Martes, 30 de marzo de 1917
El Noticiero
sta noticia trata principalmente de la fiesta del árbol de 1917, pero las viejas crónicas son siempre fuente de sorpresas. No sólo rescatan los nombres de aquellos niños que entonces sembraban el campo de esperanza, sino también de aquellos edificios donde los habitantes pobres o afortunados enterraban con devoción el dinero y el tiempo que sustraerían a otras necesidades, para ponerlos en pie.
Blesa, La fiesta del árbol.
Organizada por el Ayuntamiento, Junta municipal de primera enseñanza y dispuesta admirable por los celosos y competitísimos señores maestros, se celebró el 19 esta fiesta cultural.
Elegido, como más a propósito, el lugar próximo a la ermita del Pilar, y el camino o cuesta que allí conduce, se plantaron 50 acacias y olmos.
Para celebrar a la vez la feliz terminación de la ermita, que ha sido pintada en su totalidad, y el nuevo retablo con una preciosa imagen, imitación de plata oxidada, de 1'10 de altura, nuevas cristaleras, etcétera, dando así cima a lo que ha sido preocupación piadosa del pueblo desde el 1885 que se comenzó.
Por la mañana organizóse concurridísima procesión, presidida por el Ayuntamiento, a la que se precedían los niños de las escuelas nacionales con sus profesores, llevando la imagen de San José en andas los cuatro maestros carpinteros.
Llegados a la ermita, cantóse por la capilla una misa gregoriana y en ella el señor cura nos habló durante tres cuartos de hora de "el trabajo honrado por la virtud y ensalzado por la justicia", poniendo como modelo a San José.
Después de la misa tuvo lugar la bendición de los árboles.
Por la tarde, en la plaza mayor, por impedir el tiempo subir a la explanada, y después de haber sido plantados los árboles en ésta, celebróse la fiesta, con asistencia del pueblo entero.
Cada uno de los niños asistió con un lazo de los colores de la bandera nacional al pecho, y los designados por los profesores pronunciaron discursos y poesías.
Muy bien estuvieron los niños Miguel Ruiz, Camilo Celma, Ignacio Salas, Rafael Nuez y Pablo Pérez, y las niñas Teresa Andreu, Rosario Serrano, Clementa Lomba, Victoria Magallón, Teresina Marínez (sic) y Angelina Burriel.
El maestro señor Calvo hizo un magnífico discurso y cerró la fiesta el señor párroco con otro, siendo ambos aplaudidos.
Y después de repartir a cada niño suculenta merienda, desfiló la comitiva hasta las escuelas nacionales, cantando el himno al árbol y a la bandera, entre murmullos de aprobación y aplauso al señor alcalde, Junta local, señor cura y señores maestros, por haber preparado tan bien esta fiesta cultural.
Religiosas
Terminadas las novenas que se celebraron con pompa, ha comenzado el septenario de Dolores, habiendo anunciado el señor cura que habrá sermón todas las noches; ha coincidido en la primera la instalación en la parroquia de la luz eléctrica, mejora que fue muy celebrada por la muchedumbre que llenaba el templo, ávida de escuchar la palabra divina.
Corresponsal
Cementerio y la ermita.
Fotografía
de F.J.L.A., 2002.
No son pocos los datos históricos que nos proporciona esta extensa crónica publicada en el Noticiero en 1917. Son especialmente interesantes todas las notas que ofrece respecto los edificios, como son la ermita del Pilar y la iglesia.
En esta última dicen que estaba recién instalada la iluminación eléctrica, que en el caso de Blesa fue bastante temprana en comparación con otros pueblos. Los testimonios populares nos hablan de que la electricidad arribó a Blesa entre 1914 y 1918. Pues aquí vemos que en marzo de 1917 ya había llegado la electricidad; en este caso sabemos que lo hizo desde la central eléctrica de Albalate del Arzobispo. No obstante, no debe de andar muy lejos en el tiempo alguna noticia que nos confirme la fecha de la inauguración de la llegada de la electricidad a Blesa.
La ermita del Pilar estaba bastante mal documentada hasta que encontramos en el diario El Noticiero esta y otra noticia de 1916, con cuyos datos pudimos escribir el artículo "Ermitas de Blesa" en esta misma publicación. No conservamos ninguna imagen de la ermita anterior a su destrucción, y hoy por hoy no sabemos si estaba pintada con decoración (como la iglesia de Huesa del Común, o la ermita de los Santos de Martín del Río, que pudimos apreciar en la fiesta de la comarca, en abril de 2002), o con colores planos (como la iglesia de Blesa). Tal vez alguno de los blesinos mayores la recuerde y nos lo pueda contar.
Hasta del retablo del Pilar ofrecen detalles curiosos en esta noticia, datos con los que el anónimo corresponsal nos hizo un gran favor, pues bien pudiera haber prescindido de ellos en una noticia dirigida a un periódico.
En cuanto a la fiesta del árbol propiamente dicha, comprobamos que en aquellas décadas no plantaban gran cantidad, tan sólo 50 acacias y olmos, pero seguramente los plantarían mejor de lo que hoy lo hacemos nosotros. Casualmente, plantaban en una zona que volvemos a replantar en las Fiestas del Árbol de 2002 y 2003, ocupando eras que ya no recuperarán su primitiva función.
Era la de 1917 la segunda fiesta del árbol que se celebraba en Blesa, según sabemos por el comentario que se hace en la equivalente de 1918. Como se puede apreciar, el carácter festivo de la misma era más rancio y propagandístico que de género ecológico (disciplina que por otro lado no se extendería hasta mucho después). Aunque la organizasen los profesores en una Junta local, las directrices venían marcadas por los gobiernos, y de ahí los himnos a la bandera, el discurso del sacerdote y los lazos de los colores de la bandera nacional al pecho(*).
Pero volviendo a los hechos, fríamente considerados, esta fiesta se realizaba el 19 de marzo, día de S. José, patrón de los carpinteros, lo que sí justificaría las procesiones, misas y sermones. Por cierto, que intentaremos rescatar de la memoria popular quienes fueron los cuatro maestros carpinteros que entonces llevaron el paso de la procesión.
(*) Las valoraciones personales de inculcar tales ideales me llevan a pensamientos sombríos. Claro está que estas fiestas patrióticas ocurrían veinte años antes de que los españoles tuvieran oportunidad de hartarse del patriotismo de otros perros con los mismos collares. Pero bien sabemos que aquella clase de semillas son las que luego dan estos frutos, cuando el patriotismo es sólo una palabra afilada que clavar en la espalda del vecino para conseguir objetivos políticos intrigantes, y el lazo con los colores de la bandera en el pecho se parece mucho al que se coloca al contrario para su hipócrita fusilamiento, en nombre del orden.