o son pocos los ingenios que nuestros antepasados construyeron para aprovechar las aguas más o menos abundantes del hoy malogrado Aguasvivas. La secular falta de fuentes de energía les obligaba a construir lejos de los núcleos habitados obras hidráulicas de mediano calado.
Además de los azudes y molinos que han llegado en pie a este comienzo de siglo, de los que hemos hablado en artículos previos, podemos encontrar en el término de Blesa restos de otros dos molinos antiguos que nos hablan del ininterrumpido aprovechamiento de las fuerzas de la naturaleza por parte del hombre.
Los molinos harineros son los aprovechamientos más típicos y perdurables de los ríos, siendo escasos los pueblos que carecen de ellos y nada extraño que tuviesen más de uno, salvo casos de geografía extrema o falta de agua. El entorno de la cuenca alta del río Aguasvivas (afluente de la margen derecha del Ebro) fue particularmente rico en este aspecto. Por desgracia, el desinterés total en que han caído la mayoría de los molinos tradicionales durante el último medio siglo los ha transformado en características ruinas de muchos parajes fluviales(1).
A unos cuatro kilómetros y medio aguas abajo de Blesa encontramos el término del Galindo, una ceñida vega que se prolonga poco más de un kilómetro y medio, que arranca del estrecho desfiladero en que los prósperos vecinos o señores del siglo XV o XVI(2) levantaron un gran azud de sillería. Del azud del Galindo parte una acequia por la margen izquierda, con un arranque formidable labrado en la roca.
Situación de los molinos (M) y batanes (B) del Aguasvivas próximos
a Blesa
El azud
La pared del sólido azud alcanza ocho metros y veinte centímetros de altura, hasta la base de roca en que se asienta. La planta de la presa es ligeramente curva e inclinada. La anchura en coronación es de unos ocho metros. Dispone de más información sobre esta obra en el artículo dedicado a los azudes de Blesa.
La acequia
Actualmente, la acequia del Galindo se utiliza únicamente con fines de riego. Ha quedado en seco el arranque de la acequia, un corte de cinco metros de altura en la roca viva formando un paso de aproximadamente un metro de anchura. Aunque la acequia puede seguirse a lo largo de toda la vega, ya no está en servicio su tramo final porque se ha cegado parcialmente por tierra y plantas. Al final, a más de un kilómetro, se encuentran los restos del antiguo molino.
La balsa y el molino
La antigua balsa del molino del Galindo puede pasar desapercibida al paseante ya que está colmatada de tierra y se aprovechó posteriormente como parcela de cultivo. No hay restos visibles de un cubo que dirija el agua al rodezno, aunque habría que excavar en busca de alguna estructura para poder afirmar su existencia con fundamento. El salto de agua tendrá un máximo de cuatro metros, y no debió disfrutar de gran potencia o rentabilidad, salvo quizás en las épocas en que los agricultores no regasen(3).
La planta del edificio del molino, poco visible, tiene 7 por 9 metros y permanecen en pie los restos de dos paredes opuestas. El molino se apoyaba en la roca de la montaña y está situado a una decena de metros (en horizontal) del cauce del río. En el solar de este ingenio se pueden ver restos de tejas y muros derribados, bastante compactados en el suelo. En el solar se aprecian dos orificios que traspasan el grueso suelo y muestran el interior del cárcavo. El primero está parcialmente socavado en la pared y muestra el conducto de caída del agua. El segundo perfora el suelo verticalmente y deja ver dos arcos de perfectos sillares (de 30 cm de altura) formando una bóveda de cañón. El cárcavo se puede seguir hasta su salida, justo al ras de la pared que da al río, pero hoy está ocupada por vegetación. Del cárcavo no arranca una acequia que desagüe al río, pues desemboca en un campo actualmente llano, pero seguramente se debe a alguna nivelación por parte del dueño del campo, posterior al abandono del molino.
La acequia, una vez sobrepasada la balsa, y como mero canal de desagüe, inicia un descenso prolongado por un tramo parcialmente tallado en la roca de la montaña, de medio metro de anchura y sólo unos 20 cm de profundidad en la actualidad. La única pared de obra de la acequia está realizada con una hilada de mampuesto muy tosca. Desemboca en un campo a unos 25 m de la balsa, y de ahí desagua en el cauce del río.
