n la localidad
turolense de Blesa, como en todo pueblo eminentemente agrícola
de la sociedad tradicional, la carpintería era un servicio indispensable.
En las carpinterías, en gran medida artesanales, los habitantes
compraban o reparaban sus herramientas, mobiliario, envases y carros.
El Ayuntamiento de Blesa ha convertido la última carpintería del municipio en el "Museo de la Carpintería y Fragua", según el proyecto del Museo de Teruel. Se inauguró en el verano de 2004, sumándose a los interesantes atractivos de Blesa y los pueblos de su entorno.
La carpintería que sirve de base al museo se conservó
en funcionamiento hasta finales del siglo XX, en ella la familia Lomba
había trabajado desde la segunda década de dicha centuria.
Además de herramientas, toneles y muebles era una importante carretería,
y realizaban las piezas metálicas en su propia fragua que hoy forma
parte del museo.
1. Tradición carpintera
A través del estudio de documentos de hacienda, hemos conseguido una relación de carpinteros desde el último tercio del siglo XIX, aunque estamos seguros de que no es completa, por lo aisladas de las fuentes que hemos podido consultar.(1)
1865 José Navarro Martín. Carpintero y tablejero.(2)
1865 Mariano Carod Trullenque. Carpintero
1868 Pedro Góez Martín. Tablejero.
1890 Agustín Andrés Bayo (quizá pariente de José
Navarro). Carpintero
1890 Ruperto Navarro Lou. Carpintero. Quizá pariente de José
Navarro.
1897 Joaquín Gonzalvo Serrano. Carpintero
1897 Gregorio Simón Quílez. Carpintero
1897/1906 Gregorio Pérez Serrano
1906 Modesto Galve Cólera
1906 Cristóbal Royo Arnal
1906 Francisco Simon Budé
1906/1924/1930 Ponciano Naval Plou la calle de Medio.
1906/1924/1930 Gregorio Simón Quílez.(3)
entrada del pueblo, próxima al puente.
1924/1930 Germán Lomba Polo.
1924 Gregorio Pérez Serrano.
1930 Manuel Provincial Pérez, en la calle de Medio.
1930 Jaime Simón Budé.
1939 en adelante Hijos de Germán Lomba: Germán, Rogelio,
y en especial José, el último carpintero, y José
Provincial, hijo de Manuel Provincial.
No todos los carpinteros que hemos recopilado tuvieron grandes carpinterías de las que hacían su único medio de vida, algunos fueron pequeños carpinteros. Por ejemplo, nos recuerdan que Gregorio Pérez Serrano se dedicaba mayormente a fabricar trillos, y tenía la carpintería en la posada del Agua. Y alguno de los del siglo XIX tiene la consideración de "tablejeros", por lo que seguramente sólo se dedicaban a transformar troncos en tablones.
En 1924, cuando la población de Blesa era de casi 1.400 personas, había en el pueblo cuatro carpinterías. No todas eran igual de grandes. La carpintería de Germán era la más reciente y mayor, y la que más trabajaba. La familia Lomba era la única que fabricaba carros antes de la guerra civil. La siguiente carpintería en importancia era la de Gregorio Simón. 1930 fue el momento histórico con más carpinteros en Blesa (un total de cinco): Gregorio Pérez se había retirado (y emigró), pero se establecieron dos carpinteros más.
Otros muchos blesinos y jóvenes de pueblos cercanos fueron aprendices de carpinteros en la carpintería de Germán Lomba. José Lomba recuerda entre ellos a Carito Góez, Emilio Celma, Santiago Ruiz, Jorge Gonzalo (de Torrecilla de Rebollar), Serafín Lomba (primo hermano de Germán), y José de Mezquita de Loscos.
Tras la guerra civil de 1936 sólo continuaron dos carpinterías, la de los "hijos de Germán Lomba" y la de Manuel Provincial, continuada esta por su hijo José Provincial, que aprendió el oficio en Albalate del Arzobispo (Teruel).
Y para cerrar esta lista, una curiosidad. El carpintero que dio nombre al rincón de la "acequia del carpintero" fue Jaime Simón Budé que vivía muy próximo en la calle Baja.
Ya quedan muy pocos aleros de madera en Blesa.
El de más solera y antigüedad datada es de 1608, una casa
de la calle Baja.
Fotografía de Javier Lozano
Caja de madera tallada, realizada por Rogelio Lomba.
Colección
de Violeta Serrano.
Fotografía FJLA
2. El Museo de la carpintería: La carpintería de Germán Lomba
Origen de la carpintería-carretería
La carpintería que es la base de este Museo de la Carpintería y Fragua, la estableció el carpintero Germán Lomba Polo alrededor de 1916, en el local que entonces estaba bajo las escuelas del pueblo.
Germán compró el local de la plaza Vieja a un matrimonio de hacendados locales: Manuela Serrano Bello y Fabián Nuez y Serrano, el 11 marzo de 1916.(4) El local, de 80 m2 le costó 1.050 pesetas.
Germán aprendió el oficio en Blesa, de la mano del carpintero Gregorio Simón. Tras la última guerra civil la carpintería la regentó su hijo José Lomba Blasco, el último carpintero de Blesa, hasta que se jubiló en 1981 aproximadamente.
La carpintería y carretería de Germán Lomba (años
20-30)
Fotografía de José Lomba
Herramientas y maquinaria del carpintero
José Lomba fabricaba en su carpintería gran variedad de utensilios tradicionales, y ello se traducía en un gran número de herramientas especializadas, como las usadas en la fabricación de toneles y carros. Gracias a su doble habilidad con la carpintería y la fragua, algunas de las herramientas más destacadas de la exposición fueron fabricadas por el propio José.
Una mínima parte de las herramientas del carpintero.
Fotografía: FJLA
"Entre las herramientas especializadas hay cepillos curvos para trabajar en el interior de los toneles, un tornillo para hacer la rosca en los grifos o un instrumento para proceder a la alineación de los radios de las ruedas del carro. También son representativas de un aspecto de la producción del taller algunas plantillas de cartón para reproducir elementos decorativos en mobiliario doméstico".
En cambio, la sierra de cinta que hoy podemos admirar la compraron en el pueblo turolense de La Codoñera, antes de la guerra.
Sierra de cinta. Museo de la Carpintería y fragua de Blesa.
Aunque la llegada de la electricidad a Blesa fue relativamente temprana (sobre 1917), la de 125V no tenía suficiente potencia como para mover maquinaria industrial, y tampoco cuando se generó en el mismo pueblo en la central instalada en el molino de la Cueva. Por ello, adquirieron un primer motor de gasolina (un Internacional), y posteriormente otro de gasoil un "Otto-Deutz", cuyo cartel puede verse en la carpintería. [Tras la musealización el cartel desapareció.] Hasta los años 40 aproximadamente no instaló José motores eléctricos, con los que movía distintas herramientas, a través de un cigüeñal. Cuando dispusieron de electricidad a 220 V trifásica adaptaron sus máquinas a esta fuente de energía, más limpia.
José se considera afortunado por haber dispuesto de aquellos motores de gasolina y gasoil, pues nos recuerda que otros carpinteros, como Gregorio Simón, para hacer funcionar la sierra de cinta utilizaban una caballería que daba vueltas alrededor de un "malacate"(5) (eje a modo de noria).
Taladro manual. Museo de la carpintería de Blesa.
Fotografía de Olga Royo
La variada producción
En la carpintería realizaban distintas piezas y herramientas: trillos, jubos, estebas, timones, pezcuño (cuñas para calzar el barrón de los aladros, como una falca, a la que ponían ... para que no se esmorrillara la madera), estacas, ochos, mangos de dallas, artesas, masadoras, paneras, cajas de horno, botijeros, lavaderas... También algunos muebles, como cunas; y cuando apareció la formica: sillas y armarios.
Los trillos los fabricaban los carpinteros enteramente, incluyendo la colocación de sus sierras y piedras de sílex que traían de Fuendetodos (Zaragoza). La producción de trillos no se vendía sólo en la localidad, ya que muchos se vendían fuera de Blesa.
José Lomba también realizó algunos instrumentos musicales populares, como matracas y carraclas. En una ocasión hizo 300 carraclas para una fábrica de juguetes en el pueblo de Cortes de Aragón (Teruel).
Detalle de una matraca fabricada por José Lomba.
Colección de Salvadora Cascajo. Foto FJLA.
En Blesa siempre han cultivado vides para obtener vino, y por tanto había
demanda de toneles, que también fabricaban los carpinteros locales.
Pero sobre todo destacaron por la fabricación de carros.
Trillo fabricado en Blesa y Detalle del trillo anterior. Fotos: FJLA
3. La carretería en Blesa
La historia del carro está muy unida a la civilización y se puede considerar como uno de los hitos de las primeras épocas históricas. Antes de nada, hemos de comprender que durante casi cinco mil años, hasta el siglo XIX, el carro fue el único medio de transporte terrestre, como tal, con el que contó el hombre. En el pueblo de Aledo (Murcia), celebran el Día del carro en el que los vecinos bailan en torno a un carro de labranza en recuerdo de las antiguas danzas de cosechas.(6)
Blesinos en carro al final del barranco, alrededor de 1950.
Fotografía de Teresa Allueva.
La propia palabra "Carpintero", proviene del antiguo carpentero, éste del latín carpentarius 'carpintero de carretas', y éste de carpentum 'carro'.
La familia Lomba acumuló una larga tradición carretera. Varios herreros de Blesa, "los Pradas", eran familiares de Germán Lomba, por lo que en vida de este, realizaban las partes metálicas de los carros, mientras Germán y sus hijos realizaban todas las piezas de madera.
Tras el asesinato de Germán durante la guerra, su hijo José, el último carpintero de Blesa, por su juventud, trabajó durante un tiempo en una carretería en Utebo (Zaragoza) donde hacían carros y galeras (carros grandes de cuatro ruedas). También trabajó como aprendiz varios años en la carpintería zaragozana de "Higinio Marco", donde entre otros trabajos realizaron los bancos de roble que aún hoy se encuentran en el Pilar.
Don Luis, el maestro, sostiene una rueda ante las puertas de la carpintería
de los hijos de Germán Lomba, el actual museo de la carpintería
de Blesa.
Foto de la familia Sanz Celma.
Cuando José Lomba regresó a Blesa para hacerse cargo de la carretería ya sabía lo suficiente para fabricar carros completos, realizando tanto las partes de madera como las metálicas.
José Lomba trabaja en la realización del cubo de una rueda
de carro. (1950 aprox.).
Fotografía de Enriqueta Alias.
De izquierda a derecha y arriba a abajo: Salvador (un maestro), Valero
Alias (alguacil), otro maestro, Rogelio Lomba Blasco, Germán Lomba
Blasco, desconocido, Ceferino Lomba Polo (albañil), Desiderio Celma;
en primera fila Enriqueta, José Lomba Blasco y ¿Amparito?
"Marca de la casa" en los carros de José Provincial. Foto de F.J.L.A.
José nos recuerda que los cubos de la ruedas (la parte central en torno al eje) eran de madera de nogal y fresno (de Blesa), los radios de madera de encina, y que la madera la compraban fuera de la localidad: Cardedeu (Cataluña), y de olmos en Moneva (Zaragoza) y Huesa del Común (Teruel). Ellos mismos cortaban los troncos y los transformaban en tablones. Las ruedas eran de 14, 16, o 18 radios, y una vez realizó, por capricho, una de 21 radios.
En los años ¿cincuenta? se podía comprar un carro de segunda mano por 130 duros (650 pesetas), que en total se ponía en 180 duros (900 pesetas) con los aparejos.
Tras la guerra otro carpintero blesino también vino a fabricar carros: José Provincial, hijo de Manuel Provincial, aunque él dependía de los herreros blesinos para que le fabricaran las piezas metálicas.
Los carpinteros no cobraban los carros en el momento de la entrega. Esperaban a que se los pagaran a lo largo de uno o dos años, pero "sin rento" (sin intereses), ya que los agricultores pagaban tras la recolección.
Distintos carros para distintos usos
Había diferentes tipos de carro, según su destino, y el número de caballerías. Según la carga que iban a transportar preparaban carros para una caballería, que podía cargar unos 1.000 Kg, o para dos caballerías, que podía cargar unos 1.500 Kg. La anchura del carro era siempre la misma, siendo su longitud, altura y robustez de las piezas las que se modificaban. En Blesa no se fabricaron nunca galeras, pues nunca se tuvo tal necesidad.
Se denominan "cangrejos" a los carros de rueda pequeña, y que por ello son más bajos y baratos. Unas 1.500 pesetas costó el primero que vendió Germán Lomba a comienzos del siglo XX.Cuando el carro se destinaba a transportar mies desde la era, de mucho volumen pero poco peso, se recrecía con unas varillas puntiagudas colocadas verticalmente en sus cuatro esquinas, llamadas espedos, donde los agricultores clavaban unos fajos (pulseras) que ayudaban a asegurar la carga del carro.
Cargando la mies en carros preparados con espedos para sujetar la carga.
Foto de Amparo Artigas.
Rueda de un carro de José Provincial. Fotos FJLA.
La desaparición de una industria
Cuando la época de los carros llegaba a su fin, sustituidos estos
por tractores y sus remolques, José Lomba acumulaba en la carpintería
veintidós pares de ruedas, que terminó usando como leña.
En 1975 un carro nuevo costaba 8.000 pesetas, según recuerda José,
(mientras que un Seat 600 podía rondar las 60.000).
Carros aparcados junto al lavadero, 1965.
Foto de Ferrán Sanz Lou.
"Restauramé". Premio del concurso fotográfico "Blesa
2000".
Foto de José Francisco López Martín.
