Durante unos años la revista Ossa de Huesa publicó partes de unas memorias de Pilar Bernal Soriano (1918-2003). Y una de ellas, valiosa como todas, eran sus recuerdos sobre la romería de mayo a la Virgen de la Aliaga (en Cortes de Aragón, Teruel).
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[…] A esta ermita [de la Aliaga], aparte de esta feria [de septiembre], íbamos también en rogativas a pedir agua cuando la lluvia no llegaba y se agostaban los trigos antes de granar. Entonces se iba en plan penitencial. Las mujeres se recorrían los ocho kilómetros descalzas y con el pelo suelto (entonces todas las mujeres y jóvenes llevaban moño y soltarse el pelo era una señal más de penitencia). Estas procesiones penitenciales las hacía cada pueblo por separado y llevaban los santos que más devoción les causaba para que intercedieran ante la Virgen.
Yo recuerdo, como un sueño lejano, que en aquella ermita se hacían como una especie de exorcismos. Estaba una señora arrodillada en la puerta de la ermita y el sacerdote desde dentro le decía cosas a la mujer gritando y al final entraba dentro con todos los demás fieles (…).
El sacerdote rezaba las letanías de los santos y celebraba la Eucaristía. Una vez acabada quedaban los fieles rezando a la Virgen. Esto era la costumbre de todos los pueblos de la comarca. En Huesa había un añadido. Había dos mujeres rezadoras de los rosarios de los difuntos, cantas y poetisas improvisadas que se ponían en conversación con la Virgen, como si hubiese sido la vecina de enfrente de su casa y le contaban todas las desgracias que iban a ocurrir en el pueblo, si ella no lo remediaba.
Había años que, como si la Virgen les hubiese dado una contestación negativa, se ponían a discutir con Ella como si hubiera sido una señora más del pueblo con la que discutían una cuestión muy importante y lo hacían con tal fe y sinceridad que la gente lloraba a lágrima viva.
Cantaban canciones que eran sentidas oraciones. Recuerdo unas estrofas que decían:
“Baje el agua, baje.
Llueva el Cielo, llueva.
Los ríos se están secando,
Las fuentes no manan ya
Y estas pobres criaturas
De hambre se nos morirán”.
La vuelta al pueblo era esperanzada, aunque había veces que el remedio llegaba tarde y las cosechas no se salvaban.
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Revista Ossa, n.º 15. Mayo de 2000,
editada por la asociación cultural Castillo de Peñaflor.
Hasta aquí las memorias de Pilar. Emocionan, porque todos sabemos lo que había detrás de esos "el remedio llegaba tarde" o "De hambre se nos morirán".
Seguramente llegamos tarde para recopilar las impresiones de ancianas blesinas que puedan darnos su particular visión de este y otros momentos de la vida de nuestros mayores antes de que "todo" cambiase. Nuestra revista está siempre falta de este tipo de memorias valiosas, recopiladas por hijos, nietos o los mismos mayores. Quede este recuerdo como muestra de lo mucho que perdemos dejando de hablar con nuestros mayores.