La noche del 31 de julio al 1 de agosto de 2022 tuvimos en Blesa un cielo claro y despejado. La asociación cultural El Hocino contrató, por segundo año consecutivo, los servicios del centro astronómico de Huesca, pero fue el primer año que lo pudimos disfrutar, ya que en 2021 se hubo de suspender a causa de la gran nubosidad.
El astrónomo y divulgador de las curiosidades del universo David Vicente fue quien se encargó de traer un telescopio y ofrecernos una charla divulgativa, que versó sobre lo más interesante de los cielos nocturnos en esta época del año y latitud de España. El lugar elegido, un campo en el Val, lejos de las luces del alumbrado y de los coches que pasan por la carretera y que disimulan el brillo de las estrellas menores.
Los primeros en llegar al Val tuvieron la oportunidad de hacer una observación de la Luna. Hacía un par de días había sido Luna llena (el 28 de julio), se veía solo una rodajita de la Luna, muy baja en el firmamento, sobre el cementerio de Blesa. Así que durante unos minutos, antes de que se ocultase, pudieron ver con gran detalle el accidentado relieve de nuestro satélite natural.
En el transcurso de unos quince o veinte minutos nos reunimos unas setenta personas, adultos y niños.
Nos contó David Vicente varias historias de constelaciones con sus curiosidades, las diferentes figuras que en algunos vieron chinos, árabes, griegos, romanos… Leyendas interesantes. Los nombres de muchas estrellas venían del árabe y tuvieron su sentido para dicha cultura. Los niños no se cohibieron a la hora de preguntar a David sus dudas, el cual, apuntando al cielo con su potente láser verde para señalar estrellas concretas, dejó boquiabiertos a jóvenes y adultos.
Explicó curiosidades de varias estrellas, por ejemplo de Mu Cephei, que al estar tan lejos de nuestro mundo nos parece un punto estrellado más en el cielo; pero tal como nos contó David Vicente, es una de las estrellas mayores que se conocen, y la estrella de mayor tamaño (real) que podemos observar a simple vista. Es tan bestialmente enorme que en su sistema solar alcanza el tamaño de la órbita de Saturno en el nuestro (Saturno orbita a 1427 millones de kilómetros). Y eso, en nuestro Sistema Solar es un volumen increíblemente grande, y su brillo unas 350.000 veces el del sol, pero… está lejísimos, a unos 2400 años luz.
Se vio muy bien la Vía Láctea, y por su puesto la Osa Mayor, el Delfín, el Cisne, el Dragón…
También nos enseñó parte de las constelaciones de los signos del zodiaco (como Escorpio, Libra, creada esta última por los romanos…). Saliéndonos de los conocimientos científicos y racionales de la astronomía, y al hilo de nombrar las constelaciones zodiacales, contó detalles sobre la astrología. Esa antigua fantasía de los Caldeos de hace milenios, sobre como el Sol y la posición de los planetas y su ascendencia sobre las constelaciones que hay en la banda de la eclíptica, ayudaría a pronosticar el futuro o el presunto influjo en nuestras vidas, o sea, una mera especulación o superstición. Nos contaron que las doce constelaciones en que dividieron los 360 grados no son homogéneas en tamaño y por ello no se corresponderían con las fechas que lleva asociado cada signo; que en realidad en la banda de la eclíptica no hay doce constelaciones, sino catorce (Ofiuco y Cetus no son signos zodiacales a pesar de ello) y para colmo, que el zodiaco lleva hoy en día más de un mes de desfase respecto a calculado en su origen, y ya no nacemos bajo la constelación zodiacal que lo hacían quienes elucubraron antiguamente sobre su influjo en nuestro carácter. En la actualidad, las nomenclaturas zodiacales convencionales arrastran un desfase de un signo.
Y ya hablando de desplazamientos en el tiempo, nos comentaron el fenómeno de la precesión, de que nuestra Tierra no gira sobre un eje orientado siempre en la misma dirección, porque gira en realidad como una peonza, y por eso, ahora el norte apunta a la estrella Polar, pero hace 14.000 años esa posición estaba ocupada por la estrella alfa Lirae, también conocida con el nombre de Vega. Y hacía allí volverá a apuntar nuestro eje dentro de 12.000 años. Nos explicaron también que eso estaba también detrás del desfase entre nuestro calendario juliano y los solsticios, que ya es de unos tres o cuatro días y así no llega el verano exactamente la noche de San Juan, ni entra el invierno justo el día de Navidad, como era originalmente.
También pasaron por el cielo varias luces blancas relativamente veloces, que nos explicaron que eran satélites artificiales, y no la Estación Espacial Internacional (ISS), porque esta última es tan grande como un campo de fútbol y brilla muchísimo más.
Tras algunas explicaciones sobre las estrellas que miraban al norte, cuando nos giramos casi todos hacia el Este para observar otra parte del cielo, los astros nos regalaron el espectáculo de ver como un bólido entraba en la atmósfera, rumbo al Levante, y durante unos segundos grabó en el cielo nocturno su estela blanca, para finalmente quemarse este meteoro y deshacerse con el rozamiento de nuestra atmósfera, nuestro escudo. Digno de verse. Quizá las cámaras del vigilante de los cielos de Blesa, Miguel Aznar, lo tengan recogido.
Llegada la hora de la observación con el gran telescopio que se trajo para la ocasión, se pudieron observar varios astros, del más cercano a los más lejanos.
Después de las fascinantes y entretenidas explicaciones de David comenzamos todos la observación del planeta más singular que podemos ver a simple vista, Saturno con sus anillos.
El puntito blanco del cielo se transformó ante nuestros ojos, teníamos ante nosotros lo que en su día descubrió Galileo con el primer telescopio, fabricado por él, tenía como unas orejas, que hoy sabemos que son sus anillos.
Luego pudimos ver una estrella binaria, formada en realidad por dos estrellas y que pueden tener distintas características y colores, como la que nos enseñaron (una azul y una roja), dos soles distintos que pueden estar dando dobles sombras en un mundo cercano, como el retratado en el cine en Star Wars en el supuesto planeta Tatuine.
Vimos también un glóbulo estelar, formado por medio millón de estrellas, y finalmente un objeto hiper lejano, la galaxia de Andrómeda, a nada menos que 2,3 millones de años luz de distancia, a pesar de lo cual forma parte de nuestro llamado “Grupo Local” de galaxias, que están relacionada gravitacionalmente.
A las 12:30 terminó tan bonita y didáctica jornada y unos pocos despedimos a David dándole las gracias por su tiempo, y él alabando los limpios cielos de Blesa.