“Tan pastor es quien tiene 3.000 ovejas como el que tiene 50 ovejas”. Bonitas palabras de los sacerdotes Elkin y Karol al ser preguntados por la despoblación del medio rural turolense, que es un grave problema, pero que ellos también ven como "oportunidades para hacer las cosas de otra manera, como las celebraciones conjuntas, en comunidad”.
El pasado 27 de febrero Diario de Teruel realizó una entrevista y dio detalles biográficos de los dos sacerdotes colombianos que hoy ejercen el sacerdocio en la comarca de Cuencas Mineras, en concreto a Karol Giraldo, que es párroco de Muniesa y de 7 municipios más, entre ellos Blesa, desde el pasado otoño. Karol recibió este nombre en honor al Papa Juan Pablo II. He aquí una selección de sus vivencias:
Las dos últimas ordenaciones sacerdotales de la Diócesis fueron en octubre pasado cuando recibieron el ministerio, Karol Giraldo y Elkin Otálvaro de manos del obispo Gómez Cantero. Karol y Elkin, ante la falta de curas, fueron nombrados párrocos de 16 municipios de la Comarca Cuencas Mineras. Confiesan que están bien contentos con su vocación y con sus parroquias aunque sean pocos los feligreses que tienen en comparación con la juvenil y multitudinaria existente en Colombia.
Karol Giraldo y Elkin Otálvaro son el ejemplo de lo que está ocurriendo en las parroquias del medio rural en la provincia de Teruel. Sacerdotes colombianos están tomando el relevo sacerdotal ante la falta de vocaciones y un clero con una media de edad muy alta en la Diócesis de Teruel-Albarracín.
Karol Yesib Giraldo y Giraldo, 32 años, fue ordenado sacerdote en la catedral de Teruel el pasado 15 de octubre junto con su compatriota y amigo Elkin Otálvaro.
El sacerdote Karol Giraldo, que es párroco de Muniesa y de 7 municipios más, cuenta que nació en 1986, el año que fue a Colombia Juan Pablo II y que por eso su nombre es de Karol, ya que su madre prometió que su primer hijo varón llevaría el nombre de Karol. “Nací en el departamento de Anserma, un pueblo de 40.000 habitantes, en la región andina, en el centro del país de Colombia, donde se vive solo del café. Mi padre es agricultor y somos 6 hermanos”.
“Hasta los 14 años fui a la escuela rural y luego por cuestiones familiares nos trasladamos a Anserma donde pasé al colegio. Cuando tenía 15 o 16 años interrumpí mis estudios y me puse a trabajar. Trabajé en un estanco, en una zapatería, restaurante y otros oficios. Con 16 años y preparándome para la confirmación empecé a colaborar con la parroquia, pero sin plantearme ser sacerdote. Trabajé de sacristán, que allí como hay tanto movimiento en torno a la parroquia estuve de secretario”.
Karol recuerda que en sus manos cayó una revista donde se recogía la existencia del seminario de Yamunal para vocaciones tardías. Karol contaba con 19 años, y estaba interesado en terminar sus estudios, “por lo que allí encontré mi sitio al coger también amor a la oración”.
Tras realizar los años de bachillerato empezó a estudiar filosofía a los 21 años y cuando terminó es cuando se planteó donde ir a estudiar teología, pero sin pensar en España porque tenía en la cabeza la misión, pero se interpuso la presencia del entonces obispo de Teruel-Albarracín, Carlos Escribano y el consejo de María Giraldo, la madre de Karol, que le dijo que pertenecía a Dios y a la Iglesia.
CRETA
“En 2012 empecé teología en el Centro Regional de Estudios de Aragón en Zaragoza, CRETA. Estuve 4 años y residía en el Seminario de Zaragoza, aunque pertenecía a la Diócesis de Teruel. En el periodo de formación pastoral los fines de semana estuve durante dos años en Monreal del Campo y luego en Albarracín. También atendí zona de Loscos y de Huesa del Común. Me ordenaron diácono el 25 de junio de 2017 por Antonio Gómez Cantero. Siendo diácono me nombraron párroco de Muniesa, Blesa, Cortes de Aragón, Josa y Alcaine. La ordenación sacerdotal fue el 15 de octubre de 2017”. También es párroco de los municipios de Hoz de la Vieja, Maicas y Plou.
[...] Los sacerdotes colombianos en Cuencas Mineras confesaron que les encanta sus pueblos, que la gente, aunque no se tenga gran número de feligreses, es maravillosa. “Es otro tipo de misión y me encanta. Me encuentro feliz. Dejé una familia en Colombia, pero tengo otra familia. Los jóvenes no van a misa, pero son buenos”, destacó Karol.
La entrevista completa en Diario de Teruel.