy podemos disfrutar del edificio, aunque esté incompleto.
Esperemos que su futuro sea espléndido, como lo fue su pasado.