Un poco de historia
Desconocemos de qué época data este molino y quién fue su constructor, pero en cualquier caso podría ser contemporáneo del azud del Galindo, por lo que se podría remontar al siglo XV.
Por los restos conservados no me puedo aventurar a datar una construcción cuyas técnicas constructivas variaron poco en siglos.
Acudiendo a la documentación histórica aún no investigada, es muy probable que podamos encontrar alguna sobre nuestros molinos durante la época de las desamortizaciones del siglo XIX, suponiendo que todos formaran parte de los bienes comunales del municipio, como era usual entre los pueblos encuadrados en las antiguas comunidades aragonesas(4). Estos anuncios de venta ofrecen información sobre los lindes, la superficie de las construcciones y huertos anejos, y las obligaciones de la propiedad, pero sobre todo podrían confirmar si todavía trabajaban algunos, como este que nos ocupa y si ya existía el molino Bajo de Blesa.
Pascual Madoz comentó en su estudio estadístico de 1850 que en Blesa existían tres molinos harineros, lo que precipitadamente podría asimilarse a los tres que aún existen (el de la Cueva, el Bajo y el del Vado), pero el que provoca la duda es el molino Bajo de Blesa, que es relativamente reciente por lo que nos comentaba Facundo, el Molinero, que lo heredó. Salvador Gisbert, un pintor y divulgador turolense, escribió que existían cuatro molinos a finales del XIX en Blesa, dos en el casco urbano y dos fuera de él(5). De ello podríamos deducir que, en el transcurso de esos 50 años que median con el estudio de Madoz, se construyó el molino Bajo, y que los otros tres molinos que se contabilizaban en el informe de Madoz serían el de la Cueva, el del Vado y este del Galindo. Ninguno de los autores contabilizaría el molino del Arrocado, próximo a la pardina de Sanchet.
En cuanto a la tradición oral, ni los más mayores lo han visto moler o recuerdan que sus padres les dijeran que molía. Pero Tomás Sanz, blesino nacido en 1920, me transmitió que, justo frente a los restos del molino, en la margen contraria al molino, arranca una senda que remonta las lomas cercanas y que lleva al pueblo de Muniesa. Según me dijo este erudito popular, sería por donde acudían los muniesinos a este molino. Hoy, la senda es tan poco utilizada que poco a poco se borra, pero puede seguirse hasta que entronca con los caminos que aún usan los cazadores y la moderna maquinaria agrícola. En la "Historia de Muniesa" se hace constar que los molinos de Blesa y el del Vado (no se cita específicamente este) fueron utilizados desde antiguo por los vecinos de Muniesa, que no tienen río capaz de mover molinos harineros(6).
Sobre la existencia previa al siglo XIX, sólo he hallado una prueba documental. Se menciona el molino del Galindo a mitad del siglo XVIII, en el contexto de un litigio entre los dos pueblos, como situado en las inmediaciones de los supuestos límites entre los términos de Moneva y Blesa, que los del primer pueblo pretendían que llegasen por el sur hasta el Galindo, lo que finalmente, como sabemos no podrían demostrar(7). En esa centuria lo nombran, sin decir en ningún momento cláusula que haga suponer que estuviera destruido, puesto que cuando citaban como referencia algún edificio en ruinas ponían cuidado en decirlo así.
Probablemente es este molino uno de los más antiguos de los podemos admirar en el entorno circundante del Aguasvivas. Hoy en día no se aprecia ningún resto de utensilio, muela, conducto o huella de la labor que desempeñó. Tan sólo la acequia, la balsa y la memoria popular hablan con seguridad por él.
A los pies de la balsa, resaltan tímidamente del suelo las huellas de unos muros que delimitarían el recinto de muy pocos metros cuadrados. El interior de la oquedad socavada en la montaña, a los pies de la balsa, aunque es fácilmente accesible, está ocupada habitualmente por gran zarzal (poco perceptible en la foto). Ojeando por sus inmediaciones sólo descubrí dos pequeños y herrumbrosos clavos de forja.
Desconocemos la fecha de construcción de este ingenio hidráulico e incluso la de su abandono, sólo puedo especular sobre la edad o el tipo de construcción. Su proximidad, menos de un kilómetro, al antiguo poblamiento de Sanchet(8), de tiempos medievales nos permite formular la hipótesis de que este molino fuera coetáneo de la población y el utilizado por sus habitantes.
En cuanto al abandono del molino, las personas de Blesa a las que pregunté no tienen recuerdos propios ni ajenos de que alguna vez hubiera funcionado ni de hipotéticos dueños(9).
Sus coordenadas UTM son X: 682100 Y: 4551650 (Mapa topográfico Nacional 467-1).
La balsa
Cuando la acequia emboca la balsa del molino del Arrocado tiene una anchura de un metro y sesenta centímetros y una profundidad original indeterminada, por haberse acumulado tierra y piedras desde hace tiempo. La altura total del salto agua alcanzaría un máximo de 6 metros. Como se aprecia en la fotografía no debía tener una gran capacidad, pues aunque se ensancha unos tres metros, el fondo actual no alcanza tal profundidad. No obstante, a pesar de su aparente solidez pueden ser lodos compactados. De nuevo la vegetación nos impiden estudiar esta parte del molino.
El despoblado de Sanchet
Sanchet fue un poblado próximo a Moneva, en lo que actualmente es el límite provincial en su cruce con el río Aguasvivas. Debió surgir, posiblemente, como fruto de las repoblaciones cristianas habituales en los siglos XII y siguientes, pero no tendría nunca gran entidad(10). Vendría a desaparecer, sin que sepamos la razón en el siglo XIV(11). Hoy en día sólo queda una ermita, ya en el término de Moneva, a la que todavía acuden sus vecinos en romería. También podemos ver en el paraje unas pequeñas oquedades en los acantilados, que algunas personas asimilan a las antiguas viviendas. En cualquier caso, tal como las vemos hoy, no ofrecen un espacio vital mínimo que permitan ser habitadas, ni aun para los frugales lugareños medievales.
La acequia molinar
Prácticamente siempre, un molino tiene asociado un azud aguas arriba para desviar las aguas a una acequia, variando la distancia en función de las configuraciones del cauce y buscando lugares propicios. Debemos tener presente que los azudes más comunes en los ríos fueron siempre de menor entidad que las magníficas presas o azudes de firmes sillares que podemos ver todavía hoy en nuestro término y el de Moneva, siendo por norma general simples estacadas u obras de madera más o menos reforzadas con troncos y piedras. Los pequeños azudes siempre sufrirían más por los embates del agua, necesitando de reparaciones periódicas y costosas en tiempo aunque no tanto en material, llegando a desaparecer definitivamente en cuanto su utilidad se perdía, sin dejar apenas rastro de una actividad que se pudo prolongar durante siglos.
Realizar azudes pequeños a partir de pilotes de madera hincados en el lecho del río y tapados con rocas, ramas y hierba no suele dejar constancia documental, pero los grandes azudes de Blesa seguramente si la generaron, pues ya requerían la intervención de maestros canteros, profesionales siempre caros. Se conservan capitulaciones de obras similares de azudes del Altoaragón, pero sobre las nuestras, de haber existido, o se han perdido o permanecen inéditas. Por otro lado, como estos modelos de presas no han sufrido apenas modificaciones desde el siglo XVI, sin documentación sobre la obra es difícil datar su antigüedad. Al menos el azud de los Arcos pudo datarse en la última mitad del siglo XV al ser descubierto un madero empleado en dicha obra(12).
En cuanto a lo que parecen ser los restos del azud que desviaría el agua a la acequia de la que se nutre este molino del Arrocado, podemos contemplarlos unos cientos de metros aguas arriba, (si quiere encontrarlos le recomiendo que vaya acompañado de una persona que le sepa indicar donde se localiza). Sólo subsisten unos restos prácticamente arrasados en la margen derecha del río, y parece una obra de poco calado, constituido posiblemente por un parapeto de maderos y piedras, destinado posiblemente a "volver las aguas" hacia la acequia molinar, sin pretender levantar la altura del cauce. Los pocos restos de piedra unida con argamasa que se conservan levantan una decena de centímetros sobre la orilla actual y quizá un metro sobre el presente fondo del cauce. No se aprecian en las rocas de las orillas o el lecho del río los orificios típicos de los azudes de cierto porte que utilizaban maderos hincados en las márgenes como refuerzo.
Desde el azud partiría una acequia, o quizás dos por ambas márgenes; en el arranque del azud ya no se aprecia, y cuando nos acercamos hacia el molino comprobamos que existen restos de acequias por ambas márgenes. No es necesario que la acequia molinar discurriera continuamente por la margen izquierda (donde se sitúa el molino), pues antiguamente construían tramos de acequia con madera para sortear las barreras que los acantilados o barrancos impusiesen y bien pudieron cruzar el río en algún momento concreto. Los restos de la acequia discurren, según el tramo, cavadas en la tierra o semilabradas en las calizas de las orillas con una pared de mampuesto en el lado del cauce. En algún tramo del cauce entre el azud y el molino pueden verse restos de la conducción de agua a ambos lados, mientras que en otros se le pierde el rastro. La parte conservada de la acequia discurre con una pendiente inapreciable. Todavía se distingue del monótono paisaje, o se deja intuir en los montes cuando la observamos desde la orilla opuesta.
No quiero terminar sin mencionar al menos los restos de otros dos molinos próximos a nuestro pueblo, ya en Moneva. En ellos concurren circunstancias similares a los dos molinos citados de Blesa, en cuanto a ruina.
El molino nuevo
Si seguimos descendiendo por el cauce del seco Aguasvivas desde Sanchet, no tardaremos en llegar a ver las ruinas de un molino en el paraje dónde se unen el Aguasvivas y el reguero Granjeta (proveniente de Muniesa). En este todavía molían en la primera mitad del siglo XX. Según me han contado algunas personas mayores de Moneva nunca contó con un gran caudal de agua para trabajar, por lo que era común que los monevinos tuvieran que subir con sus cargas de trigo hasta los molinos de Blesa.
Hoy en día ya no se distingue ni la acequia molinar y apenas lo que fuera la balsa, aunque sí un perfecto cubo de sillería. El cárcavo es, como en otras tantas ruinas de edificios, la única huella de su pasada actividad.
Sus coordenadas UTM son X 683200 Y 4553500, y aparece erróneamente nominado como del "arrocao" en el inventario de obras hidráulicas del Aguasvivas (ficha 33), y en Sesma et alii donde se confunde el molino Nuevo de Moneva con el molino del Rocao, o se asocia con el molino del sistema hidráulico del Galindo, molino que también se saltaron. (Véase esquema de la pág. 114, foto de la 119, y texto en 117, con contradicciones entre ellos).
Según fuentes de Prames también se llamaba molino de la tía Valera, cuya ficha se puede ver en este enlace.
Si seguimos descendiendo el curso del río, un kilómetro y medio antes del pueblo de Moneva se localiza un gran azud de sillería (conocido en Moneva como "el Azud"), similar a los de nuestro término aunque es más bajo, unos siete metros hasta la base del pilar central, (medido tras la riada de 1998 que permite ver la base de la obra) pero mucho más ancho, 19 m aproximadamente. Conserva restos de lo que parece un pilar central de refuerzo, o según algunos autores de una toma de agua. Esta torre sólo se conserva en la parte inferior, la que ha estado casi siempre protegida por el lecho del río. Según Miguel Arenillas Parra "si no se trata de una obra más antigua [que la presa del Galindo], dedicada básicamente al regadío, podría haberse construido o, en su caso, reconstruido -aprovechando probablemente una instalación más antigua- en los siglos XV o XVI para atender principalmente un molino harinero"(13).
La finalidad de este azud, hoy completamente aterrado, sería nutrir acequias para regadío, pero también la de llevar sus aguas hasta lo que hoy en día son los restos de un antiguo molino que existe a unos 500 m río arriba del pueblo de Moneva, próximo al nuevo puente sobre el Aguasvivas.