La fragua. Técnicas y tiempos de escasez
Al fondo del taller de carpintería se encuentra la fragua y junto a ella un gran fuelle, un yunque y un banco de herrero, además de utensilios para el trabajo de forja. El fuego lo alimentaban con carbón asturiano.
Puesto que en la fragua se debían alcanzar altas temperaturas, el gran fuelle que vemos en el museo no es como los domésticos, este es de dos vientos, produciendo corriente tanto cuando sube como cuando baja, para que el flujo de aire fuera más constante.
Los carpinteros de la familia Lomba realizaron en la fragua las piezas metálicas de los carros, así como trabajos sencillos, que pueden verse en varias algunas rejas de la localidad (como la de la antigua tienda de la calle del Horno en cuya reja se lee "Comercio", o la de la casa del propio José Lomba).
José recuerda especialmente que en la posguerra, si necesitabas cinco pares de llantas, por las restricciones, te daban material para uno solo. Por esta necesidad, entre los tres hermanos Lomba hubieron de transformar, moldeando a martillazos, barrones de hierro de un eje, hasta convertirlos en los más de cuatro metros y pico de llanta para la rueda (que llaman cello).
Más adelante, nos cuenta, vinieron los martilletes, y entonces llevaban los barrones al barrio de la Unión, donde les cobraban la transformación en láminas a tanto el Kg, y quedaban mucho mejor.
De aquella época de posguerra nos recuerda el carpintero, además de las restricciones de metales y alimentación, tenían que declarar toda la madera que gastaban, y que pagaban por eso precios exorbitantes.
Para soldar el hierro existían entonces placas de soldadura. Estas se ponían al fuego, y cuando se las veía caldear debían golpearse sobre las piezas hasta que se fundía con ellas y no quedaba ni rastro de soldadura.
Aspecto de la fragua antes de remodelar la carpintería para el
museo de la carpintería.
F.J.L.A., 2002
4. Maletas, altares y otras curiosidades
A lo largo del tiempo muchos carpinteros blesinos han realizado curiosas
piezas ajenas al uso laboral.
Durante décadas las maletas eran realizadas en madera, como esta
que vemos fabricada por Manuel Provincial; interiormente estaban forradas
de papel.
Nicolás Lomba, segundo de los hijos de Germán Lomba, combinó lo aprendido en su casa con lo que le enseñaron en la escuela Artes y Oficios de Zaragoza, y se dedicó a la fabricación de esculturas de talla y altares. Trabajó en la calle Albareda, y realizó altares como el de San Isidro en Blesa, y otros para los pueblos de Bañón y Segura de Baños.
Santiago González
La tradición en la realización de altares tenía antecedentes muy competentes en Blesa, pues no en vano, en el siglo XIX, vivió y trabajó en Blesa, Santiago González, nacido en Loscos (Teruel).(7) Este se dedicó a la pintura y escultura y realizó numerosos altares, pinturas y dorados, principalmente de temas religiosos, extendiendo su obra por los pueblos próximos a Blesa y la ribera del Jiloca. Sus realizaciones son: "expositores, retablos, monumentos del Jueves Santo, pinturas murales, pilas bautismales y púlpitos", tal como dice el profesor Mañas. Entre 1876 y 1879 realizó, junto con el joven artista blesino Salvador Gisbert (ahijado suyo), el retablo de San Pedro en la iglesia parroquial de Calamocha y el Monumento para la Semana Santa para el convento de la Concepción de la misma localidad, fechado en 1877.(8)
Existe una obra suya en el museo diocesano de la Almunia de doña Godina, donde «se conserva un tabernáculo-expositor de notables proporciones, realizado en madera policromada imitando jaspes y detalles estofados en oro. Otros hermosos expositores se pueden encontrar en Valdehorna, Monreal del Campo o Villanueva de Jiloca. Sobre el de Valdehorna puede leer este artículo "Un expositor con mucha magia", en esta misma página.
En Blesa queda al menos una obra religiosa de Santiago González, que salvó los avatares históricos de la guerra civil, oculta. La blesina Josefa Aznar, donó en 2003 a la Iglesia parroquial de Blesa un elaborado crucifijo de madera.
Tabernáculo-expositor realizado en madera por Santiago González
(s. XIX). Foto de Fabián Mañas.
José Luis Plou: un artista contemporáneo
Ahora que la tradición carpintera de Blesa parece haberse apagado, el trabajo en madera sigue teniendo un protagonista, de la mano del blesino José Luis Plou, escultor y tallista en madera y piedra.
Plou desarrolló parte de su carrera en Cataluña, antes de regresar a sus raíces recientemente. En sus artísticas tallas de estilo ecléctico, plasma su ideario y más hondo sentir religioso. Sus tallas "laicas" son tanto o más interesantes, y de gran originalidad.