Blesa y su historia

«Sobre dos piedras de Blesa»

Indice
Pleitos con Moneva
Un peirón en el camino

Nota preliminar

Una de las hipótesis propuestas en este trabajo, sobre la razón de las sentencias de los pleitos del siglo XVIII grabadas en una lápida en el ayuntamiento de Blesa, se ha comprobado posteriormente como equivocada. Tanto el autor del artículo como el editor, conocedores de esta circunstancia hemos decidido mantenerlo publicado como está, ya que la principal utilidad de aquella hipótesis era servir como introducción a la divulgación de las técnicas constructivas del pueblo de Blesa. No obstante, deseamos que el lector sepa que se está estudiando la auténtica razón de los pleitos sobre los límites con el vecino pueblo de Moneva, y que se ha publicado el siguiente artículo sobre los mismos.

El autor y el editor
Septiembre de 2001

El año pasado, comentando con un erudito y gran amante de la historia y de este pueblo, don Gregorio Lagunas, lo que escribí en el programa de fiestas del 86, me decía: "si, si... pero te has dejado lo más importante del pueblo: los molinos". Y seguramente tiene razón; pero todavía este año sigo sin saber lo suficiente de molinos, y de nuestros molinos, como para atreverme a hablar de ellos, sobre todo, porque seguramente es de lo único que algún día se podrán encontrar documentos sobre los que basar el estudio. Así que tengo que hablar ahora de otras cosas.

Pleitos con Moneva

En 1985 don Pascual Martínez Calvo, cura hijo de Segura de Baños, publicó un libro: "Historia de Montalbán y la Comarca", en el que da algunos datos de Blesa, como los referentes a propiedades de la iglesia que yo refería aquí el año pasado. En una nota en la página 193 detalla la transcripción de lo escrito en la lápida que hay en la galería del primer piso del Ayuntamiento. Pero, desgraciadamente, el texto es ininteligible por sus numerosos errores, ya que él en la primera línea plantea el pleito contra una tal "Manuela La Graba" en favor de Moneba en 1742, y luego habla de otras vistas en otras fechas desordenadas.

En sentido real, como se verá, es la enumeración correlativa (estado cronológico) de los pleitos entre Blesa y Moneva por la grava del Río Aguas Vivas. Aunque pleitear repetidamente por tal motivo pueda parecer extraño piénsese que la grava ha sido tradicionalmente un material de construcción valiosísimo, tanto más si había pocos lugares en el río de donde extraerla, porque no era depositada de natural por las aguas, o porque, como yo sospecho, el río estaba canalizado en casi todo su recorrido aguas abajo del pueblo.

Hoy la grava se usa sólo mezclada con cemento, para hacer mortero de cimentaciones, o, porgada fina, para unir ladrillos, bloques, bovedillas, etc. O sea, que la cantidad usada con estos nuevos materiales es mínima comparada con los tipos de fábrica (u obra) tradicionales que vamos a analizar.

A) El muro de mampuesto: consiste en colocar piedras informes y sin ningún trabajo de labra o canteo, unidas con argamasa. A veces solía hacerse con tablones a los dos lados, es decir encofrado. Es el muro más corriente y podemos verlo en infinidad de casas, en las grandes paredes de la Iglesia y en casi todas las tapias de huertos, parideras, etc. hay también un mampuesto "en seco", o lo que es lo mismo, sin argamasa, que es el más utilizado en paredes de eras y barbacanas.

Pared de piedra con desagüe, en Blesa (Teruel).

B) El tapial: Conocido aquí también como "tabique moruno". Se hace colocando encofrados en forma de caja, que se forran interiormente a lo largo, con argamasa (normalmente yeso con arena), y se rellenan después con tierra amasada con paja, apisonándola. Son así muchos de los pajares del pueblo, y algunas casas, o como el antiguo cuartel de la Guardia Civil. Los agujeros que se ven en los ángulos de las cajas son los que dejan los palos que se pasan de un lado a otro, sobresaliendo por ambos, para apoyar los tablones de encofrar (verticalmente) y los andamios (horizontalmente), que se van subiendo a la vez que el muro.

Otro tipo de tapial, el continuo, se hacía igualmente con encofrado, pero sin cajas, por lo que, al igual que el adobe, sólo utiliza un poco de grava fina para mezclar con la arcilla y la paja. En Blesa parece que la mezcla tenía muy poca arena, pero en otros pueblos contenía hasta un 30% de arena, dependiendo de la calidad de la arcilla.

C) El tabique de lastra: Consiste en disponer lastras planas de 30 ó 40 cm. de longitud (a veces más) en sentido vertical, unidas con argamasa. Este aparejo es muy raro en Blesa, donde sólo he visto una pared, en la parte alta que mira a la Solana de una casa del lado izquierdo (entrado por la C/ Mayor) de la calle del Tozal.

D) El muro de ladrillo discontinuo: Se hacía también con encofrado. Su cuerpo es de yeso o cal con arena, en el que insertan hileras de ladrillos cada 15 ó 20 cm. de altura, separados entre sí unos pocos centímetros. Este sistema se debió utilizar bastante hacia finales del siglo XVI y durante todo el XVII, y hay varias casas en Blesa que lo presentan (supervivientes de hace 300 ó 400 años) como el antiguo estanco, en la Calle Mayor.

E) El muro de ladrillo: La técnica es la misma que la actual, sólo que los ladrillos, además de macizos, eran muchísimo más finos, con lo que el número de hiladas por metros mayor y por tanto también lo es la cantidad de argamasa (y de grava en ella) utilizada. El mejor, y casi único, ejemplo de nuestro pueblo es la "Casa de los Provinciales", en la esquina baja de la Calle Medio, que es sin duda de esa misma época.

Todos o algunos de estos tipos de fábrica suelen encontrarse mezclados en un mismo edificio, por las ampliaciones que se iban haciendo en distintas épocas, que, además de la moda, tenían también condicionantes económicos.

 

Técnicas de construcción: el tradicional cañizo y el adobe. Fotos de F.J.L.A.

Hay que señalar también que no siempre se puede hablar de argamasa (cal o yeso con arena o grava) pues a veces, ésta se sustituye por simple barro, lo que es una prueba más de que la grava, amén del yeso y la cal, debió ser escasa, cara o difícil de conseguir en otros tiempos. El único paramento que no utiliza, o lo hace apenas, una argamasa de unión es el muro de sillar, cuyo único ejemplo en este lugar, ya comenté el año pasado. Para terminar con los muros hay que tener también en cuenta que, a excepción del sillar, y a veces el ladrillo continuo, solían estar lavados o jarrados con argamasa que luego se encalaba.

Pues bien, después de ver que la grava sí fue, sin duda, lo suficientemente importante como para provocar un pleito que tuvo cuatro vistas, veamos el texto íntegro de nuestra lápida, y que no nos extrañen las diferencias ortográficas con la escritura actual pues, además de que la ortografía está, como la propia lengua, sujeta a evolución, los antiguos eran para esto mucho menos remilgosos que nosotros. Tampoco usaban como ahora los signos de puntuación, por lo que los colocaré, como es norma, con el sentido actual.

"Estado chronologico de las sentencias en el pleito contra Moneba:

La graba en fabor de Moneba, a 23 [25] de Junio de 1742.

La Audiencia, en vista, en favor de Moneba a 7 de Nobiembre de 1749.

La Audiencia, en rebista, en favor del Común y Honor de Huesa y Lugar de Blesa, a 10 de Octubre de 1753.

En el Consejo y Sala de mil quinientos, se declaró no haver lugar al grado de segunda suplicación en seis de Julio de 1756".

Como se ve, la explotación de las graveras se dio, sin intervención de judicatura, a Moneva en 1742, por lo que Blesa debió reclamar a la Audiencia que, en vista (término que aún hoy se usa para las causas procesales) la volvió a conceder a Moneva. Se reclamó nuevamente y, en revista (2ª vista), se concede a Blesa en 1753. Moneva recurre la sentencia, pero la Magistratura no acepta de nuevo la causa (no haber lugar a 2ª suplicación), con lo que se extingue la vía y concluye por tanto el proceso en Julio de 1756. Y para general conocimiento y que se recuerde siempre, evitando nuevas disputas entre vecinos de ambos pueblos, que debían ser frecuentes, se inmortalizó grabado en piedra y colocándose en lugar público (pues sospecho que el emplazamiento original no fue ese, sino la fachada de otro edificio).