A primera vista, lo que destaca de este molino es una gran pared de piedra (de unos 7 m de altura) que soporta el talud artificial en la montaña, en lo que parece ser una cimentación. Sólo cuando se analiza el edificio sobre el terreno, se descubre entre la espesa vegetación el cárcavo, soportado con arcos, que está aparentemente intacto, aunque invadido por tierra, basura y zarzas. Sobre él, en la base de esta pared, estaba el edificio que ocupaba una superficie de unos 25 m². En la parte superior de la pared existe un terreno baldío, pero anteriormente cultivado, donde con seguridad estaba la balsa, cuya entrada desde la acequia aún se puede ver, así como el desagüe de la acequia. Lo que no puede verse es el arranque del cubo, que probablemente se conserva bajo toda la tierra acumulada.
El estudio y enumeración de obras hidráulicas en los tramos medio-altos del río Aguasvivas no se agota con esta serie de artículos, ni mucho menos. Además de profundizar en la historia de las obras vistas nos quedan decenas de molinos aguas arriba de Blesa, las acequias, los restos de otros tantos azudes de pequeño tamaño que, a pesar de la ligereza de la obra, pueden llevar siglos reconstruyéndose en los mismos lugares en que aún los podemos ver. Y también quedan por investigar documentos históricos como los que nos recuerdan que "Construyeron los de Huesa en 1386 un azud en el río Aguasvivas pero los regantes de los pueblos de la cuenca baja les obligaron a destruirlo(14)". O aquel otro de comienzos del XIV en que por Orden real los hombres de Huesa "contribuyan en la reparación de un azud en el término de Blesa(15). Y todavía no hemos hablado de los batanes, pero esto lo afrontaremos en otro momento.
Javier Lozano Allueva
Abril de 2001
Este artículo no habría sido posible sin José Miguel Fernández, que me descubrió el molino del Galindo y del Arrocado en sus habituales y didácticos paseos que abarcan todo el término de Blesa. Y también quiero agradecer al blesino Tomás Sanz las muchas pistas que respecto de nuestras obras hidráulicas me da, y que en tantas ocasiones terminan corroborándose por otras fuentes.
- Miguel Arenillas Parra, Carmen Díaz-Guerra Jaén, Rafael Cortés Gimeno y otros. "La presa de Almonacid de la Cuba. Del mundo romano a la Ilustración en la cuenca del río Aguasvivas". Gobierno de Aragón (Departamento de Educación y Cultura), Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (Confederación Hidrográfica del Ebro). 1989.
- Severino Pallaruelo Campo. "Los molinos del Altoaragón", Instituto de Estudios Altoaragoneses (nº 39). 1994.
Este artículo introductorio no se desarrolló sobre la información (aún por explotar) de los magnos estudios de fuentes primarias, desarrolladas en los dos siguientes libros:
- Sesma Muñoz, José Ángel; Utrilla, Juan F. ; Laliena, Carlos "Agua y paisaje social en el Aragón Medieval. Los regadíos del río Aguasvivas en la Edad Media." Confederación Hidrográfica del Ebro, 2001.
- Iturbe, Guillermo y Lorenzo, Isabel. "El siglo XV en Muniesa (Teruel) y su entorno. (1367-1503)". Centro de Estudios Miguel de Molinos (CEMO), 2010.
1) Recuerde que los azudes y molinos que exponemos en este artículo pueden estudiarse en cualquier época del año, salvo tras las lluvias primaverales o imprevistas borrascas, pero la norma es la sequedad de todo el cauce en este tramo entre Blesa (Teruel) y Moneva (Zaragoza) lo que se brinda a realizar excursiones por todo su cauce, en ocasiones encañonado y bello.
2) "La Presa de Almonacid de la Cuba", (pág. 99), en su primera parte, elaborada por Miguel Arenillas, Carmen Díaz- Guerra y Rafael Cortés.
3) En Blesa hay ejemplos de molinos situados antes de tierras regables y también tras ellas. En este último caso disponemos, como ejemplo del reparto de aguas, de la asignación que se hacía entre los regantes blesinos y el molino Bajo. Tal como me contó Facundo, el Molinero, en verano, cuando más escaseaba y más necesaria era, el agua se repartía por días de la siguiente forma: el jueves para los huertos bajos de la margen derecha, el viernes y sábado para los huertos altos de la margen izquierda, y los domingos, lunes, martes y miércoles para el molino Bajo y las tierras de la Vega.
