El lavadero público que tenemos junto al frontón ya está completo (o prácticamente) a la espera de tener agua, tras la reconstrucción a que fue sometido en los últimos meses, con nueva cubierta y pilas para lavar. El aspecto, con pilares de madera ha quedado bonito, (si bien, parece un poco ajeno a nuestro pueblo, al que siempre vemos tan cubierto por nuestro yeso y el cemento).
La humildad, es la antecámara de todas las perfecciones.
Marcel Aymé.