Lápida grabada con las sentencias del siglo XVIII
Lápida con la inscripción histórica. Ayuntamiento de Blesa.
Fotografía de Javier Lozano, 2001

La expresión "Consejo y Sala de mil quinientos" se refiere al lugar donde se celebró la causa: una Sala del Consejo (Ayuntamiento), llamada de mil quinientos. ¿Pudo ser así, porque fuera ese el año de su construcción?. Posiblemente, pues se refiere a nuestro Concejo, (ya que aquí está la placa), y después de haber estudiado varios ayuntamientos de esta Comarca, creo posible que la casa, ahora sola, de la Plaza Vieja donde se encontraban las columnas de piedra fuese la anterior Consistorial y estas formasen su porche, pues hubo al menos tres ya que en la pared de la carpintería hay también un resto de basa (base de columna). Además este año he sabido que esa casa tenía en el último piso unas ventanas con arcos de ladrillo, similares a los del resto de edificio en el rincón de la Torre y que perfectamente podrían corresponder con esa fecha. Esto explicaría que la lápida, habiéndose olvidado ya su sentido, fuera colocada en el interior de un nuevo Ayuntamiento. Nuevamente otra hipótesis.

Un peirón en el camino

Nuestro pueblo no se caracteriza por tener demasiadas leyendas, más bien pocas, pero hay una que cuenta la historia de una princesa mora que, abandonando a su esposo, salía del pueblo, con su amante en dirección al Norte.  El moro, airado, salió tras ellos tan pronto conoció la noticia, les dio alcance y los mató justo en el lugar donde ahora hay un pedestal que en tiempos sustentó una cruz.

Los mayores del lugar conocieron la cruz, de hierro, sobre la columna de piedra, y los no tan mayores, aún recuerdan las rogativas en este pilón, al que existía en el puente nuevo y al de San Bartolomé, en el arranque del camino del Balaguero, que se hacían a principios de Mayo.

Este pedestal está formado por tres bloques de piedras superpuestos. El primero de más de un metro y medio de diámetro, y el segundo, de un metro aproximadamente tienen el mismo grosor y están semienterrados. El tercero es un tambor de igual diámetro que altura, unos setenta centímetros, y está muy erosionado. El fragmento de columna que se conserva, poco más de medio metro, tiene sección octogonal, aunque muy deteriorada. En principio debió tener unas tres veces su altura actual y soportar una cruz, no de hierro, sino de piedra. Este resto es sin duda gótico (de entre el siglo XIII y el XVI), aunque por su sencillez y mal estado es imposible precisar más su época, ya que falta la cruz, que debió ser esculpida y que, de haberse conservado, hubiese podido dar alguna pista más concreta sobre su datación.

El motivo de su colocación no fue, aunque con esto contradiga la leyenda, el recordar una muerte, sino muy por el contrario, dar la bienvenida a quienes se acercaban al pueblo y brindar al caminante la ocasión de agradecer el haber concluido una etapa más de su camino, o quizá la llegada a su destino, sano y salvo. El antiguo viajero sentiría ante este jalón la misma sensación que sentimos nosotros cuando con el coche, doblamos una curva, antes del canal y vemos la torre. "Ya estamos, menos mal". Ha cambiado la forma de hacer el viaje, ha cambiado el "avisador" de llegada pues el pueblo seguiría durante siglos escondido tras los montes hasta que se construyera la Torre que lo delata a lo lejos, ha cambiado quizá la mentalidad, impregnada entonces de religiosidad en todas manifestaciones vitales y más laica ahora, pero no ha cambiado la incertidumbre del viaje y la tranquilidad de la llegada. Pero aún hay más. En este caso ha cambiado incluso la perspectiva del viajero, pues hoy la contemplamos a la derecha (siempre según llegamos) y antiguamente se hacía a la izquierda.

Peirón de la Cruz del Hituelo
Pilón de la cruz, o del Hituelo.
Fotografía de Javier Lozano, 2002

En la época en que se levantó el monumento el camino carretero iba más alto y, seguramente porque el río debía ser mucho más caudaloso, no pasaba junto a él, sino que subía por la ladera hacia la Solana, dejando la cruz a la izquierda, como en Moyuela, donde hay otro resto muy parecido al nuestro pero de cuatro alturas, y otras muchas poblaciones.

Aunque con evidencias en el monte y en la roca, todo esto es, como siempre, otra hipótesis, de las que todavía hay muchas por plantear, algunas de las cuales, desgraciadamente, no dejarán de serlo nunca.