4) Los anuncios de la venta de los molinos eran públicos y quizá se encuentren en el Archivo Histórico Provincial de Teruel, sección de Hacienda. Madoz cita en 1850 tres molinos harineros en Blesa, y de sus identidades trato yo mismo, brevemente, en el artículo "El molino de la Cueva y la electrificación de Blesa".
5) "Historia de la Honor de Huesa", Revista del Turia.
6) Manuel Guallar Pérez, "Historia de Muniesa", Lérida, 1978. Pág. 46.
7) "Memorial ajustado a los hechos que resultan del pleyto
introducido por el lugar de Moneva sobre mojonacion de sus terminos", pág.
49. Zaragoza, 1745. Biblioteca Universitaria de Zaragoza.
Por otro lado, el que aparezca citado el molino en las inmediaciones del límite
entre los términos de Blesa y Moneva no debe hacer que se confunda con
el molino del Arrocado. Estos límites eran los que en el susodicho pleito
reclamaban los monevinos, que finalmente no ganarían el pleito. El molino
del Arrocado, muy próximo a los actuales límites municipales no
se menciona en el pleito por lo que hasta ahora he estudiado.
8) La cartografía actual sustituye su grafía por Sanched.
9) He tenido ocasión de consultar documentación existente en Moneva que data de mediados del XVIII, sobre litigios con Blesa por sus límites con la Honor de aldeas de Huesa, que se remontan hasta el siglo XV. Podría esperarse que mencionaran el molino aunque sólo fuera como límite entre ambos municipios, pero no lo hacen en la que estudiado por ahora. En cualquier caso, la pardina de Sanchet quedó del lado del término de Moneva y el molino del Arrocado y los montes y campos del Campillo de Moneva en el de Blesa, lo que podría interpretarse de formas contradictorias. Tanto la hipótesis de que el molino ya no se usaba y fuera superfluo quien se lo quedara, como que los antiguos blesinos tuvieran muy en cuenta que el azud del molino estaba en su término y lo reclamasen este como propio, podrían ser posibles.
10) Rius Serra, en su trabajo sobre las décimas y primicias que abonaban las localidades aragonesas en los años 1279-1280, dice que Moneva y Sanchet juntos pagaban 7 dineros, frente a los 4 de Huesa, 5 de Blesa ó 7 de Muniesa.
11) "La Presa de Almonacid de la Cuba" (pág. 198), Parte elaborada por José Ángel Sesma Muñoz, Juan F. Utrilla y Carlos Laliena. El croquis muestra de las repoblaciones cristianas de los siglos XII al XV, y aparecen Sanchet y Los Franchones como "poblamientos intercalares desaparecidos en el siglo XIV".
12) La datación y la posterior calibración han sido realizadas por el Dr. Fernán Alonso en el Laboratorio de Geocronología del Instituto Rocasolano del CSIC. (La muestra tiene como referencia CSIC 1.118). Citado en Miguel Arenillas Parra y otros, "La presa de Almonacid de la Cuba", pág.97.
13) "La presa de Almonacid de la Cuba", 1996, pág. 101. En el libro escrito por este y otros expertos puede encontrar un análisis detallado de este azud, así como de otros muchos del río Aguasvivas.
14) Mª Jesús Berraondo Urdampilleta, "Notas históricas sobre Huesa del Común", Revista Teruel, 80-81, (1989-1990), pág. 63. Y esta a su vez de A. Giménez Soler, "El problema de la variación del clima en la cuenca del Ebro", Memorias de la Facultad de Filosofía y Letras. Zaragoza, 1923, p. 98.
15) ACA. Cancillería, registro 129, f. 84. [1301-1305]. Mencionado y transcrito en latín por José Ángel Sesma Muñoz, Juan F. Utrilla y Carlos Laliena. "Agua y paisaje social en el Aragón Medieval. Los regadíos del río Aguasvivas en la Edad Media". Pág. 229. Confederación Hidrográfica del Ebro, 2001.