El arco de la Virgen de la Aliaga en Muniesa y su trágica historia

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Desde hace poco ha renovado su iluminación nocturna.

Arco de la virgen de la Aliaga en Muniesa.

Si vas de noche a Muniesa, visita el arco de la Virgen de la Aliaga

Porque el Ayuntamiento de Muniesa ha estrenado nueva iluminación en la ermita/capilla situada sobre un arco, dedicada a la la Virgen de la Aliaga en Muniesa,  que resalta los volúmenes y adornos arquitectónicos de este monumento del siglo XVIII.

Muniesa (1927)

Esta valiosa fotografía, de tintes casi etnográficos, nos muestra el aspecto original del monumento tal como lo captó en 1927 Ramón Reventós. Hoy en día forma parte de los fondos del Arxiu Fotogràfic de Barcelona.

El arco y ermita fue parcialmente destruido por un bombardeo que sufrió Muniesa en el año 1938, por parte de la aviación Nacional durante la pasada Guerra Civil, en la que su torre y tejado desaparecieron.

Allí murieron sanitarios y conductores de ambulancias. El poeta James Neugass retrató magníficamente los bombardeos de Muniesa (Teruel) y menciona en su libro los del Santuario de la Virgen de la Aliaga, en Cortes. [pg 305-325]. Nos muestra lo que se siente ante la incertidumbre, ante impactos próximos, cuando las bombas dejan casas destruidas en Muniesa, como una junto al arco de la Virgen, con los restos de amigos chóferes bajo los escombros. Muniesa carecía de defensa antiaérea porque no la habían atacado nunca y porque solo tenía instalaciones del cuerpo médico.

Del bombardeo del 17 de febrero por parte de los italianos malnacidos contaba: “Hemos acabado el trabajo sacando carne de entre las ruinas después de que los quince trimotores y los doce biplanos hubieran vuelto y vaciado sus ametralladoras y los capazos de granadas en un último golpe de gracia. Toda la carne se tiene que sacar de los escombros por el riesgo de epidemia.” “El siguiente trabajo era una anciana. Ha salido entera, con el pelo moreno de bruja lleno de polvo blanco de yeso y con la expresión de la cara congelada mientras la llevábamos al depósito de cadáveres ampliado del convento-hospital. Un agricultor y su mujer estaban de rodillas en el suelo de cemento, con las manos apretadas contra la boca y el mentón, mirando en silencio a un bebé que resultaba diminuto en medio de la enorme mancha de sangre de la camilla en que yacía. La niña se había asfixiado. Las manos del mayor B. pueden hacer muchas cosas, pero no reparar la muerte. Al recordar las primeras e inútiles instrucciones que le habían dado, la madre insuflaba aire una y otra vez en los labios de la que había sido su hija.” [pág. 313]

"Posteriormente en los años 50 del pasado siglo se reconstruyó la ermita, a imagen del monumento original, tal como puede verse en la actualidad, tras sucesivas reformas menores en su interior y exterior."

Fuentes: